Si algo hace esencial al individuo, es el lenguaje, la capacidad de comunicarse mediante la palabra y el gesto; la interactuación verbal, permite que la convivencia sea una fuente de riqueza, como génesis de información, nos moldea, modula nuestra forma de estar, a la vez que templa y serena nuestro caminar. No olvidamos la capacidad de discernir, el pensamiento crítico, la posibilidad de decir no, la actitud de la solidaridad, de perdonar, de amar después de discriminar, y excluir, en definitiva; la riqueza de la amistad, resaltada por Aristóteles, al entender al hombre como ser social, el sentimiento crítico y la esperanza, resaltada por Kant, el amor, la ternura, el respeto el cariño, la necesidad del otro, subrayado por los Místicos especialmente, enriquecen al hombre, haciendo que sea, el ser más privilegiado de la creación.
En este juego, tenemos que subrayar los sentimientos y las emociones, como respuesta a los estímulos, y que son tan explícitas, que una emoción expresada gestualmente sin palabras, es perfectamente un mensaje delimitado, concreto e inteligible, no entraña dudas, es rectilíneo, de tal forma que sólo una mirada, o una sonrisa, por referirme a las más explícitas, van a manifestar en ocasiones, no sólo un hecho concreto, sino una historia llena de vicisitudes. Pero este complejo, rico, y maravilloso mundo, en el que hemos nacido y nos movemos, casi sin darnos cuenta ha ido evolucionando hacia el empobrecimiento, por la presencia de una enfermedad que yo defino como, anestesia emocional.
Supuso un enorme paso, incluso un paso histórico, la presencia entre nosotros del teléfono, las grandes distancias, o las simples distancias se habían acortado, todo lo teníamos al lado, junto a nosotros, de tal forma que se daba la paradoja, que subíamos en un ascensor sin decirnos buenos días, y sin embargo, sin problema alguno, podíamos disfrutar de los buenos días a cientos de quilómetros, así nació la discordancia técnico humanística, y así nos entró el virus del raquitismo comunicativo.
Con el aterrizaje de las redes sociales, dimos otro paso gigante, podemos comunicarnos a la vez de vernos de forma simultánea, esto ha supuesto un juego agradable, del que comenzamos a abusar, nos daba tanto placer ver al nieto… o ver a nuestra pareja, además de regalarle algún gesto más que amable… la realidad es que aquello superó todo lo imaginable, fue un salto enorme, de tal forma que en la actualidad las máquinas duplican a la población, y de ellas podemos extraer enorme e inverosímiles frutos, porque están en continua evolución. A esto habrá que sumar la IA, que cuenta con la capacidad de reemplazar al individuo, en múltiples tareas, incluso en aquellas que dependen de su imaginación, al poder diseñar un texto con el número de palabras que se le indique, y razonar el argumento de un tema. Impresiona todo ello, de inverosímil, o simplemente de irreal.
Esta evolución científica, nos exige estar rodeados de máquinas inteligentes, adueñándose de todos los puestos auxiliares de nuestra convivencia, pueden hacer de recepcionistas, la limpieza de la casa, la siega del forraje, darnos las últimas noticias, señalarnos un itinerario, o explicarnos una obra de arte, con todas sus singularidades, no hay nada que no puedan hacer, aunque la sustitución de la persona, además de compleja, es imposible.
Esto explica la pobreza de una conversación, que hoy, durante quince minutos, he mantenido con una máquina inteligente, cuando he tratado de conectar con la empresa, con la que tengo contratados sus servicios. Marco el número de teléfono correspondiente, y una voz atiplada se pone en marcha, comentando, “esta conversación será grabada… y seguidamente me comunica, si Vd. desea tal cosa, marque el uno, si desea otra cosa marque el dos… Marqué en seis ocasiones el número correspondiente, y después de procesar la información, la máquina me repite nuevamente; si desea tal cosa marque el número uno, nuevamente seis propuestas, y de nuevo seis respuestas. Este proceso se repitió en cuatro ocasiones, terminando con el mensaje, “le paso a Vd. con uno de nuestros agentes”, lleno de esperanza después del esfuerzo de concentración, ante tantas preguntas, esperé un tiempo y se cortó la comunicación. Obviamente quedé muy insatisfecho, porque repetí el pedregoso itinerario, no obstante, mis esperanzas se frustraron, al final se cortó nuevamente. Ante mi incredulidad, pues no parecía normal lo ocurrido, insistí con una estoica paciencia, una tercera vez, para obtener el mismo resultado. Un servicio que tengo abonado, y en consecuencia al que tengo derecho, se me niega a través de una máquina debidamente programada.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024
Santander
- C/ Ruamayor, 11 - Bajo 39008, Santander (Cantabria)
- 942 22 45 44
- 942 07 07 87
- administracion@centrorodero.es
Torrelavega
- C/ Julián Ceballos 36, 1-A, 39300 Torrelavega
- 942 88 13 22
- 942 07 07 87
- administracion@centrorodero.es
Últimas Entradas
- 11 May 2024Deja de compararteEn un mundo hiperconectado, las comparaciones se han vuelto una constante en nuestra vida cotidiana....
- 17 Abr 2024¿Qué metas tienes en tu vida?A lo largo de nuestras vidas, todos nos enfrentamos a una pregunta fundamental: ¿Qué metas tengo en...
- 21 Mar 2024Consecuencias de retirar los psicofármacos de manera prematuraSegún la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ansiedad y la depresión son los trastornos menta...