Al comenzar esta exposición, he dudado del nombre más adecuado para su encabezamiento, porque deseo que su contenido sea conocido de forma especial, por las niñas, casi jugando con muñecas; sus sentimientos, fantasías, comentarios entre amigas, y discusiones con sus padres, los mantienen desde una posición de mayores, algo a lo que estamos ya acostumbrados padres, tíos y abuelos. También es cierto, que biológicamente se ha producido un enorme adelanto en el desarrollo de las diferentes estructuras anatómicas, incluso en todas las edades, se han observado grandes cambios, no se puede comparar el perfil físico, de una persona de sesenta y cinco años, hora de la jubilación, de hace solo 75 años, con el actual, el equilibrio alimentario, los autocuidados, la higiene, la sanidad y los conocimientos o cultura, ha observado una enorme evolución, de aquí que una niña de 12 años en la actualidad, física y emocionalmente, sea y se exprese de forma diferente, su madurez intelectual es más amplia, así como su aspecto físico.
Esto implica entre otras cosas, que el acercamiento al otro sexo, a su conocimiento, a la curiosidad que ello implica, y la seducción que provoca, haya tenido un recorrido de años, por lo que no es extraño que, una niña de 11, 12 o 13 años, haya tenido contacto, a través de redes sociales, o incluso directamente, del significado de una conexión, o un encuentro entre ambos sexos, que hayan tenido ocasión de observar, imágenes pornográficas, y especialmente de comentar su contenido, siempre atractivo y provocador, especialmente por lo violento de la mayoría de las imágenes, de esto se deduce que, no sólo no ha disminuido la violencia de género en las niñas y jóvenes, sino que se ha observado un incremento en los últimos cuatro años, del 87%. Sólo en el mes de octubre, entre los años 2021 y 2022, se incrementaron las llamadas de petición de ayuda, según la Fundación Anar, un 76%.
El maltratador, es el joven que más atrae, es como un referente, ha pasado por alguna niña previamente, o por más de una, y supone un reto dominarlo o educarlo, es normalmente atractivo, y retador, además cuenta en la mayoría de los casos con la edad de la joven, o es algo mayor que ella. La seducción es un camino trillado, es ella quien muestra una predisposición especial: el acepta, se muestra, incluso sumiso en los prolegómenos, amable y atento, pero lentamente se va imponiendo, mostrándose más resuelto, seguro y autoritario, imponiendo su criterio, por lo que nacen, primero los comentarios, “esa ropa no es quizás la adecuada, ese color no te va bien”, hasta lentamente, incidir más y más irritado, para imponer, “no quiero ese escote, pareces… no quiero ese largo de vestido… no quiero que te pongas pantalones o vestido, no quiero que salgas con… no quiero que mires a… no quiero…” camino que de forma lenta pero segura, la va alejándola de, familiares, amigos, amigas, conocidos, lugares… hasta tenerla en sus manos, sola, y sin lugar al que llamar.
Es tan grande y claro el dominio que el maltratado tiene sobre su víctima, que el 70% de las llamadas a la fundación Anar, no habían denunciado los malos tratos. Aquí juega un enorme papel el reconocimiento de la realidad, de ser dominada, y maltratada durante tiempo, y la vergüenza que su reconocimiento provoca; la joven se siente además sin fuerzas, carente de criterio, desorientada, casi sin saber lo que ha ocurrido, y como ha ocurrido, huye de todos, no quiere verbalizar lo sucedido, y corre el riesgo de volver con el verdugo, porque se siente huérfana, y todo lo que ha pensado y realizado en el último tiempo, se debe al maltratador como autor, ella no sabe pensar.
Merece mención especial la violencia sexual en menores, en la que las llamadas de petición de ayuda se han incrementado de forma exponencial, son generalmente ocasionadas en el ámbito familiar, siendo los autores siempre conocidos, además de cercanos a los padres, cualquier miembro de la familia, primos, tíos… puede ser el violento. No es nada extraño que, familiares que cuidan a los niños en ausencia de los padres, amigos cercanos que realizan visitas ocasionales, y que se pueden quedar con los menores, padrastros, familiares, visitantes que de forma periódica nos visitan… aunque impresione de increíble por lo repugnante, los tocamientos, y las agresiones, representan el fruto del contacto, enmascarado al principio de protección, y afecto, y que la menor silenciará, o por vergüenza o por el temor de no ser creída.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024
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