En nuestra exigente sociedad industrializada, en la que cada persona tiene asignadas unas responsabilidades, productivas, educativas, humanitarias… a las que han de enfrentarse de forma diaria, las vacaciones suponen una liberación, una desconexión, un alejamiento de la rutina diaria, que en ocasiones se hace tan repetitiva y que ejercemos como robot; de aquí que se haga necesario un descanso, que al permitirnos alejarnos de nuestra tarea, a la vez de cultivar actividades amables y deseadas, diferentes, binomio que provoca un enorme beneficio, tanto física como psicológicamente. En el trabajo, el esfuerzo y las preocupaciones se acumulan, y el desgaste emocional y físico se hace evidente, provocando cierto cansancio, incluso fatiga en sus distintos niveles; las vacaciones son pues un acto de reparación de nuestra salud, que repondrá nuestros niveles de imaginación y creatividad, a la hora del regreso, con lo que, la integración en nuestras respectivas actividades, y la satisfacción y el rendimiento en el ejercicio de las mismas, será normalmente más rico y cuantioso, además de más satisfactorio, al haberse desposeído el individuo de sus niveles de tensión, o incluso de estrés, por lo que la esfera cognitiva, especialmente atención y memoria, incluso el razonamiento, serán óptimos.
El trabajo prolongado y constante, puede ser causas de diferentes patologías físicas, como enfermedades cardiovasculares, respiratorias, accidentes laborales de todo tipo… y emocionales; crisis de ansiedad, episodios depresivos, trastornos adaptativos, trastornos obsesivos… las jornadas largas y exigentes, la presión de la productividad, los turnos que causan trastornos del sueño y aumento del cansancio, la supra especialización… son al final la respuesta, al ejercicio de una labor responsable y diaria, que hacen necesario el acercamiento a otros horizontes, donde podamos sentirnos libres para elegir, aquellas actividades que nos gusten, de tal forma que hundiéndonos en ellas; deporte, paseo, visitas culturales, encuentros con amigos, lectura… renueven aquella sustancia necesaria, para desarrollar la labor de la que vivimos.
Estas nuevas actividades, quizás deseadas y diseñadas durante el año; escalar, visitar monumentos, pasear por un valle o una montaña, asistir a un espectáculo, vivir la riqueza de la playa y todas sus aportaciones: baños, descanso, lectura, conversaciones, encuentros con amigos… disfrutar de los torrentes, de los riachuelos, o de sus remansos. Queremos destacar las visitas a familiares, o al pueblo que nos vio nacer. Estos encuentros suponen una riqueza inimaginable al acercarnos a nuestra niñez, a cuantas circunstancias se dieron en ella, buenas y menos buenas, pero, en definitiva, que nos fueron dando forma, física, y especialmente emocional, pues cada familiar siempre por su edad, educación, formación, dedicación profesional… siempre aportan algo distinto a la vez de complementario. El recuerdo de nuestra escuela, de los amigos con la que compartimos nuestro pupitre, la situación social de los mismos, formas de vida que se conservan, entre ellas aquellas comidas especiales propias de nuestra casa, de nuestra familia o de nuestro pueblo, el campo, y sus diversos productos, sus caminos, sus fuentes o ríos, sus personajes más importantes, todo eso forma parte del nosotros, de aquí que nosotros seamos más que lo que parece que somos, al ser la respuesta a todo, porque sin ello seríamos diferentes.
Las vacaciones además tiene un valor añadido, se mueven millones de personas desde diferentes orígenes, pueblos, ciudades grandes o pequeñas, de aquí y de allende nuestras fronteras, que viajan en distintos medios de comunicación; familias enteras, pueden desplazarse a cualquier lugar, porque cualquier lugar es el deseado por la familia, se mueven aviones, autobuses, automóviles, camiones donde trasportar víveres u otros enseres, se dotan de sus productos las gasolineras, y áreas de servicio de autopista… Todos los desplazados necesitan ser recibidos en algún lugar, hoteles, casas rurales, pisos turísticos, campings… restaurantes, bares, chiringuitos, así como la más diversa hotelería, que de entrada tiene que dotarse de personal especializado, que atienda al viandante, todo este movimiento, así como la dotación de personal de aquellos lugares que son visitados, mueven enormes cantidades de dinero, que normalmente además de provocar bienestar económico a la población dependiente de estas actividades, gracias a su empleo, el estado a través de sus impuestos consigue unos ingresos, que en nuestro país puede suponer el 14/% del producto interior bruto.
A modo de conclusión, las vacaciones son de vital importancia en una población moderna, al proporcionar una respuesta necesaria al estrés laboral, mejoran la salud física y mental, fortalecen las relaciones familiares y sociales, benefician la economía, y estimulan la creatividad e innovación. En un mundo donde el trabajo puede ser muy exigente, las vacaciones no son un lujo, sino una necesidad esencial, para mantener un equilibrio saludable en la vida laboral y personal.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024
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