14 Oct 2024
J octubre, 2024

Ante una ruptura de pareja

Baltasar Rodero

No se trata de un asunto ajeno, o singular, sino de un proceso de sufrimiento individual y familiar muy común, incluso cada día más común, y que afecta, o puede afectar a todas las edades, culturas, y personalidades. Cuando aquello que algún día nos unió y pensamos que era para siempre, se ha enfriado, y lentamente ha desaparecido, la respuesta más adecuada es la separación, a pesar de que ello conlleve altas dosis de penalidad.

Dos personas se conocen ocasionalmente, o incluso pueden ser amigas, o tener cierta amistad desde niños, esta amistad sin darnos cuenta va creciendo o desarrollándose, surge cierta empatía, o acercamiento emocional, cada persona va pensando en la otra con más frecuencia, disfrutan cuando comparten el tiempo, y éste se hace muy prolongado cuando están separados, necesitan verse, estar juntos, desean compartir casi todo y todo es agradable, surge la necesidad de compartir todo, y este deseo se hace irrefrenable dando paso al inicio de una vida en común.

Normalmente todo al principio es maravilloso, pues hemos conseguido lo que deseábamos, queríamos compartir la vida y lo hemos conseguido, somos, estamos y vivimos juntos y felices, tenemos proyectos que contrastamos y los enriquecemos, tenemos muchas ideas para asegurar este proyecto de vida compartida, se cultiva el respeto, nadie impone nada ni critica nada, se siente el apoyo del otro, la ternura, el acercamiento, el calor, la comprensión, la aceptación es total, y total es la comprensión en el proyecto de vida que les une.

Pueden trabajar ambos, con lo que el tiempo en común no es muy dilatado, necesitan más, de aquí que el fin de semana esté lleno de proyectos, que en ocasiones no cumplen porque tienen que descansar, o puede que sólo trabaje uno, esto puede perturbar algo la relación, o al contrario, enriquecerla más, depende como se acepte la separación, porque la persona que trabaja llega cansada, deseosa de distenderse, y más que dar, necesita y desea recibir, ternura, comprensión, ánimo, que si lo recibe, es decir, si ambos se entienden en la lejanía, porque la otra persona ha estado sola, y por lo tanto deseosa de un encuentro amable, este recibimiento puede ser enormemente grato, de no ser así, irá con el tiempo provocando ciertas asperezas, al no ser comprendido por ambos, el esfuerzo que realiza cada uno.

Cuando ninguno trabaja, cuando ambas personas están en busca de encontrar un empleo, la paciencia es fundamental, y más en estos tiempos, junto al esfuerzo y perseveración, todo llegará con el tiempo, pero ocurre que cuando este se hace eterno surge la impaciencia, la ansiedad, que si se prolonga, o no se comprende en su extensión, culmina con la agitación, e intranquilidad, es el momento de entender la realidad de ambos, y de apostar por seguir, nada es tan importante como para desmontar un proyecto nacido del alma, y con la compresión, el esfuerzo y la esperanza, además de la suma emocional de ambos, se puede seguir.

Pero en ocasiones, ocurre que la relación se enfría, bien porque no la cuidemos, o porque se dé una circunstancia con la que algún miembro de la pareja no esté de acuerdo, esto requiere diálogo y paciencia, con ambas cosas podemos acercarnos, de no ser así, si cada uno se mantiene en su lugar, por orgullo, por interés, por no ser capaz de flexibilizar su actitud, o porque el tiempo le ha demostrado que aquellos sentimientos que les unieron han desaparecido, sin más discusiones, enfrentamientos, ni dilataciones con las intervenciones familiares, que sólo provocan desgaste, es necesario tomar la decisión de separarse, poniendo el tema en manos de un profesional, que evitará desencuentros que engendren ira, dolor y mucho sufrimiento, porque si en medio existen hijos, dificultarán la cordialidad y el respeto que estos merecen, no siendo culpables de nada.

En definitiva, la separación es un proceso que enmascara un fracaso de un proyecto, pero sólo cuando después de que ambos; quisimos, deseamos, lo intentamos y no pudimos, nos enfrentamos, iniciamos una lucha sin descanso, nos agredimos verbalmente, en definitiva nos alejamos de la esencia del proceso, sin duda alguna se puede asegurar, que ha llegado el momento de la ruptura, aunque esta sea penosa y triste, es la mejor respuesta para todos, pareja e hijos, porque la vida requiere paz, serenidad, ambiente sosegado, tranquilidad, diálogo, empatía, y cercanía emocional, además de compartir un proyecto común, de cuyo fin todos somos responsables, y que será un ejemplo a seguir algún día por los hijos. No destruirse en dialécticas esterilizantes, la vida es larga y normalmente da muchas oportunidades.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024