Desde el principio de los tiempos, viene ocurriendo que un periodo de tiempo, que denominamos año, se termina para dar paso a otro periodo equivalente, del que siempre esperamos algo más y mejor, aunque persiste siempre el dilema en cada uno de los comienzos, de, ¿cómo conseguirlo? de aquí que cada persona ponga énfasis en aquello que desea: en la culminación de aspiraciones crónicas o actuales, en aquellos sueños que siguen en la mochila, y no se han dado forma, en nuevos y agradables anhelos… y todo ello referido generalmente, al trabajo, relaciones sociales, amistades, estudios, viajes… de tal forma que, se puede observar, un ramillete de apetencias cargado de multitud de variables.
Se da generalmente el hecho, de que en ocasiones la esperanza es tan poderosa, y el deseo tan anhelado, que ambos nos presionan y pasamos el tiempo como anestesiados; no reflexionamos, sobre el porqué nuestras aspiraciones no se cumplieron, siguiendo como enteleridos en los mismos raíles: aspiraciones de cambio de trabajo, de mejores relaciones de pareja o familiares, o de amistad, dudas frente a los estudios, las oposiciones, o a la relación de pareja… en definitiva, de todas aquellas situaciones con las que convivimos, con las que nuestro tiempo transcurre, y que quizás por una ausencia de reflexión, terminamos siempre en el mismo lugar.
Por ello, en primer lugar tenemos que vivir e interiorizar, que se abre un paréntesis nuevo, que puede ser distinto, y que nos puede facilitar más y mejores presentes, pero que esto va a depender de: su definición concreta y precisa, de una objetivación diáfana y comprensiva, y de una actitud de perseveración y constancia ciega, además de esfuerzo. Yo se que este lenguaje no es fácil transitarle hacia una realidad diaria; que hablar de constancia, esfuerzo y trabajo no queda bien, especialmente en la generación Z, que ha nacido con ciertas comodidades, a las que se le han sumado el colchón amable y cálido de padres y abuelos, a todos ellos, o a casi todos, se les hace muy costoso el subir una cuesta empinada, el agotamiento es inmediato y con ello el fracaso.
Este espacio nuevo, vacío, claro, y carente de obstáculos, porque es virgen, que acaba de nacer, nosotros podemos acometerle desde una doble dirección; primera, para rematar aquello en lo que hemos andado parte del camino, o de otra forma, no podemos abandonar nuestro itinerario, su abandono lo viviríamos como fracaso, y el fracaso siempre queda en nuestros corazones, facilitando posibles rendiciones futuras, hay que perseverar, luchar con más fuerza y rematar el tema, y segundo, aunque estemos situados en un erial, estepa improductiva, seca y árida, hemos de iniciarnos en aquello que sea a los ojos de la realidad más productivo, nos guste más o menos, tenemos que hablar como adultos, de lo que nos conviene, y ojo, hablamos de productivo, en todos los términos, no sólo económico, que también, sino en relaciones sociales, en solidaridad con el mundo, en seguridad, en afecto, en bienestar y salud… son un conjunto de aspectos a cuidar, a tener en cuenta, siempre pensando en la estabilidad de los nuestros.
En todos nosotros, como seres sociales, se pueden dar relaciones amables y positivas, y relaciones tóxicas o negativas, estas, si bien pueden aportar satisfacción puntualmente, pasado un tiempo indeterminado, generalmente nos preocupan, manifestando interiormente, ¡esto no puede ser!, ¡esto me provoca cierta insatisfacción!, incluso nos irritamos al sentirnos culpables del error repetido. Este hecho muy común, lo tenemos que desterrar, denunciar y no repetir, para comenzar a sentirnos distintos, son relaciones que en el fondo intoxican nuestro comportamiento, por lo que las tenemos que abandonar para siempre; pero como no es fácil dejar algo a cambio de nada, para facilitarlo, siempre es bueno de forma simultánea, pensar en la práctica de alguna otra alternativa, que nos aporte seguridad: gimnasio, pádel, piscina, senderismo, implicación en el equipo de fútbol en el que están tantos compañeros, matricularnos en un máster… Son nuevas actividades, cuyo sentido es, de fijar nuestra atención, a la vez de satisfacernos, al vivirlas con placer por la consiguiente liberación de hormonas euforizantes.
En esta línea ocupa un lugar especial el voluntariado, que es en el fondo el cultivo de la solidaridad, tan positivo para nuestra salud. En una encuesta realizada en la universidad de Miami, sobre una muestra representativa de jóvenes de ambos sexos, que lo practicaban, se pudo observar: que obtenían mejores notas, practicaban más deporte, acudían menos al médico, y mejoraba su estado de ánimo, haciéndole más expresivo.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Santander 2025
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