Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ansiedad y la depresión son los trastornos mentales más comunes que afectan a millones de personas en todo el mundo. Afortunadamente, existen medicamentos eficaces que pueden ayudar a gestionar estos trastornos, mejorando significativamente la calidad de vida de quienes los padecen. Sin embargo, es crucial entender que la discontinuación de estos medicamentos debe realizarse de manera gradual y bajo supervisión médica para evitar efectos secufotosndarios y recaídas.
Y es que así como hoy en día hay un incremento en la toma de medicación, también se ha visto que muchas personas dejan de tomar su tratamiento antes de tiempo. Como se sienten bien, pueden tener la impresión de que el problema está resuelto y abandonan su medicación. Esta mala decisión, puede generar algunos problemas adicionales a corto y largo plazo a su salud.
Existen varios tipos de medicamentos utilizados para tratar la ansiedad y la depresión, entre los que se incluyen:
- Antidepresivos: Estos medicamentos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), son comúnmente recetados para la depresión y ciertos tipos de ansiedad.
- Ansiolíticos: Los medicamentos como las benzodiacepinas son frecuentemente usados para el alivio a corto plazo de la ansiedad severa.
- Betabloqueantes: Aunque más comúnmente utilizados para problemas cardíacos, estos medicamentos también pueden ayudar a reducir los síntomas físicos de la ansiedad.
- Antipsicóticos: En algunos casos, los antipsicóticos se recetan en combinación con antidepresivos para tratar trastornos depresivos graves.
Una vez que el médico o profesional determina cuál es la mejor medicación para el trastorno mental, se deben seguir las pautas marcadas. La interrupción abrupta de los medicamentos para la ansiedad y la depresión puede provocar una serie de efectos secundarios desagradables y potencialmente peligrosos. Estos pueden incluir síntomas de abstinencia, como mareos, náuseas, insomnio, irritabilidad y ansiedad aumentada. En algunos casos, pueden incluso causar una recaída del trastorno original.
Los síntomas de abstinencia pueden variar dependiendo del tipo de medicamento y la duración del tratamiento. Algunos de los más comunes incluyen:
- Mareos y vértigo: Estos síntomas pueden dificultar la realización de actividades cotidianas y reducir la calidad de vida.
- Síntomas gastrointestinales: Náuseas, vómitos y diarrea son comunes al interrumpir ciertos antidepresivos.
- Alteraciones del sueño: El insomnio y los sueños vívidos pueden ser especialmente problemáticos.
- Cambios de humor: La irritabilidad, la ansiedad y la depresión pueden empeorar temporalmente.
- Síntomas físicos: Dolores de cabeza, sudoración y sensaciones de descarga eléctrica en el cerebro (a menudo llamadas «zaps cerebrales») pueden ocurrir.
Una de las mayores preocupaciones al dejar los medicamentos es la posibilidad de una recaída. La ansiedad y la depresión son trastornos crónicos en muchos casos, y suspender el tratamiento de forma inadecuada puede llevar a una vuelta de los síntomas. Es fundamental trabajar con un profesional de la salud para reducir gradualmente la dosis y monitorear cualquier signo de recaída.
Los tratamientos suelen tener un principio, un desarrollo y un final, entonces, ¿cómo dejar los medicamentos de manera segura? Lo principal es consultar con el profesional que está guiando y acompañando al enfermo. Ellos pueden proporcionarte un plan de reducción que minimice los riesgos de abstinencia y recaída.
Así mismo, el proceso de reducción debe ser lento y gradual para evitar cambios bruscos en el funcionamiento del cerebro. En algunos casos, puede llevar semanas o incluso meses reducir la dosis de manera segura. Esta reducción de dosis requiere tener citas regulares con el médico para monitorear el progreso y ajustar el plan de medicación según sea necesario.
La recuperación plena de los trastornos mentales es un camino largo y nadie dice que sea fácil por eso recibir apoyo psicológico adicional durante este periodo (la terapia cognitivo-conductual (TCC) y otras formas de terapia) pueden ayudar a manejar los síntomas y prevenir la recaída.
Durante este proceso, mantener un estilo de vida saludable, que incluya ejercicio regular, una dieta equilibrada y técnicas de manejo del estrés, puede ayudar a mitigar los efectos secundarios y mejorar tu bienestar general.
Para ilustrar la importancia de una interrupción gradual, consideremos el caso de María, una mujer de 35 años que ha estado tomando un ISRS para tratar su depresión durante dos años. Después de sentir una mejora significativa, decidió que quería dejar el medicamento. Sin embargo, en lugar de consultar a su médico, dejó de tomar la medicación abruptamente. En cuestión de días, comenzó a experimentar mareos severos, insomnio y una sensación de ansiedad extrema. Al final, María tuvo que reiniciar el tratamiento y trabajar con su médico para crear un plan de reducción gradual, lo que eventualmente le permitió dejar el medicamento sin efectos secundarios graves.
Los medicamentos son herramientas poderosas que pueden ayudar a las personas a recuperar el control de sus vidas. Sin embargo, es crucial entender que dejarlos de manera abrupta puede llevar a efectos secundarios severos y recaídas. Así que..¡mantente acompañado y cuídate hasta el final del camino!
Fuente: BBC News Mundo. Giulia Granchi
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