La corriente clásica griega denominada estoica, nos aseguraba que no podemos tener grandes expectativas sobre la naturaleza y la vida de los individuos, aunque Aristóteles siempre recomendó para nuestro tránsito vital, la prudencia acompañada de la fortaleza y de la templanza como actitudes virtuosas, pero fue Kant, el primero que habló de dignidad humana, sintió al otro con valores equivalentes a los nuestros, naciendo como consecuencia la generosidad y el altruismo, que en definitiva nos humaniza, nos hace personas solidarias.
Se nos entregó al nacer, un mundo rico, dotado de una naturaleza armoniosa y bella para disfrute de todos, vivimos años, siglos en armonía, nosotros repartíamos cariño, cuidados, solidaridad, y ella nos ofrecía paz, serenidad y un enorme carrusel de frutos, de todos los colores y formas, nos acercábamos a ella, la respetábamos, y nos entregaba todo aquello que para disfrute y supervivencia la vida, nos exigía, pecaba de espléndida y solidaria, disfrutábamos entonces de la mejor relación de un binomio perfecto.
Aunque tarde, se empezó a cultivar la enseñanza, teniendo como objetivo la obtención de cabezas, no bien llenas, sino bien hechas, que diría Montaigne, supimos por el primer teórico de la historia, Spinoza, de la separación de los poderes político y religioso, así como de la imperfección de las democracias, por la falta de racionalidad de los individuos, que esclavos siempre de sus pasiones, respetaban las normas, más por el miedo al castigo, que por una identificación con las mismas, aprendieron, que las democracias serian más fuertes y vigorosas, cuando el individuo no permitiera ser manipulado por las pasiones, como el resentimiento, la codicia, el egoísmo, la envidia… porque normalmente vivimos más atentos a las emociones que a la razón, de aquí por ejemplo, se pueda elegir al líder más absurdo y estúpido, por lo vacio, pueril e incluso dañino de su discurso.
Se hace vital, una vuelta a la racionalidad, a la reflexión inteligente, a una cognición ordenada y serena, sin que se olvide la solidaridad. ¿Cómo el individuo ha llegado a contemplar tanta destrucción, hasta de lo más íntimo? ¿cómo puede asistir a esta situación de desertización de su vida, de sus sentimientos, a la improductividad de todo su ser, sin que se ponga en pie, grite y sacuda sus sentimientos, y observe a los responsables y los señale y empuje hasta retirarlos de la vía pública?
Toda obra tiene un autor, toda, nada nace por generación espontánea, los autores de esta obra, negra como el carbón, en la que han fallecido personas y cientos de animales, amén de la vida de la que se alimentan miles de personas, y que higieniza el ambiente patrimonio de todos, han de por dignidad dar explicaciones, informar de lo que ha pasado, y porque ha pasado, además de, ¿por qué no se pudo evitar?, ¿qué fallos ha habido, en qué orden se han producido y si se pudieron evitar? Hace tiempo que venimos asistiendo a este tenebroso espectáculo, se repite y se repite, y siempre la respuesta, si es que hay alguna, es difusa, confusa, e ininteligible, ello significa que si no se ha entendido el hecho, este se podrá repetir y además con equivalentes características, y cuando esto ocurre, el estado emocional que provoca, desencadena cierta fatiga intelectual, los sentimientos se entremezclan, y la energía mental desaparece, se provoca un agotamiento, en definitiva, la reflexión serena desaparece, y nacen las emociones que ahogan todo tipo de racionalidad.
No obstante, ha pasado, está pasando no hay más que mirar a nuestro alrededor, es quizás algo inevitable en parte, y si esto es así, pongámonos en actitud inteligente, e identifiquemos todo lo que se puede hacer, y hasta donde se puede hacer, y hagámoslo, ahora o cuando llegue el tiempo de hacerlo, no caben lamentaciones, ni otro tipo de emociones, demos cabida al sentido común, a la reflexión, y con ello a la operatividad.
Séneca decía, que el hombre o la sociedad que no reflexiona, es incapaz de ser un buen artífice de su vida, por lo que se necesita ya una profunda reflexión, a propósito de las causas del caos y de la destrucción en la que vivimos, tanto por respeto a la conciencia de todo lo que nos rodea, como por la dignidad de las personas, a las que furtivamente se les hurtó su estabilidad emocional, además de todos sus bienes, casas, enseres, medios de vida, porque se te rompe el alma, cuando ves unos padres que deambulan sobre escombros o cenizas rotos de dolor, al no saber cómo comenzar una nueva vida, cuando con esfuerzo la tenían construida, y alguien de forma penosamente irresponsable ha hecho dejación de sus funciones.
Fuente Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2022
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