En estos días, ha acudido a consulta una mujer joven, casada y con hijos, con una formación cultural de tipo medio, agradable en el trato, comunicativa, empática, que manifestaba estar muy nerviosa, muy inquieta, con dificultad para concentrarse y centrarse en los diferentes asuntos, que ese mal estar repercutía en la convivencia familiar, y que además había perdida el sueño.
Es responsable de una residencia de tercera edad, con setenta residentes de ambos sexos, y la presión en estos momentos de pandemia, ha ido creciendo, hasta llegar a sentirse desbordada. Llaman desde las Consejerías de Sanidad, las controlan y les exigen unos protocolos, los familiares están vigilantes, interrogando de forma permanente, a pesar de que tenga un horario de visitas, y los dueños de la residencia por otra parte, controlan todos los aspectos, de forma especial aquellos que tienen repercusión económica, con lo que se puede decir que este momento es de “locura”.
“Es una situación difícil de aguantar, sientes la necesidad de realizar tus funciones lo mejor que sabes y puedes, y siempre parece que se da alguna circunstancia adversa, que rompe tu tranquilidad, realmente se hace casi imposible hacer todo como se debe, por el abandono al que han estado sometidas, sin responsables sanitarios, sin pautas desde Salud Pública explicitas, puntuales y permanentes, amén de sin vigilancia y control, no es de extrañar todo lo que ha ocurrido”.
“Y somos sabedores de lo que significa un brote en una residencia, surge de inmediato la presión hospitalaria, al ocuparse por la gravedad de los casos, las UCIS, quedando el resto de personal enfermo necesitado de atención sanitaria, con dificultades para encontrar la respuesta sanitaria adecuada, es por ello el personal más necesitado de protección, porque además de que puede con más facilidad perder la vida, dificulta la respuesta terapéutica al resto de personal enfermo.
“No sé cómo, aquellos compañeros que ocupan cargos públicos, y que su única función es la de hacer fluir y lubricar este proceso, poniendo a la cabeza del mismo a la población más necesitada, les usurpan su vacuna, que es como decir su salvavidas, o el salvavidas de todos, para ponérsela ellos, creo que es algo que merece un duro reproche, al no corresponderse con una actitud adecuada, digna y responsable”
“Se les eligió como representante de todos, para que el trato de los diferentes problemas fuera el adecuado, o el justo. La respuesta que han dado carece de explicación, pues ensucia y embarra más la falta, una persona mayor, formada, crítica, con capacidad para desarrollar una función social, no puede culpar a los demás de sus faltas, (no quería pero me lo exigieron), simplemente vergonzoso, e inadecuado, su lugar está en otro sitio, muy lejano.
Todos hemos de ser coherentes, y dar la adecuada respuesta a las funciones por la que nos pagan, y además hacerlo con amor y entusiasmo, si además la responsabilidad es pública, con más acento, porque han confiado en nosotros una tarea, han depositado en nosotros su confianza, sea cual sea la respuesta, hemos de resolverla con dignidad, seriedad y eficacia, además de con alegría, porque estamos haciendo una labor pública, estamos elaborando un beneficio social, alegrémonos.
Aprovecharse del cargo, revertir la responsabilidad que nos han conferido, prostituir todo aquello que se espera de la función de nuestro cargo, el que aceptamos con plena libertad, es un atropello a la ciudadanía, además de un acto de pura vileza, carente de escrúpulo, además de que implica una prevaricación, al faltar a los deberes que nos exige su cargo.
Parece que el “plan de vacunación”, que en principio impresionó de claro, y muy concreto, ha de revisarse y hacerse público, no parece que se esté respetando lo acordado por las autoridades sanitarias, al observarse singularidades de las que no se tenían noticias, me refiero de forma explícita a un grupo de militares que vive cómodamente en su casa, y que parece se ha vacunado, pues es un bien que hay que compartir de forma equitativa, teniendo en cuenta aquellos parámetros, como factores de riesgo, obesidad, hipertensión, cardiopatías… y edad, como singulares.
La vacuna es nuestra salvación final, ella nos inmunizará frente a nuestro enemigo el virus, parece que son bastantes los laboratorios que se han comprometido a producirlas y venderlas, en cantidades que sean suficientes para la población global, solamente se necesita paciencia y saber esperar, intentando conseguir que esta pandemia provoque los menores estragos posibles, pero esto implica, responsabilidad cívica, o sea, además de pensar en nosotros, pensar en los demás, en los abuelos, padres, familiares, amigos, compañeros de trabajo, y de forma muy especial, en las personas que soportan el esfuerzo.
Sería necesario realizar una visita a los hospitales, a cualquiera, yo he sido director de uno y se cómo se trabaja, se del grado de exigencia, de laboriosidad, de entrega sin descanso, esto normalmente, porque en estos momentos personas jóvenes, hombres muy jóvenes y mujeres muy jóvenes, no pueden más, están realmente cansadas, exhaustos, sin fuerzas para nada, casi ni para pensar, llorando en ocasiones cuando alguien se va para siempre, y hay que comunicárselo a la familia, AYUDÉMOSLES, SEAMOS SOLIDARIOS.
Autor Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander enero 2021.
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