06 Abr 2021
J abril, 2021

Meditación en Semana Santa

Baltasar Rodero

He recordado, mi actitud en el tiempo frente a la Semana Santa, ¡cuánto ha cambiado!, que perspectivas tan distintas, que fantasías tan distantes. Estaba en el instituto, y previamente contaba los días que me faltaban para coger el tren y encontrarme con los míos, todas las conversaciones entre nosotros, niños, giraban alrededor del mismo tema, ¿cuándo te vas tú?, ¿a qué hora sales?, y así se podría decir que de forma continua, una vez superados los exámenes trimestrales, que este era otro asunto, todos necesitábamos ir lo mejor pertrechados posibles, pues después de ese primer encuentro emocionado, siempre alguna voz surgía de no sé donde preguntando, ¿Cómo te fue?.

De todas formas lo importante, la esencia, suponía además del alejamiento de la monotonía, el encuentro con los tuyos, con los seres que siempre tienes presente en lo bueno y en lo malo, y de forma especial los padres, su abrazo, su sonrisa, su ternura al recogerte, su admiración al hijo que no veían, su cercanía, su calor, su comprensión sin realizar ninguna pregunta, y de forma especial cuando te recogían la maleta y te ofrecían su mano, comentándote lo bien que lo ibas a pasar, el recuerdo es grato, amable, tierno, caluroso, protector y eterno, porque jamás desaparecerá, y especialmente ahora que nos escuchan desde lejos, teniéndoles tan cerca, pues no hay noche que no los tenga presente, que no hable con ellos, que no les vea sin que estén a mi lado, cuanto amor, cuanta emoción, cuanta vida.

Después llegaban los hermanos, con los que tenias diferentes relaciones, todas ellas cariñosas y cercanas, pero algunas impregnadas de competitividad, otras de rivalidad, otras de colaboración y otras de complicidad, pero en conjunto todas impregnadas de la alegría del encuentro, y de poder compartir unos días juntos.

Salías de casa, y llegaba el momento del baño poblacional, primero los abuelos, a los que reverenciabas y protegías, era un cariño sensible además de maduro, los familiares, tíos, tías, primos, en los que había de todo, desde rivalidades, hasta cercanías, incluso fusión de intereses, y más lejos amigos y vecinos, todos eran en el fondo parte de uno, éramos un grupo, incluso un grupo familiar por los casamientos cruzados, casi todos éramos familia, con los amigos especialmente, desde el primer momento, ya preparábamos la estrategia de las diferentes actividades, entre la que destacaba la discusión por las niñas, aquí las fantasías eran muy comunes y sin límites, éramos niños, y el contacto con las niñas era físicamente nulo, pero como una te había mirado, o tú la habías mirado y ella había sonreído, a eso se le daba un enorme significado, tanto que dándose alguna coincidencia, se provocaban discusiones agrias, disputándose lo que no era de nadie.

Así pasaban mis vacaciones que fueron mejorando, con el progreso en las comunicaciones, pero especialmente por la edad, pero la esencia, el meollo del encuentro con los padres, creo que lo sigo sintiendo. Quizás sea imperceptible, pero algo late dentro de mí, que me lleva a aquellos primitivos encuentros, donde el calor, la ternura, la compresión, en definitiva el cariño rodeaba todo el ambiente.

Hoy, las vacaciones han cambiado, incluso como en este año, al no poder salir de casa se te han olvidado, no sabes si son o no vacaciones, algo te imaginas por las referencias procesionales, pero las vives a través de las fotos que te remiten tus hijos, en las que el campo este año ha tenido especial protagonismo, los animales de granja, especialmente conejos, gallos, gallinas, amén de las vacas sueltas, el olor a muñiga y hierva, los caminos pedregosos y polvorientos, cruzados ocasionalmente por jabalíes o corzos, los paisajes bellos, lejanos y cercanos de montañas cubiertas de nieve o de hierba, donde pasta algún animal, los perros cuidando la ovejas, la siega de la forraje, la recogida en pacas y su acarreo a las naves, la elaboración del queso, junto con el tratamiento de la leche, todo eso y algo más, es importante en la vida de los pequeños, en edad de recoger y almacenar información, y observar de cerca, que hay personas que sudan realizando esas labores, y que no están de vacaciones, ni se sientan en la noche al humor del hogar relajándose.

Y junto a esto la otra imagen, aquella que nace de la soledad de muchas personas que no pueden disfrutar de estos días de asueto, que se tienen que quedar en casa, que la dificultades económicas son graves y grandes, porque más de un 20% de la población, es pobre, el 9,5 de la población mundial vive en la pobreza extrema, con menos de 1,9 dólares de ingresos diarios.

No es de extrañar las imágenes reproducidas, tirando desde una valla de más de cuatro metros, muro ente EEUU y México, a dos niñas de 5 y 6 años, para ser recogidas por los americanos, donde la vida puede cambiar su destino, o la imagen de un padre trasportando a su hijo sobre sus espaldas, nadando sobre el Rio Bravo, y dejándole en América del Norte, ¡Cuánto sufrimiento para sus padres!.

Autor Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander, Abril 2021