Se han celebrado unas elecciones generales, y se han desarrollado con total normalidad, con la singularidad, de que hemos asistido a un incremento exponencial de los votos por correo; los ciudadanos, por celebrarse en puro verano, y por estar en plenas vacaciones, queriendo participar como corresponde, lo han hecho por correo, y los resultados no han sido los que se adelantaron por las diferentes encuestas, en las que se daba una ventaja considerable del PP, sobre el PSOE, que parece que estaba en caída libre. Aunque algo ha quedado claro, sigue manteniéndose el voto periférico, o nacionalista, su permanencia es constante y clara, algo con lo que se ha de contar, desde el pensamiento de los dos partidos fundamentales de ámbito nacional.
Superado este tiempo, y con los resultados en la mano, la derecha tiene imposible hasta el día de hoy, la posibilidad de gobernar, a pesar de que ha ganado las elecciones, pues al no ser una forma de gobierno presidencialista, nuestra forma de gobierno, le toca gestionar los intereses nacionales, el partido que más número de escaños concite en el parlamento, y en principio, la impresión general, es que será el PSOE, aunque todo está por decidir, pues las conversaciones o encuentros bilaterales aun no han trascendido, y el gobierno del PSOE, implica pactos diversos con los distintos partidos periféricos, que tratarán de obtener obviamente, alguna rentabilidad.
Esta es, hasta el día de la fecha, la situación que trasciende al ciudadano, de la actual situación política, en línea con la anterior legislatura, algunos, por ello, se sienten defraudados con el método de escrutinio, por el que han cosechado menos escaños de los que les pertenecían, y otros satisfechos, al obtener algún escaño más, no obstante, la gobernabilidad, si se produjera en los términos descritos, representaría una derrota para la totalidad de la ciudadanía, en la medida de que, un porcentaje sustancial de diputados, que apoyarían la gestión central, estarían más interesados en la gestión de su parcela autonómica, que en la de todos los españoles, esto además de esperado por lo natural, no es conveniente ni adecuado.
La suma de los diputados, de los dos partidos mayoritarios de carácter nacional, superan la mayoría absoluta, ello quiere decir, que podrían gobernar juntos, no teniendo ningún tipo de problema, teniendo en cuenta que, a los dos los interesa resolver, los problemas de carácter nacional, y pudiendo, ¿qué excusa se puede poner para no llegar a un acuerdo de gobernabilidad?, todo sería más sencillo, mas fácil, infinitamente menos complejo, y además todos los problemas de estado pendientes, y que tanto se critican especialmente desde la derecha, podrían tener solución. Sólo la ceguera política, el afán de poder, el orgullo personal de sus dirigentes, una actitud narcisismo, la prepotencia de sus consejeros y afines, en situación de gestión autonómica, perfiles obscenos de soberbia, falta de humildad… frente a la necesidad de: inteligencia, discreción, sentido de la eficacia, búsqueda del bienestar de los ciudadanos… Son todas objeciones, que hemos de saber, discernir y dominar, en base a un mayor bien.
El acuerdo, no tiene porque ser difícil, siempre y cuando se pase, de la presunción de ser el mejor, a entender la necesidad de la colaboración con el otro, en pos del bien común, ese epígrafe define el diálogo, que ha de ser: amable, respetuoso, responsable y constructivo, incluso pudiéndose sumar personas de reconocido prestigio, para que el contacto sea fructífero. Cada partido, expondría su programa además de sus deseos, y de forma lenta se iría dando respuesta a cada punto, controlando el resultado de forma periódica, una comisión presidida por los asesores externos. Partimos, además de un profundo y grave enfrentamiento, expresado en múltiples desencuentros, cuya resonancia no ha hecho más que incrementar un desacuerdo emocional, o sin sentido, y una foto, en la que un partido ha ganado las elecciones y no cuenta con apoyos parlamentarios, (habrá que preguntarse porque), y el otro los ha perdido, pero cuenta con el consenso, de casi la totalidad de la cámara, no es pues el mejor punto de partida, pero ambos tienen su valor, uno aporta un buen número de diputados, y el otro se sacrifica en principio, y pacta con su contrincante, pudiendo ser un partido hegemónico; ambos pues sacrifican algo, pero a ambos les cabe el honor de abrir un episodio tan novedoso, como útil y eficaz, para poder acordar una nueva transición, que permitiría a todos poderse mirar a los ojos sin tensión, y con el orgullo, que nacería de la capacidad, de poder resolver todos los contenciosos pendientes, sobre el diseño de un nuevo itinerario.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023
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