Sobre el deseo de prolongar la vida
De nuestros antepasados hemos heredado entre otras cosas, el concepto de la vida, junto a su estancia en este mundo, así como el ansia de prolongar esta situación. La vida está sembrada de enfermedades como fruto de la naturaleza, y la lucha desde siempre se dirigió, además de a su prevención, a su curación, e incluso más tardíamente a su erradicación, mediante la utilización de sustancias diversas. Esta es una batalla que, primero de forma inconsciente y lentamente de forma consciente, se ha planteado el individuo, de aquí que la lucha por la prolongación de la vida ha sido una constante en nuestra historia, consiguiendo lentamente aumentar los años de vida, e incluso llegando a afirmar, la revista Nature p.ej. que nuestro fin en pocos años le podemos situar en 150 años.
Se empezó por la salubridad, la higiene, los cuidados en lo que tomamos y donde y como vivimos, el nido ha de ser sano, y lo que ingerimos nos ha de facilitar, el mayor y más variado grado de nutrientes, para permanecer sanos, se eligieron agua y alimentos sanos, y se empezó a buscar aquellos lugares donde el clima nos facilitara el mayor grado de bienestar; así se instalaron las ciudades, generalmente al lado de ríos, lagos o valles, con el objetivo de que nos acercaran a la naturaleza más sana.
Siguieron los auto cuidados, y profundizamos en el estudio de nuestra respuesta anatómica a los diferentes actos, buscando así el cuerpo más ágil, fuerte y sano, de aquí nació un estudio muy escrupuloso de plantas y productos, que podían acompañar a nuestros nutrientes, mejorando sus efectos completando además nuestras necesidades alimenticias, junto al ejercicio físico, capaz de tonificar y desarrollar fisiológicamente nuestras estructuras anatómicas, haciéndolas más amables y sanas, a lo que se sumó la higiene personal, sabiendo que la piel es porosa por lo que es necesario su cuidado.
Esta situación trascendió a la ciencia, luchando por conseguir aquellas sustancias sanadoras, capaces de enfrentarse a los microorganismos patógenos, consiguiendo la penicilina, como sustancias capaces de anular a un abanico de patógenas, a la que más tarde se unieron otro tipo afín de sustancias químicas, dando al final un abanico de productos, que ha cambiado la patología de los ciudadanos, sumándose más tarde las vacunas. Primero de forma accidental como la de la viruela, o experimental tras años de trabajo, como la de la poliomielitis, sarampión, tétanos… se trata de introducir en el individuo antígenos de un organismo, que tienen la capacidad de provocar, por reacción inmunológica, la formación de anticuerpos específicos por nuestro organismo, de tal forma que, si nuestro organismo recibe una cantidad masiva de microorganismo patógenos, serian capaces de anularlos.
Un paso más y surge la posibilidad de los trasplantes, campo en el que en España se tiene enorme experiencia. Se pensó en principio en la sustitución de un organismo enfermo p.ej.riñón, por otro vivo de algún donante compatible familiar, siguió con la sustitución de un órgano enfermo por uno sano de alguna persona donante, que por un fallecimiento no lo necesita, se siguió con trasplantes de organismos artificiales, diseñados y realizados por la mano del hombre, y siguió por el aprovechamiento de algún órgano animal, especialmente de cerdo, por la afinidad de sus genes. Es un camino que está en curso, que ha dado grandes frutos, y que actualmente la inteligencia artificial está facilitando la posibilidad del diseño de órganos específicos, desde la utilización de células madre, y contando con el diseño en tres dimensiones del órgano a suplantar.
Desde el año 2013, se ha dado un enorme empujón a este proceso de prolongar la vida, con el descubrimiento de los telómeros y la telomerasa, y el papel que representan en el proceso del envejecimiento, es una línea de investigación abierta que impresiona puede dar muchos frutos además de los que ya ha dado; parece que los telómeros, sustancias que crecen en la mitocondrias celulares, son los que marcan el paso del tiempo, por la acción de la telomerasa, de tal forma que, si se consigue el control de ésta, se controla su acción sobre el telómero, y con ello el ritmo de crecimiento. Últimamente se sabe, de algún producto biológico que incide en este contacto, de tal forma que su control, permitiría un enlentecimiento de la aparición de la vejez, de aquí que los trabajos se dirijan al control de la acción de la telomerasa, pensando que su inhibición permitirá un retraso en el proceso del envejecimiento, experimento que está dando resultados positivos en ratones.
Fuente: Dr. Rodero, Psiquiatra, Octubre 2025.

