04 Feb 2021
J febrero, 2021

Vacunas y codicia

Baltasar Rodero

Ha transcurrido un triste y tenebroso año, y seguimos bajo la amenaza de una pandemia fruto de la acción de un virus, que es destructora, mortífera y empobrecedora. Son muchos millones de personas las que sufren desde todos los rincones del mundo, las que fallecen de todas las edades, sexos y razas, en ocasiones en la soledad más absoluta, las que se empobrecen quedando a expensas de las colas del hambre marginados y excluidos, y cuyo comportamiento en general se resquebraja, presentando frecuentemente graves trastornos de la conducta, que inciden en la salud mental de cada persona, provocando en muchas ocasiones graves problemas de convivencia.

Se trata en definitiva del caos, de una tormenta huracanada con aparato eléctrico, donde el desbarajuste, revestido de alguna ayuda social que no cubre lo mínimo necesario, el desorden, la desorientación, y de forma especial la expectativa de un profundo miedo, normal en este caso. Miedo a ser contagiado, a llegar a ser hospitalizado y sufrir la soledad más absoluta, miedo a la fantasía de un futuro incierto, pues si bien puedes recuperarte, puedes también sufrir secuelas en un tiempo sin determinar, que pueden ser graves o muy graves, y miedo a encláustrate en la UCI, con la invasión de la tristeza más absoluta, ante el temor de irte de este mundo, sin la mirada, el cariño, o el abrazo de los tuyos, además de miedo a la pobreza y exclusión social.               

En este ambiente expuesto, y que responde fielmente a lo que en estos momentos está ocurriendo, los gobiernos de los diferentes estados toman conciencia y se organizan, y sus centros científicos son debidamente engrasados económicamente, con el ánimo de encontrar una vacuna que ponga fin a este drama. Aportan ciento de millones, de acuerdo con sus capacidades, y las empresas farmacéuticas y laboratorios científicos, particulares y estatales, se ponen manos a la obra. Es el futuro, lo esencial, lo más importante, pues solo la vacuna podrá poner fin a esta penosa, triste, y destructora situación actual.

Se van reorganizando los centros de investigación a nivel mundial, y aquellos con más fondos económicos, contando todos, con científicos con experiencia contrastada, consiguen al fin la vacuna deseada, eficaz casi al 100%. La alegría nos inunda, pues cristaliza la esperanza que tanto esperábamos, son dos, tres, cuatro, hasta ocho, las vacunas que parece que pueden ser eficaces, de las que dos, en principio, o tres, son reconocidas por las autoridades, y organismos específicos, la Agencia Europea del Medicamento.

Previamente los diferentes gobiernos, al inyectar fondos para el desarrollo de las mismas, han pactado con los laboratorios responsables, la compra de una determinada cantidad de vacunas, de tal forma que cubra a la totalidad, o parte sustancial de la población. Hasta aquí todos satisfechos, la respuesta conseguida es  la que todos buscaban, los gobiernos responsables de vacunar a sus poblaciones, única forma de obstaculizar la transmisión, y los laboratorios, poder rentabilizar su descubrimiento, y su esfuerzo inversor.

Todo está pactado, todo está acordado, incluso se firman convenios en los que se estipulan todos los pormenores, yo, gobierno de un país, participo subvencionando el desarrollo de la vacuna, a la vez que tengo derecho a un número de terminado de las mismas, entregadas en un orden determinado, en una fechas concretas, y en unas cantidades definidas.

Parece, que al surgir la luz, al salir del largo y peligroso túnel, todo discurrió de forma correcta, se cumplió fielmente lo acordado, cada una de las partes estaba satisfecha, y así lo expresaron, pero en el transcurso de unos días, la picaresca, azuzada, por la codicia, desde el deseo de conseguir, de disponer, de tener, en definitiva de enriquecerse, comenzaron a surgir en principio pequeños problemas, primero de cantidad de producción, después de dificultades en la logística, para al final precipitarse una clara discordancia de criterios, entre lo que se había firmado, y en consecuencia el compromiso adquirido, y la respuesta obtenida especialmente de algún laboratorio. Ello en principio rompe el ritmo de vacunación observado hasta el día de la fecha, poniendo en peligro, primero, la segunda dosis de las personas vacunadas hasta entonces, y segundo, va a exigir el abandono, de todas aquellas poblaciones vulnerables ya citadas para ser vacunadas, exponiéndolas al peligro del contagio.

Se hace necesaria, una llamada a la concordia, al entendimiento, a la cooperación, a la colaboración, estamos frente al bien más preciado, la salud, y con esto no se puede chalanear por ninguna de las partes, tampoco por los gobiernos y sus provincias, autonomías o estados federales. Uno de los factores que provocan más felicidad, según la OMS, es, además del PIB, y de la esperanza de vida, la generosidad, y el  alto concepto del prójimo. Estamos situados frente a una catástrofe mundial, la cohesión, la colaboración y el entendimiento, es vital.  

Autor Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander, Febrero 2021