Hace unas semanas, se acercó a consulta una joven pareja de padres, con expresión de preocupación, algo tensos y muy serios; la madre más cercana, comenzó un relato a propósito de su segundo hijo de trece años, que me lo describe como, “cariñoso, atento, muy listo e inquieto, pero que hace unos meses, ha experimentado un gran cambio, que es lo que preocupa a la pareja. Está el niño más irritado, más despistado, con cambios frecuentes de carácter; en ocasiones protesta, y al final ignora cual es la causa, se molesta por casi todo, está más sensible, sus amigos son numerosos, pero cambia con frecuencia de grupo, obviamente es simpático y cariñoso, por lo que en el fondo es bien recibido por todos, pudiéndose decir, que aun no teniendo un grupo definido, se podría afirmar que para él todos forman parte del mismo grupo; sale algo más, aunque jamás hemos tenido un problema de conducta por enfrentamientos, o por cualquier otra causa, y en cuanto al colegio, participa menos, está en clase más ausente, en ocasiones, incluso ignora lo que se ha explicado en clase, aunque no plantea problemas de obediencia, ni a los padres ni a los profesores, se pliega a cualquier circunstancia, aunque no penetra en la realidad, la atención es generalmente escasa, o difusa, y por ello la compresión plantea dificultades, por lo que a la hora de los exámenes, necesita ayuda, que acepta, además con aprovechamiento”.
“Ante cualquier propuesta nueva, normalmente, aunque al final la acepta, siempre protesta, se trate de lo que se trate, parece que no sabe lo que quiere, incluso él ha propuesto que las vacaciones sean en un lugar, y pasadas unas semanas, le comentamos que vamos a ir donde él propuso, y no le parece bien; el objetivo esencial es la protesta, circunstancia por la que nos tiene preocupados especialmente, porque no sabemos cómo tratarle, aunque jamás ha ocurrido nada, y siempre accede a lo que le propongamos, es como si quisiera protestar por todo, como si su mensaje único y especial, fuera la protesta, aunque en el fondo no sepa porque protesta, protesta por protestar”.
“Esta situación, la hemos comentado con el tutor del colegio, y parece que está relacionado con los años, está en plena preadolescencia, por lo que nos comenta”, “que no es para tanto, que en el colegio, aunque se nota cierto cambio, no ha supuesto un cambio brusco, sigue siendo el niño bueno que era, amigo de sus amigos, aunque proteste un poco más, jamás se ha salido de lo que es un comportamiento normal, para su edad, que todo es normal, y que está viviendo la realidad de unos años, que le introducen en un campo nuevo, en el que observa nuevas realidades, y que vive con cierta desorientación, como la mayoría de los niños de su edad, aunque como somos únicos, y por ello diferentes, cada niño lo vive de una forma; él es más sensible y generoso, más amable y leal, vive más intensamente todo, por lo que le afectan más los cambios, y los profesores lo sabemos, de aquí que prestemos cierta atención a cada situación de este tipo, para prestar mediante la comprensión y empatía, la ayuda que en estos momentos necesita.
Al escuchar al tutor salimos tranquilizados, empezamos a comprender, que lo que le ocurría es normal a unos años, en los que se da un cambio hormonal, que le afecta profundamente, especialmente en el comportamiento, haciéndole más sensible, inquieto e irritado, estando como enfadado con él. No obstante, no parece que todos los profesores presten esa atención al problema, y aquí está nuestra confusión, el niño es deportista, participa hace años en un equipo de fútbol, actividad por la que siente un tierno amor, el entrenador siempre le ha tenido cierta consideración, él ha participado en todos los partidos, siendo obediente, y aceptando lo que se le indique, no obstante, algún compañero le ha comentado que el entrenador, en cierto momento, públicamente ha manifestado, que era el peor jugador, y que le propondría un descenso de categoría, pasándole a jugar con niños de menor edad, dada su baja calidad y motivación. Propuesta que significa, además de la más mínima educación y respeto hacia un alumno, el más grave de los insultos en estos momentos, donde esta tan necesitado de una mínima empatía, pues a él le enamora lo que hace, aunque quizás en estos momentos lo realice con menos acierto, pero hemos, cuando menos, tratar de entender su realidad, respetarla, y ayudarle a salir del pozo donde está situado, redoblando nuestra actitud de efecto, respeto y empatía.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024
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