Un tiempo de incertidumbre
A determinada edad, en la que se ha tenido tiempo de recorrer parte de nuestro camino vital, las imágenes del pasado tienen un gran peso, hecho que normalmente traemos al presente mediante su evocación.Tendría alrededor de los 10 años, cuando, siempre cerca de mi padre, participé pasiva y silenciosamente, en alguna de sus tareas dentro de la esfera social en la que se movía. De esta forma fui teniendo conciencia de la existencia de una persona, que vivía en un pueblo colindante del nuestro, y que siempre pactaba con mi padre la venta de su maíz, una persona que yo vivía con recelo, no le sentí jamás cercano ni amable, a pesar de pretenderlo. Su casa era hermosa para aquel tiempo, portalón de entrada, techos altos, salón de estar cómodo, cocina siempre acogedora, en la que en ocasiones tomé un vaso de leche, y donde se observaba siempre alguna fuente con fruta. La vivienda contaba con un enorme corralón, donde además de animales diversos, disponía de algún árbol, especialmente manzanos, perales y cerezos, junto a dos higueras, y una parra o cepa trepadora de uvas romanas, era mi lugar preferido, donde jugaba con los nietos de la familia. El pueblo tenía unos 150 vecinos, todos ellos trabajadores del campo, obreros, sin tierras propias en su mayoría, y trabajaban a jornal para él, su trato con estos trabajadores, era siempre distante, frío y lejano, y de forma arrogante y prepotente impartía órdenes, que eran obedecidas sin discusión por todos.
Según comentarios que yo escuchaba a mi padre, cuando hablaba con mi madre, se trataba de un personaje que, en la guerra, había ostentado ciertas responsabilidades, por lo que disponía de enorme influencia, incluso en los pueblos de la provincia. Acomodado económicamente, y ejerciendo de alcalde casi toda su vida, lugar desde donde tenía acceso al control completo de todo lo que podía ocurrir en el pueblo,imponía siempre ante cualquier problema, la solución más conveniente para sus intereses. Esto hizo que fuera coleccionando terrenos, que comprados a un precio siempre por debajo de los del marcado, y en ocasiones, presionando por cambios por otros terrenos suyos, consiguió grandes propiedades, de tal forma que, gobernaba, gran parte del terreno del término municipal. No había discusión, mandaba, ordenaba, exigía, imponía, acosaba, manipulaba… y al final siempre su poder se imponía.
Nuestra actual situación político social, es un espejo de la relatada,muy convulsa, especialmente en el Occidente democrático,donde se convive con la incertidumbre y la inseguridad, por la imposición unilateral de la fuerza, por parte especialmente delos gobiernos, de los EEUU y de Rusia, y más sigilosamente de China; el orden de las relaciones de convivencia internacionales, constituido durante muchos años, se ha fracturado, se ha perdido el respeto a los pueblos y la dignidad de sus habitantes, imponiéndose el interés particular, desde una actitud de ostentación de la fuerza de forma unilateral; con el desprecio a las normas éticas y sociales, se ha empezado a tejer un nuevo orden, por el que es de mi propiedad, todo aquello que me interesa, no importan las personas ni los pueblos; con el pretexto de la renovación de sus valores e ideales, que se declaran caducos y obsoletos, además de poco prácticos, y por ello incompatibles con el mundo actual, la posesión y el control de todo aquello que entienda útil y necesario, lo tomo, y los detritus los traslado o desprecio.
Estamos actualmente situados en una compleja encrucijada; de aquel esfuerzo que hicimos señalando fronteras, y marcando formas de vida más libres, en las que la religión perdió protagonismo, y que coronamos en Westfalia,esfuerzo que fue coronado después del sufrimiento de las dos Guerras Mundiales, que siempre se calificaron de vacunas contra los conflictos armados, y que permitieron el encuentro con la paz y el bienestar; con el transcurso del tiempo, dimos un enorme paso hacia la seguridad y el bienestar social, con la creación de la Unión Europea,por la que se borraron las fronteras, a la vez que se fortalecieron las democracias, sobre las que se asentó la Unión.Pero hemos retrocedido sobre nuestros pasos, poniendo en riesgo el capital de seguridad, paz, y bienestar alcanzado;al surgir desde una sociedad, ostentosa, envalentonada e insolente, un movimiento Negacionista, cuyas ideas se fundamentan, en la negación del individuo y el de sus derechos, junto con la ruptura con los diversos organismos internacionales de control, negándose la fortaleza de la razón,y observándose como normal desde la arrogancia, prepotencia e insensibilidad, el desprecio, e incluso el atropello de las personas, la destrucción de países, o la apropiación de los mismos.
Fuente: Dr Rodero, Psiquiatra, Santander, Diciembre 2025

