El actual momento social, en nuestro criterio, viene definido por dos aspectos, cuya singular importancia, van a definir nuestras conductas. En la primera parte hicimos una reflexión sobre el estrés, y las zancadillas que en nuestro recorrido vital estamos acostumbrados a superar, hoy señalo otro elemento, no menos importante, la violencia. Protestas, quejas, desencuentros, enfrentamientos, violencia emocional y sutil, violencia física, más o menos expresiva, desde empujones y bofetadas, a la utilización de armas, con el objeto de asesinar… La variedad es tan grande, como la imaginación con la que se utiliza; con o sin razón, de forma expresa fluida o misteriosa, pero siempre gestada, para dañar, para herir, para hacer sufrir, y mas allá para exterminar.
Hoy leo el periódico del día de la fecha, y como siempre nos muestra varias situaciones violentas; un varón de más de sesenta años, asesina a su pareja y al hijo de esta, suicidándose posteriormente. Nada extraordinario, no había denuncias previas, ni trascendía tampoco, que hubiera habido malos tratos, suponiendo, dentro del capítulo de violencia de género, la víctima número trece en lo que va de año, así como la 1.257, desde el año 2.003, que se inició su contabilidad; se apunta también que la primera ministra de Dinamarca, ha sufrido un atentado, que impresiona en principio, sin graves consecuencias, y por otra parte, no parece que se trate de terrorismo, como movimiento armado, y si de un particular no muy conforme con su visión de la política del momento; igual que ha ocurrido en Eslovaquia, donde su presidente de gobierno, ha sufrido otro atentado, y está en situación “muy grave”, un individuo mayor, se sentía ofendido por las propuestas del gobierno, y disparo a bocajarro al presidente, cuando éste participaba en un acto electoral.
Pero la violencia social siempre cruel y devastadora, incide sobre el individuo desde muchos parámetros: las migraciones; movimiento de individuos, desolados, sin vitalidad y energía, entregados desde su fragilidad a cualquier tipo de riesgo, suponen el 3,6% de la población mundial, la soledad; aquella situación en la que el individuo se siente desconectado de la vida, desorientado, sin incluso saber quién es, ni dónde ir, ni tampoco en qué lugar instalarse, todo es llano e improductivo, adueñándose de ellos la tristeza, hoy según la fundación ONCE, una de cada cinco personas se siente sola, y el 43% ha sufrido en alguna ocasión ideación autolítica, cuatro veces más que los que no se sienten solos, el hambre; según la universidad de Barcelona, uno de cada nueve personas, carece de una dieta saludable, porque no le alcanza la economía, el paro; el trabajo, como un bien, que además de permitirnos conseguir un sueldo, para el sustento a nuestras vidas, nos pone en contacto con los demás, nos permite convivir, participar, sentirnos útiles para la sociedad, y en nuestro medio, apuntamos como significativo, la dificultad de emancipación de los jóvenes; al tener que superar cada día, dos graves obstáculos, la vivienda, en la que a la escasez se une el atropello de los fondos buitres, voraces e impersonales, y el empleo, en muchas ocasiones, por la dificultad de ensamblar, necesidades empresariales, de una específica mano de obra, y la formación inadecuada.
En estos momentos, se dan dos focos de cierta gravedad, cuyas repercusiones especialmente económicas, están impregnando Europa en su totalidad; el afán de poder, de dominio, y de posesión, de algunos autócratas, que es insaciable, que viven ciegos emocionalmente, con introspección limitada, y que disponen de una visión sesgada de la realidad, instalados en la satisfacción de sus necesidades vitales, tratando de demostrar todo su poder, con la provocación de verdaderos atropellos sociales, destrucciones del hábitat o núcleos de personas, donde al final reina la desolación, la desesperanza, y el horror más frustrante con la presencia de la hambruna como final. Llámese Ucrania, Palestina, Sudan… El peligro supremo, se deriva de que en ocasiones se pueden medir erróneamente las fuerzas en conflicto, pudiendo provocar, el efecto de sus ambiciones, enorme catástrofe. A esto hay que sumar una nueva forma de invasión de otros pueblos, con la adquisición de grandes aéreas de terreno, en la búsqueda de tierras raras, que hoy escasean en el mercado.
Detrás de todo atropello, del tipo que sea, está la figura del dictador o autócrata, cuyos deseos de poder le ciega, y su necesidad de tener le embriaga, y en la penumbra de una conciencia oscura y podrida, se cree con el derecho de tomar cuantas decisiones sean necesarias, para alisar el camino de su mantenimiento en la cúspide, creando para ello, circunstancias que aspiren a justificar, sus permanentes atropellos.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024
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