El poder, definido como la capacidad de influir o controlar el comportamiento de otras personas, puede tener efectos profundos y variados, en la psicología y el comportamiento de aquellos que lo detentan. Estos efectos pueden ser tanto positivos como negativos, dependiendo de múltiples factores, como la personalidad del individuo, su cultura, el contexto social en el que este se ejerza… es notorio que incrementa la confianza y la toma de riesgos, lo que puede llevar a una mayor disposición para asumir situaciones inciertas, pues las personas en posiciones de poder, tienden a sentirse más seguras de sus decisiones, y más optimistas sobre los resultados de sus acciones. Esta confianza puede fomentar la innovación y la proactividad, pero también puede provocar decisiones impulsivas, y faltas de previsión de posibles consecuencias negativas. Generalmente reduce la empatía, todas las investigaciones sugieren, que las personas poderosas, son menos propensas a considerar las perspectivas y emociones de los demás, esto puede deberse, a que el poder reduce la dependencia del resto de los individuos, y, por tanto, la necesidad de entender sus estados emocionales, pudiendo llegar a la observación de comportamientos insensibles, y decisiones, que no consideran el bienestar de los otros.

Se observa también, un incremento de la agresividad y del comportamiento dominante, el poder por ello, puede incrementar los comportamientos agresivos y autoritarios. Las personas en posiciones de poder, pueden sentirse menos obligadas a adherirse a normas sociales, estando más inclinadas a imponer su voluntad sobre los otros. Esta tendencia puede manifestarse, en una mayor disposición a usar la coerción y la intimidación, para lograr objetivos. Propicia además una mayor independencia y autonomía, y con ello, una mayor libertad para tomar decisiones, sin tener que consultar a otros, pudiendo esta independencia, fomentar la creatividad y la innovación, ya que los individuos tienen la libertad de explorar nuevas ideas y enfoques, sin embargo, también puede llevar a un aislamiento social, donde los individuos se distancian de la sociedad, lo que puede limitar la retroalimentación constructiva y la colaboración.

Se observan cambios en la percepción del tiempo y prioridades, las personas con poder suelen percibir el tiempo de manera diferente, sintiendo que tienen más control sobre su uso, y estando más orientadas al futuro. Esto puede influir en como priorizan sus tareas y decisiones, enfocándose más en metas a largo plazo, y menos en detalles inmediatos, aunque esta visión, puede ser beneficiosa para la planificación estratégica, también puede llevar a descuidar, problemas urgentes o importantes en el presente. También se observan alteraciones en la ética y la moralidad, pues el poder puede influir en la moralidad de una persona, haciendo que sea más probable, que actúe de manera egoísta, o que justifique comportamientos poco éticos. Este fenómeno puede estar relacionado con la sensación de invulnerabilidad, o la creencia, de que las reglas no se aplican de la misma manera a los poderosos. Los estudios muestran, que las personas en posiciones de poder, pueden racionalizar sus acciones, de manera que les permitan mantener una imagen positiva de sí mismos, incluso cuando sus acciones son moralmente cuestionables.

No todas las personas se ven afectadas por el poder de la misma manera, hay factores que pueden moderar los efectos del poder, como la, personalidad. Las personas con rasgos de personalidad como el narcisismo o el maquiavelismo, pueden ser más susceptibles a los efectos negativos del poder. Por el contrario, aquellos con una orientación pro-social, pueden utilizar el poder de manera más ética y beneficiosa​. La cultura y la organización son factores importantes, un entorno que fomente la transparencia, la responsabilidad y la empatía, puede mitigar los efectos adversos del poder, también, las organizaciones que promueven una cultura de colaboración, pueden ayudar a los líderes, a mantenerse conectados y conscientes de las necesidades de sus subordinados. La conciencia y la reflexión, sobre los efectos del poder, permiten mantenerse humildes y empáticos, pudiendo contrarrestar los cambios negativos, de igual forma, la autorreflexión, y el entrenamiento en habilidades de liderazgo ético, pueden ayudar a los líderes a utilizar su poder, de manera constructiva y responsable.

El poder en definitiva, tiene la capacidad de transformar a las personas de manera significativa, y a menudo, predecibles. Aunque puede fomentar la confianza y la creatividad, también puede reducir la empatía, aumentar la agresividad y distorsionar la moralidad. Sin embargo, estos efectos no son inevitables. Con la autoconciencia, el apoyo de una cultura organizacional positiva, y un enfoque en la responsabilidad ética, los líderes pueden aprender a manejar el poder, de manera que beneficie tanto a ellos mismos, como a aquellos a quienes lideran.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024