Una visión de los noticiarios, bien sea TV o radio, prensa… o una atenta atención a los diferentes comentarios, que la población acuña en su convivencia diaria, nos permitirá observar, cuan fácil es la poda de la dignidad de cualquier ciudadano, y es que los seres humanos, tenemos una predisposición biológica, de notar y recordar más intensamente, los eventos negativos acaecidos, que los positivos. Este sesgo negativo tiene raíces evolutivas, ya que prestar atención a las amenazas potenciales, ha sido crucial para nuestra supervivencia. Como resultado, es más fácil centrarse en los defectos o errores de los demás. Por otra parte la crítica refleja a menudo, aspectos de nosotros mismos que no aceptamos, y de los que no somos conscientes. Proyectar estas características en los otros, y criticarlas, puede ser una manera de lidiar inconscientemente con nuestras propias inseguridades y defectos. También criticar a otro, puede proporcionarnos un falso sentido de superioridad. Al señalar las faltas ajenas, las personas pueden sentirse mejor consigo mismas, en el fondo se refuerza nuestra autoestima a expensas de los demás.

También en muchas culturas, la crítica es una forma común de interacción social, señala lo que está mal o lo que se podría mejorar, y se considera una manera de contribuir al desarrollo, y a la mejora continua. Sin embargo, esto puede llevar a una cultura de la negatividad, donde la crítica es más frecuente que la alabanza. Señalar, que la crítica se ha amplificado en la era digital, las redes sociales, y los diferentes medios de comunicación social, a menudo destacan y virilizan, los errores y comportamientos negativos de las personas, fomentando una cultura de  crítica rápida, y en la mayoría de los casos superficial.

Criticar es una forma simplificada de entender y juzgar el comportamiento de los demás, despreciando las múltiples y complejas situaciones de cada individuo, ante este barroquismo es más fácil emitir un juicio rápido y crítico. Esto puede en ocasiones fortalecer los lazos dentro de un grupo, creando sentimientos de un nosotros contra ellos, esto se hace evidente en ambientes como, en el trabajo, la política, el colectivo educacional… incluso entre grupos de amigos, pues al criticar al otro, se incrementa la cohesión del grupo.

Desarrollar la empatía, y tratar de entender las diferentes circunstancias y perspectiva de los demás, puede reducir la crítica, como la autocrítica y el desarrollo personal, así  como cambiar el enfoque hacia la apreciación y el reconocimiento de los demás.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024