21 Jul 2021
J julio, 2021

Gestión Responsable

Baltasar Rodero

Todos sin excepción, sabemos que estamos frente a una pandemia, una infección provocada por un virus singular, que un animal ha trasmitido al individuo, y cuyas características, son las de provocar graves cuadros clínicos a éste, llagando incluso a causarle la muerte.

Se tardó cierto tiempo en reconocer este suceso, porque no se esperaba, y en consecuencia se carecía de la respuesta adecuada, por lo que el tiempo nos fue enseñando a todos, actitudes, comportamientos, así como herramientas de todo tipo, para dar la respuesta más adecuada, frente a su violencia y carácter invasivo.

Reconocida su forma de contagiar, lentamente fue naciendo un arsenal de artilugios, que hicieran de parapeto entre su agresividad y el individuo, dando bandazos en estas respuestas, por la carencia de experiencia, a la vez que las autoridades difundían mensajes, que en algunos casos eran contradictorios, o tenían un carácter de provisionalidad, cambiándoles incluso en horas.

Así fueron transcurriendo los primeros meses, hasta conseguir definir, no con mucha claridad, las normas más básicas para evitar el contagio, y las respuestas terapéuticas inespecíficas más eficaces, siendo este camino realmente tortuoso, al no observarse una uniformidad en las diferentes autonomías, ni un consenso político al respecto, parecía todo provisional, y en consecuencia cambiante, perdiendo los ciudadanos en muchas ocasiones la fe en las normas proclamadas.

La verdad que ha sido y sigue siendo un camino tortuoso, plagado de obstáculos, que ha dificultado, y sigue dificultando, el buen hacer de los profesionales, la ausencia de una gestión responsable y única, es notoria, e indiscutible, llegando el desorden a ensombrecer la aplicación de las vacunas.

A esta situación de desconcierto, de falta de uniformidad, de aceptación de una actitud ordenada, común y fluida, se ha unido la acción de la justicia, como órgano que vela por la libertad y dignidad de las personas, valorando con criterios heterogéneos, las diversas peticiones de las diferentes autonomías, cuyo objetivo exclusivo es el de poder controlar los contagios.

De acuerdo con la situación de las mismas, en cuanto a la incidencia se refiere, los expertos, virólogos, preventivistas, epidemiólogos, etc., cercanos a cada gobierno, proponen una respuesta, aquella que entienden más eficaz, tanto para evitar la propagación del virus, como para su violencia contra el individuo, dándose el caso de que, lo que aprueba un tribunal en una autonomía, lo puede desaprobar otro tribunal en otra.  

La situación no es baladí, porque está en juego, además de la salud y la vida de los ciudadanos, su bienestar económico y social, por lo que entiendo que ha de haber alguna solución que evite esta disarmonia, no fácil de entender y menos de compartir.

El principio se hace necesario, la búsqueda, entre todas las autoridades implicadas, del mejor método para combatir los efectos del virus sobre la ciudadanía, buscando aquella doctrina, o normas, que lo faciliten, protegiendo cualquier medida que evite el grave problema.

Se hace a la vez necesario, un consejo interterritorial, cohesionado, frente a un objetivo común, la lucha contra el virus que, con la orientación de los expertos de cada autonomía, amén de los del gobierno central, determinaran cada semana o dos semanas, depende del momento, la mejor respuesta para cada autonomía, nombrando un solo portavoz al respecto, que evitara confusiones.

Recordar de forma permanente, hasta que no se dude, de que este problema nos afecta a todos, por lo que hay que buscar el beneficio del pueblo, no dejándose guiar por intereses bastardos, solo los miserables, mediocres, codiciosos y egoístas, lo pueden hacer, las personas enferman, y muchas se ha muerto o se están muriendo, hay que poner todo nuestro entendimiento, inteligencia, esfuerzo y voluntad, al servicio del bien de todos.

¿Cómo se estarán haciendo las cosas,  para que a cualquiera de las personas que se le pregunte, no sepa las limitaciones  de su autonomía, si las tiene?, Nadie está satisfecho, nadie se siente seguro de nada, nadie sabe en qué dirección caminamos, y todo el pueblo, porque es inteligente, carga contra los políticos, y últimamente contra los jueces, porque esperaban que éstos trajeran el orden, y con ello se marcara una estrategia, pero la ausencia de acuerdo entre los diferentes juzgados, ha supuesto una frustración general, muy difícil de resolver.

Políticos de todo tipo y colores, autonomías con diferentes espíritus, consejo interterritorial poliédrico, jueces de todas las tendencias, además de la muerte y la enfermedad y sus secuelas, nos jugamos nuestro bienestar, incluso el futuro de una generación, el consenso, la colaboración, la cooperación, ha de amputar el enfrentamiento, que desespera.

Autor: Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2021.