La jubilación en nuestro criterio, es una de las conquistas sociales con mayor transcendencia para el individuo. Te alumbran a la vida, abres los ojos, comienza tu formación de forma inmediata, adquieres cierto nivel de conocimientos coincidiendo con la mayoría de edad, y de inmediato entras en el ámbito del trabajo, de la producción, buscando con ello la emancipación, la posibilidad de iniciar una vida propia. Este es el viaje que nos iguala a todos, la lucha por una formación.
Impresiona, observándole desde sus inicios, que este periodo de tiempo es casi infinito, transcurre de forma lenta pero inexorable, y sin darnos cuenta culmina generalmente, en el momento que hemos conseguido un saber adecuado a las circunstancias del mercado.
Así entramos en el ámbito del trabajo, donde competimos por un puesto, asunto en estos momentos complejo y difícil, el paro es en términos generales, alto, pero tenemos que admitir que, cuanto mejor preparados estemos, más fácilmente obtendremos un puesto de trabajo, de aquí la importancia y significación de la educación, de la formación, etc.
Al ser la oferta limitada, obviamente en muchas ocasiones nos tocará realizar un trabajo, en el que no nos sentimos cómodos, o sencillamente no responda a nuestros deseos, pero con entrega, buena voluntad y actitud responsable, porque nos pagan para realizarlo, al final encontraremos algo positivo en su ejecución, y nos sentiremos satisfechos.
Así discurre nuestra vida laboral, con más o con menos formación, con más o menos exigencias por parte de la empresa, o con más o menos dedicación, y con ello mayor o menor integración en el puesto de trabajo.
Todo ello tendrá consecuencias a la hora de la despedida, la jubilación, que puede tener muchos colores, dependiendo de la relación del trabajador con el trabajo realizado, del ambiente, y recursos materiales y personales en los que se ha desenvuelto, y de la riqueza de la trama social que ha cultivado.
Ante el hecho específico de la jubilación, hemos de pensar, primero, que es un acto normal, que no tiene nada de extraordinario, todos los que trabajamos hemos de pasar por él, de aquí que lo aceptemos como algo más en nuestra vida, y segundo, que cuanto más demos al trabajo emocionalmente, afecto, responsabilidad, integración, buenas relaciones, etc., mejor calidad tendrá nuestra vida laboral, y mejor recuerdo nos quedará para siempre. Dar más no es prestar más tiempo, es cumplir fielmente y responsablemente con nuestra obligación.
Este estado de bienestar nos permitirá, estar satisfechos, manteniendo la ilusión y esperanza, la alegría y bienestar, que compartiremos con compañeros y amigos, y especialmente con la familia, en nuestro tiempo libre, que nos desconectará del trabajo, y facilitará, además de nuestro equilibrio emocional, nuestra integración y seguridad en el trabajo.
Está demostrado que hay tiempo para todo, y más si se trata de algo interesante y gratificador, nos queda el saberlo ordenar, situar en el tiempo, cada acto, cada cosa, y creer en sus beneficios, pues entre otras cosas, la postjubilación, nos aportará estabilidad a la vez que sumará contenidos a nuestras vidas, por lo holgado de nuestro tiempo.
Asistimos a algunos errores que van a zancadillear nuestro bienestar, son comunes y están enraizados en la ignorancia. Hemos de amar lo que hacemos, quererlo, estar satisfechos con ello, por dos motivos esenciales, porque lo tenemos que hacer, es nuestra obligación, nos pagan para ello, y porque además es donde más tiempo pasamos, si unimos las dos circunstancias, serán argumentos suficientes para intentar trabajar motivados, es un gravísimo error lo contrario.
Hemos de entender, como receptores de una nómina, cual es nuestra obligación legal, y poder responder fiel y responsablemente a la misma, es vital para sentirnos bien, de aquí nacen las bases para una buena comunicación con compañeros y estructura empresarial, que al final facilitarán nuestro apegamiento al puesto de trabajo, y con ello nuestro nivel de bienestar.
Dar más de lo que nos corresponde, esperando recompensas futuras, generalmente provocan frustraciones, porque sencillamente la empresa no es nuestra, por el contrario, hemos de saber cuál es nuestro papel o qué se espera de nosotros, y tratar de ejecutarlo con el mayor grado de solvencia. Por ello hemos de luchar contra el abandono que conlleva la irresponsabilidad, y contra la hiperactividad, que puede implicar una intromisión en tareas que no nos pertenecen.
La buena integración en el trabajo, su aceptación como algo que forma parte de nuestra vida, que nos permite vivir emancipados, pues es el aliento con el que mantener y alegrar nuestra casa, y a los nuestros, será la mayor garantía de que el periodo jubilación será placentero, porque en él, podré enriquecer y cultivar todos aquellos aspectos que en mi vida laboral he disfrutado tímidamente, y para cuyo disfrute podré disponer de un tiempo sin límites.
Siempre se observará una estrecha relación entre el grado de bienestar del período laboral y postlaboral, aquel supone una escuela para éste, en aquel el ejercicio de un trabajo responsable, debe de ir acompañado, del ejercicio de una vida tan participativa como nos sea posible, que culminaremos, cuando la disposición del tiempo libre nos lo permita.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024
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