04 Ago 2025
J agosto, 2025

Un paréntesis de confusión

Baltasar Rodero

Este periodo intervacacional, es el tiempo en el que cada año se repiten las mismas inquietudes, se ha terminado un curso académico, tomamos vacaciones, y se acerca el siguiente, surgiendo de inmediato un estado de preocupación, porque en ocasiones este tránsito no es fácil, pudiendo provocar por las múltiples opiniones que suscita, tanto en progenitores como en los parientes cercanos, momentos de tensión, e incluso enfrentamientos en el seno familiar.

Unos padres acuden a consulta en compañía de su hijo de 14 años, que como siempre, no ha realizado buen curso y tiene que repetir, su madre, que inicia la conversación, comenta: “mi hijo no es un buen estudiante, siempre ha estado situado al borde de la repetición de curso, y en este último, el esfuerzo ha sido tan pobre, que al final tiene que repetir, hecho por el que estamos muy disgustados, por lo que el padre, ha recomendado que es mejor que se ponga a trabajar, y a mí me parece muy triste, que a esta edad abandone su formación, algo de lo que normalmente tendrá que vivir, y su padre está en la idea de que ha de iniciar el trabajo en la empresa familiar de hostelería, que al niño le gusta y no vale para otra cosa”.

Entra entonces en conversación el padre, serio, riguroso, contrariado, y muy harto de la trayectoria del hijo como estudiante. “Mi hijo ha demostrado, o que le faltan capacidades, o que carece de motivación, por lo que el esfuerzo ha sido mínimo, yo espero por ello que si repite suspenderá, y ante eso, es mejor que se ponga a trabajar en la empresa familiar, que con ello, y si lo hace bien, tendrá su futuro, de todas formas ya vemos por los políticos lo que vale un título, se ponen los que quieren o convienen, de tal forma que el esfuerzo que ello significa es despreciado, por vagos, tramposos y mentirosos, un título no creo que sirva para mucho”. La familia dispone de un negocio de hostelería, donde el hijo podría comenzar a trabajar, e incluso así conocer el negocio desde la base, pues en su momento lo heredará junto a sus hermanos.

Hablo con el niño, su presencia es normal, se mantiene sereno aunque algo expectante, pero refiere estar preocupado, porque él claramente quiere seguir estudiando, dice haber entendido la necesidad de estar formado, y aunque ir a la universidad no lo ve, es muy duro y son muchos años, una FP referida al área de hostelería sí que le gustaría, se observa que tiene interés, y además lo conoce desde dentro, “y aunque no es difícil, cuando algún día entre a trabajar en este campo, lo quiero hacer bien”, pero su padre, como es mal estudiante, como jamás se ha esforzado, como ha vivido sin motivación e ilusión alguna, quiere que comience a trabajar ya.

Ante la disyuntiva, de seguir estudiando un modulo del área, en la que al terminarla tendría trabajo, y  que le habilite una formación específica, (tiempo que según su padre entiende se dedicara a vivir bien), y además es la opción que apoya la madre, o la disyuntiva de seguir en el colegio, o ponerse desde ya a trabajar, parece lógico que: queriéndolo él, pidiéndolo él, mostrando claramente su interés y deseo de formarse, en el área que representa su futuro, está claro que la mejor y única opción, es la de ponerse ya a buscar la institución en la que pueda realizarlo.

Hablamos en conjunto, y les expongo la respuesta ideal, manifestando especialmente al padre que la motivación e ilusión que no ha sentido nunca, ha supuesto su fracaso, y que sin embargo ahora la siente, y le empuja a formarse en lo que le gusta, estando dispuesto a sacrificarse, a trabajar para la obtención del correspondiente título. Pienso, les comuniqué, que depositen toda la confianza en su hijo, tiene las capacidades suficientes para realizar la formación, así como las ganas de saber, de formarse, de entrenarse y llegar a ser un gran profesional de la hostelería, del que se sentirán algún día muy orgullosos.

Los títulos son la culminación de un esfuerzo, que pueden ser de más o menos años, como las oposiciones; requieren motivación, esfuerzo permanente, creer en la posibilidad de obtenerlo y jamás mirar hacia atrás. Y el título es el refrendo de un esfuerzo humano, esfuerzo que provoca mucho sudor y en ocasiones lágrimas, algo con lo que no se coquetea, apropiándose de alguno sin tenerlo, o diciendo que es experto, o que tiene estudios de tal o cual cosa, de ser así, todos los pastores de mi pueblo serian veterinarios, o todos los agricultores serían ingenieros agrónomos. “Un respeto, y un poco de vergüenza”.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2025