Es un tiempo de incertidumbre para el ámbito de la adolescencia, han terminado su formación básica, y llaman a las puertas de la formación especializada, de la que van a vivir, la que pretenden ejercer a lo largo de su vida, y que les permitirá su autonomía como individuos, y con ello su realización personal.

Dependiendo de la historia familiar, de su situación económica, social y cultural, así como de la ambición y sueños del estudiante, la decisión podrá ser diferente. Quizás se inclinará en primer lugar en cursar un módulo dentro de la F.P, generalmente siempre hay un amigo o familiar que lo está haciendo. No requiere requisitos previos como otras opciones, y generalmente nos permite una mejor formación práctica, y con ello una mayor facilitación en el encuentro de un empleo.

La F.P., no valorada suficientemente, además, nos proporciona una formación más breve, e infinitamente más práctica y apegada a la realidad social. Se adapta a las necesidades reales, de tal forma que muchos de los módulos tienen una salida inmediata y bien remunerada, con posibilidades de iniciarse en el desarrollo personal, mediante el progreso en el ejercicio de la profesión.

No requiere pruebas de acceso a la Universidad, y cada día la oferta es más rica, más variada y cuidada, contando con profesorado más cualificado. Prioriza la práctica sobre la teoría, de tal forma que la experiencia siempre exigible en el campo universitario, tiene menos valor.

Por otra parte su brevedad permite entrar en el campo laboral alrededor de los veinte años, en contra del campo universitario que se puede prolongar más allá de los 30. Esto permite una más pronta independencia, y en consecuencia realización personal.

Como contrapunto, la obtención de un grado o una carrera técnica universitaria, nos proporcionará en principio, una mayor y más cualificada formación técnica, y quizá un empleo de más calidad, y mejor remunerado, pero generalmente con más dificultades a la hora de encontrarle.

Se deben superar las pruebas de acceso a la Universidad, sin las que no podrá iniciar el estudio en ésta, en cuya elección van a incidir factores de diverso tipo, económicos, culturales, sociales, familiares, así como la actitud del estudiante.

Previo a esta elección, hemos de tener en cuenta que todos disponemos de los mismos recursos intelectuales, de las mismas capacidades, con la excepción de superdotados y deficientes, por ello el abanico de posibilidades es muy amplio. La acotación de ésta ha de iniciarse respondiendo a la pregunta, «de lo que no puedo, o debo hacer», esto siempre facilita la elección.

Hay carreras cuya salida es muy difícil en el campo laboral, o que exigen aspectos a los que no puedo responder, p.ej. desplazamiento y con ellos unos gastos que no puedo asumir. A éstas hay que sumar, aquellas con las que no puedo identificarme por diferentes motivos, p.ej. no soporto la sangre.

Excluidas las formaciones ajenas a mis afectos, nos quedan las que podemos cursar, de entre las que destacaremos en orden de importancia, las que permiten una más fácil colocación, combinándolas con las que potencialmente siento una mayor predilección, p. ej., me gusta el diseño, o soy aficionado a la pintura.

Un condicionante es el de las sagas, un nieto e hijo de abogados, que siempre ha asistido a conversaciones familiares del tema, que su vida se ha movido dentro de estos patrones, que ha asistido a juicios de siempre, tiene un camino andado, además de orientaciones específicas que facilitarán su formación, ocurre lo mismo con médicos, periodistas, profesores de Universidad, etc.

Otra posible alternativa, es la que ofrecen las universidades privadas, no requiere pruebas de acceso, y la formación que ofrecen está muy conectada con nuestra realidad. Buscan con su oferta el acercamiento al mercado, procuran una notable adaptación a la realidad social, algo muy positivo, además priorizan la formación en idiomas mediante convenios con Universidades del extranjero, y estancias en las mismas. La parte negativa es que sus títulos no están reconocidos por el ministerio de Educación y Ciencia, y en consecuencia, no  pueden ejercer como tales, dentro de la Administración del Estado.

Es importante interiorizar que nuestro mundo cada día es más complejo y exigente, por lo que cuanto mejor sembremos mejor cosecha tendremos, de tal forma que, generalmente salvo alguna excepción, los diez primeros de cada curso, sea el curso que sea, lo normal es que encuentren trabajo de forma inmediata, no así los situados en los últimos lugares.

Por otra parte, significar que nuestro mundo por lo exigente y competidor, nos va a demandar el recorrido de un itinerario común para todos, que  está  grabado en nuestro inconsciente. Nacemos y nos iniciamos en él lentamente, «vamos adquiriendo conocimientos y formación, de los que aspiramos a vivir»,  a situarnos frente a los demás, este es el camino que tenemos que recorrer todos. Si queremos ser y estar con los otros, si aspiramos a ser y ejercer como individuos sociales, a ser uno más entre los otros.

Como fundamento base, nuestra cultura occidental europea nos exige una formación básica, cuanto más cualificada mejor, que nos permita aspirar a la categoría de seres sociales. A nadie le asiste el derecho de no hacer nada, de carecer de cualificación, y mucho menos de abandonar el camino iniciado, sencillamente porque, “no me gusta», ello es sinónimo de fracaso, y con ello del inicio de la exclusión social.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023