TikTok, la red social que ha conquistado a millones de adolescentes, se ha convertido en un fenómeno cultural. Sin embargo, su popularidad también plantea preguntas sobre su impacto en el bienestar emocional y psicológico de los menores. Diversos estudios apuntan a que el uso prolongado de esta aplicación puede estar asociado a problemas como baja autoestima, estrés y dificultades para gestionar el tiempo frente a las pantallas.
Un reciente estudio realizado en España reveló que el 20,22% de los adolescentes de entre 12 y 18 años pasan más de dos horas al día conectados a TikTok. Este dato cobra relevancia cuando consideramos que dedicar tanto tiempo a redes sociales está relacionado con un mayor riesgo de experimentar problemas psicológicos. Más de la mitad de los encuestados (53,19%) afirmaron que invierten al menos una hora diaria en esta plataforma, y el 35,28% reconoció que su consumo supera la hora y media.
Cuando se analiza por género, se observa una mayor prevalencia de uso entre las chicas (24,3% dedican más de dos horas al día) en comparación con los chicos (15,4%). Este dato resulta preocupante, ya que las chicas también son quienes tienden a experimentar más problemas relacionados con la autopercepción y la salud mental debido al contenido que consumen en la aplicación.
Aunque todavía no se ha establecido una relación directa de causa-efecto entre el uso de redes sociales y el aumento de diagnósticos de enfermedades mentales, las investigaciones apuntan a una correlación significativa. En el caso de TikTok, la exposición constante a ideales de belleza poco realistas y a vidas aparentemente perfectas puede reforzar inseguridades, especialmente en adolescentes.
Los datos son claros: consumir redes sociales más de dos horas al día está vinculado a una percepción negativa de la propia imagen corporal, una menor autoestima y un aumento del estrés psicológico. En algunos casos, este estrés puede derivar en problemas más graves, como la aparición de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o incluso ideas suicidas. Los TCA, por ejemplo, son más frecuentes en chicas adolescentes, un grupo particularmente vulnerable al tipo de contenido que predomina en TikTok.
A diferencia de otras redes sociales como Instagram o Facebook, TikTok fomenta un consumo más pasivo. Su algoritmo de recomendación y el scroll infinito generan una experiencia que, aunque adictiva, puede ser aislante. Según las investigadoras del estudio, esta falta de interacción social significativa contribuye a que el uso de TikTok sea menos interpersonal y más intrapersonal, lo que limita el desarrollo de conexiones sociales reales.
Además, el contenido que consume cada género refuerza estereotipos tradicionales: las chicas suelen ver vídeos de moda, belleza y baile, mientras que los chicos prefieren temas relacionados con deportes y videojuegos. Esta segregación de intereses perpetúa roles de género que, en lugar de romper barreras, las refuerzan.
Uno de los mayores desafíos para los adolescentes es establecer límites saludables en el tiempo de uso. Según el estudio, los menores puntúan con un 3,22 sobre 5 su capacidad para fijar límites en el consumo de TikTok. Esto refleja una dificultad generalizada para equilibrar el entretenimiento con otras actividades importantes, como el estudio, el deporte o el descanso.
Otro aspecto crítico es la capacidad de los menores para analizar de manera objetiva los contenidos que ven. Aquí, la resiliencia emocional juega un papel clave. Sin embargo, muchos adolescentes carecen de las herramientas necesarias para identificar intenciones manipulativas o publicitarias en los vídeos que consumen.
La normativa actual en España establece que los menores necesitan el consentimiento de sus padres para abrirse una cuenta en redes sociales si tienen menos de 14 años. Sin embargo, la ausencia de mecanismos de verificación efectivos dificulta que esta regla se cumpla. En respuesta, el Gobierno ha propuesto aumentar la edad mínima a 16 años, lo que podría ayudar a reducir el acceso temprano a plataformas como TikTok.
Además, la Comisión Europea está trabajando en herramientas de verificación de edad que respeten la privacidad de los usuarios y limiten el acceso de los menores a contenido inapropiado. Paralelamente, los expertos instan a los poderes públicos a diseñar programas educativos obligatorios que promuevan el bienestar digital y prevengan la adicción a la tecnología.
El bienestar digital se basa en encontrar un equilibrio entre disfrutar de las ventajas de la tecnología y minimizar los riesgos asociados. Para los adolescentes, esto implica aprender a establecer límites, desarrollar una visión crítica sobre los contenidos que consumen y priorizar actividades que fomenten su crecimiento personal y emocional.
Las familias también desempeñan un papel crucial. Supervisar el tiempo que los menores pasan en redes sociales, conversar sobre los riesgos y beneficios de las mismas, y establecer reglas claras pueden marcar una gran diferencia. Al final, la clave está en empoderar a los adolescentes para que usen TikTok de manera consciente y responsable, sin que esta aplicación se convierta en una fuente de problemas para su salud mental.
Fuente: El País. Ana Torres Menárguez.
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