03 Dic 2024
J diciembre, 2024

¿Se progresa en calidad de vida?

Baltasar Rodero

Yo llegué a Santander, después de superar unas oposiciones en la década de los setenta, nadie por aquel entonces encontraba argumentos para negar que los hijos vivíamos mejor que nuestros respectivos padres, a la vez que estos superaban en calidad de vida a los abuelos, en mi caso, y en todos los que conozco, esto puedo afirmar que responde a la realidad, se interiorizó la necesidad de la formación, se multiplicaron las escuelas infantiles y los institutos de segunda enseñanza, nació la formación profesional, y el estado de California, que contaba entonces con 10 universidades, (dos entre las 10 primeras del mundo), con una población equivalente a España, mientras que España  superaba las setenta universidades; ahora se puede observar lo que pasó como con la burbuja inmobiliaria, construir y construir, o con las cátedras a término, crecer y crecer, de tal forma que el número de estudiantes universitarios, era porcentualmente superior, al de cualquier otro país europeo.

A pesar de la racionalidad con que en los últimos años se ha tratado de operar, estamos en ese paso difícil, porque a la estabilidad equilibrada de aéreas de conocimiento, se suman los nuevos conceptos de inteligencias múltiples codificados por Gardner en 1983, más los conceptos de inteligencia artificial, y la elaboración práctica y útil de los algoritmos múltiples y diversos, que nos permiten mediante su aplicación, una eficiencia jamás soñada, en la búsqueda de conocimientos nuevos.

Este preámbulo yo creo que nos acerca al concepto de universidad, como centro de donde se vienen impartiendo unos conocimientos, raquíticos, pobres y viejos ya en la licenciatura, que no sirven para lo que se idearon, para encontrar un trabajo con el que poder independizarse y vivir. Esta situación se pretendió subsanar con la programación de másteres, que se han multiplicado como las uvas en racimo, perdiendo con ello lo que se buscaba, adaptar los conocimientos obtenidos en las diversas licenciaturas, a la realidad de la cotidianidad del campo laboral, los hay en todos los lugares y de todos los colores, de tal forma que, quizás uno de sus frutos sea el de propiciar un sueldo decente, al profesorado.

Con esta situación, no es difícil entender la enorme tristeza que supone observar, el número tan exagerado de parados bien formados, con muy buenos expedientes, que se han esforzado, han trabajado mucho, se han hipotecado en años de estudio y económicamente, y están en paro, pero además con pocas esperanzas, parece increíble que después del esfuerzo vivan esta frustración. Pero como ya hemos dicho, la calidad de la demanda cambia, cada tres años hay que reciclarse, los conceptos se hacen más ágiles y menos perceptibles, de tal forma que se necesita más que nada la intuición, motivación, además de una información puntual, y solidaridad de equipos, de no ser así no se llegará jamás a nada positivo, quedando uno en el limbo de la ignorancia.

¿Nos extraña con esta situación, la falta de equilibrio emocional de los adolescentes y jóvenes? ¿de las múltiples quejas que afloran en cualquier encuesta, a propósito de sus necesidades, deseos, realidades, y futuro?, cuando uno se acerca a una de ellas de las múltiples que se publican casi diariamente, primero encuentra la decepción en los adolescentes, porque saben que no se les prepara bien, no sirve de mucho su aprendizaje, que han de complementarle con algún curso máster, y que ni con eso van a poder conseguir la formación que exige una sociedad cada día más sofisticada, si a esto unimos que cada dos o tres años las metodologías adquieren otro orden operante, la confusión y la pena se hace mayúscula. La tristeza se incrementa cuando nos centramos en jóvenes que han terminado su formación, y que llevan tres, cinco, o más años sin encontrar trabajo, pudiendo observar técnicos superiores calentando hamburguesas en R.U. o en Alemania.

Fruto de esta situación es, primero que los hijos ya no puedan decir que vivirán mejor que sus padres, en términos generales, y que su amargura, resentimiento, frustración, engaño, y ausencia de expectativas, se convierta en que jamás se haya asistido a tanta ideación autolítica, a tantos intentos de suicidio, a tanto apegamiento a deportes de riesgo, donde la pérdida de la vida es muy fácil, a tanto consumo de sustancias psicoactivas, o al juego patológico, además de a tanto consumo de sexo, en edades en las que se deberían recrear, en el aprendizaje a través de la naturaleza.

No hablemos de la ideología, actualicemos materias, hagámoslas flexibles, trabajemos en grupos o equipos, inquietémonos, situémonos en la vanguardia, no hay blancos ni amarillos, hay personas, inquietas, críticas, laboriosas, amantes del saber, que bucean de forma constante en todos los campos de la vida.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024