Nacemos, y todos mamíferos con excepción de los humanos, buscan instintivamente el alimento en su madre, se ponen en pie, y siguen venciendo todo tipo de obstáculos hasta conseguir un lugar desde el que sentirse seguros, poder desarrollarse, crecer y reproducirse.

El género humano una vez superada la etapa nómada, se asienta, echa raíces y desarrolla su vida en su medio hasta su finitud.

Con el tiempo, la información, la cultura, y los medios de comunicación, han enriquecido este proceso básico de sedentarismo hasta globalizarse, de aquí que el lugar ideal para cada uno suponga en ocasiones un proceso de lucha llena de reveses o frustraciones, hasta llegar a conseguir y aceptar la mejor de las situaciones posibles, para el desarrollo de cada uno.

En este proceso, de lucha por la supervivencia primero, y por los mejores logros después, se van a poder diseñar varios itinerarios, dependiendo de la personalidad del individuo, y de la relación con su medio. Los itinerarios son tan diversos y plurales, como los individuos que los transitan, cada uno elegirá desde su genética, cultura, familia y valores, aquel que más seguridad y satisfacción le aporte, para la expresión más libre de su personalidad.

Desde esta perspectiva nos permitimos reflexionar sobre, aquellos perfiles de personalidad, que presumimos pueden cumplir criterios de candidatos a yihadistas, seres que, desde su vivencia de perversión, impresionan que el sentimiento de satisfacción, alegría y bienestar, es proporcional al dolor, desgracia, desolación y muerte, que de forma indiscriminada provocan a la sociedad.

Partimos de algunas premisas, después de más de diez años de estudio por los diversos servicios de inteligencia. No son enfermos mentales, no sufren ningún cuadro patológico mental, no responden a un solo perfil de personalidad, obviamente se ha podido observar mediante el estudio de los detenidos por atentados terroristas, dirigido por Max-Petter Ratzel, director de europol.

Todos han experimentado un intenso adoctrinamiento, primero desde los diversos medios de comunicación, especialmente vía internet. Todos han participado y formado parte de una célula fundamentalista, y los que han conseguido volver a Europa después de una estancia, cerca de la estructura central del yihadismo, se les confiere mayores responsabilidades.

Desde estas premisas, y desde la evidencia de qué personalidad puede responder más fielmente al perfil del individuo fácil de adoctrinar en la perversión, nos permitimos reflexionar sobre seis diferentes grupos.

En el primer grupo se situarían los que carecen de todo, tanto material como espiritual, deambulan sin sentido, desprovistos de raíces, no disponen absolutamente de un medio que los acoja, viven en la exclusión.

A estos individuos se les ofrece lo esencial, primero identidad, valores, pertenencia a un grupo, a un pueblo que dispone de bandera, de normas propias, y además le dan un fusil para defenderlo, y si junto a todo ello dispone además de unos ingresos económicos seguros, este individuo es capaz de todo. Ha sido salvado, pasó del detritus a disfrutar de galones.

Afín a este grupo, se sitúa el individuo pasivo, tímido, el que no representa nada para nadie, el que pasa desapercibido, el que se siente incluso despreciado, ni sabe ni puede interactuar, tiene graves dificultades para integrarse, y en consecuencia un proselitismo correctamente elaborado en el que, sienta cercanía, comprensión, respaldo además de premios y aceptación, lo integran, nace así a la vida. Son individuos cuya carencia de valores, baja autoestima y auto desprecio le hacen candidatos fáciles a la manipulación.

En otro grupo podemos incluir el que se siente maltratado por la sociedad, generalmente emigrante e hijo de emigrante, que ha vivido, trabajado y esforzado desde la escasez e incluso desde la miseria, y a pesar de su sudor, ve en su alrededor que el nativo dispone de más ventajas, de más posibilidades o alternativas. Esto provoca sentimientos de marginalidad, de autoexclusión, de hartazgo, de irritación, cargándose de agresividad y deseos de venganza. Son personas llenas de odio, que fácilmente y mediante cierto adiestramiento lo aprenden a canalizar.

Como siempre ocurre, ciertas personalidades paranoicas e histriónicas que, disponiendo de todo, y estando en posesión de una vida fácil, acomodada e incluso lujosa desean más. Buscan ser queridos y aceptados, ser referentes, dueños, amos, buscan pleitesía.

En su criterio son lo más, merecedores de todo, no importándole los medios para conseguirlo, su objetivo esencial es ser referente, disponer de poderes absolutos. Son soberbios, prepotentes, celosos y castradores. Ellos merecen adoración hasta morir, son los aspirantes al bastón de mando, encarnan la personalidad del dictador, destructor y perverso.

Junto a todos estos grupos, se sitúa el fanático, individuos cuya capacidad de ver, observar y sentir está sesgada. Solo ven en una dirección, la suya, solo aceptan una verdad, la suya, no por desprecio de las otras que no existen, sino porque la suya es exclusiva y verdadera, e incluso es tan profunda y real, que se sienten en la obligación de manifestarlo e imponerla. Culminando el proceso con la muerte o finitud del que no lo acepta, pues no tiene derecho a vivir. Son soberbios, e ignorantes, dotados de antiojeras.

En la cúpula de todo el proceso, se va a observar un numeroso grupo, en el que se instalan los iluminados e interesados, situados en posiciones pragmáticas, con claros intereses económicos y políticos. Una amalgama de individuos, que conjugan sabiamente: unos ideales, una filosofía de vida, y unos objetivos fundamentalmente el de expansión, con un programa lleno de pragmatismo económico. No sujetos a más principios que conseguir los medios financieros necesarios para la aplicación de su programa político, de dominio y expansión mediante la destrucción.

El ideólogo pragmático sabe arengar vía internet fundamentalmente, sin la exclusión de otras vías. El envoltorio es la oración, mensaje básico, brutal y fácil de ejecutar, cohesiona fundamentalmente al vulnerable, débil, sin identidad, etc., dándole además un plus de poder.

A su vez los gestores (interesados) del movimiento, planifican las fuentes del negocio económico, de acuerdo con las necesidades. No se observan limitaciones ni escrúpulos de ningún tipo en su aplicación. La estrategia está al servicio del fin, un estado poderoso, faro del mundo.

Todo ello implica que las centrales de inteligencia, han de reflexionar: sobre el enorme grupo de los marginados, ofreciendo sutilmente identidad, a los excluidos, fanáticos, pasivos, carentes de iniciativa, etc. pues sus necesidades son tan grandes y desoladoras, que cualquier punto de luz fija su atención. Así como sobre sus fuentes financieras, con las que con facilidad compran y manipulan voluntades.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2025