La primera idea que hablando de vacaciones me invade, es, la ausencia del médico de mi pueblo, una semana todos los años en verano, ninguno de los vecinos del mismo pensaba, imaginaba ni añoraba, algo que no conocía. Pero la vida, o el paso del tiempo, han ido provocando de forma lenta cambios de comportamiento, sembrando nuevas necesidades y fantasías, y el individuo en su lento pero permanente recorrido, ha ido aceptando unas veces, y exigiendo otras, un cambio, que ha sido enormemente brusco, lo explican dos experiencias personales.
Estamos en la década de los ochenta, y hacemos un viaje a Roma en familia, hermosa ciudad, llena de historia, en la que los monumentos son el gran referente. Una mañana nos presentamos, en el laberinto que representa el Museo del Vaticano, y en diversos momentos estuvimos en “familia”, incluso en la Capilla Sixtina, algo ahora inimaginable. Transcurridos dos, tres años, visitamos la Atenas eterna, cuna de la democracia, y que como Roma nos retrotraen a un pasado lejano, lleno de misterio glorioso. Nos dirigimos a visitar el Partenón, ese monumento de monumentos, que es la cuna de la sabiduría, de la gloria y de la belleza; subimos su ladera con unas pocas familias, y nos presentamos a sus pies, le contemplamos desde todos los ángulos, sin prisa, estábamos unas pocas personas. “Y qué decir siguiendo en la línea de monumentos, de la Mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada, en la que la asistencia a las mismas requiere de tiempo y requisitos’’. Sin ir más lejos, hasta el principio de la década de los setenta, se podía sentir el olor de las Cuevas de Altamira, monumento universal más valorado de nuestra antigua historia, y ahora, se visita su réplica cuando te toca, después de una enorme espera.
Esto supone que el turismo, ese movimiento social al que todos de una u otra forma estamos apuntados, ha supuesto grandes beneficios personales y sociales, pero lentamente venimos hace unos años asistiendo, por su tumultuoso movimiento, a los numerosos aspectos negativos que está provocando, al incidir en la dinámica social de las diferentes comunidades, pudiendo llegar a provocar en estas, una pérdida de identidad cultural y de tradiciones, ya que las comunidades pueden verse obligadas a adaptarse a las demandas y expectativas de los visitantes, y esto puede conducir a la transformación de costumbres y modos de vida, diluyendo las particularidades que hacen de un lugar, el único.
Puede además generar tensiones sociales entre residentes y turistas, porque la sobrepoblación puede causar malestar; los habitantes locales pueden sentirse invadidos, al perder calidad de vida, por los ruidos y el comportamiento inadecuado de algunos visitantes, y estas tensiones pueden erosionar la cohesión social, y generar conflictos entre las comunidades y visitantes. En algunos destinos que no están preparados, puede sobrecargar el sistema sanitario, provocando escasez de servicios médicos, de medicamentos y de personal sanitario. En algunos destinos que carecen de una respuesta adecuada, esto se puede volver crítico y provocar, situaciones de emergencia, o la propagación de enfermedad infecto contagiosas. El Covid fue un buen ejemplo, de cómo un turismo masificado, puede facilitar la rápida propagación de enfermedades. También las aglomeraciones en aeropuertos, estaciones, hoteles, atracciones turísticas… aumentan el riesgo de transmisión. Esto se agrava al ser múltiple la procedencia, de tal forma que, pueden introducir nuevas enfermedades, a las que la población local no está acostumbrada.
El turismo puede ser una gran fuente de ingresos económicos y empleo, pero el masificado, puede también tener efectos negativos. La dependencia económica del turismo, puede hacer que las economías locales sean vulnerables, por cambios en la demanda, pudiendo provocar fluctuaciones económicas. Así podemos asistir, a ciclos de auge y caída, que afectan a la estabilidad económica de la región; además puede incrementar el coste de la vida en las áreas turísticas, la demanda de bienes y servicios por los turistas, puede elevar los precios, haciendo que los productos básicos y la vivienda, se hagan inaccesibles para los residentes locales.
El impacto ambiental es una de las consecuencias más evidentes, la sobre explotación del agua puede agotar las reservas, y dañar ecosistemas, además de la construcción turística, hoteles, carreteras y aeropuertos, pueden destruir hábitats naturales. Se genera además gran cantidad de residuos sólidos y líquidos, que pueden contaminar suelo, aire y agua, siendo en muchos lugares incapaces de gestionar, estos residuos de manera sostenible.
Por todo ello, se hace necesaria la colaboración entre; autoridades, operadores turísticos y comunidad, para gestionar el turismo de masas de manera sostenible, minimizando el impacto negativo, y asegurando que los beneficios, sean distribuidos equitativamente.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024
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