05 May 2020
J mayo, 2020

Algo grave está ocurriendo

Baltasar Rodero

Satisfechos nuestros instintos básicos, del primer nivel de la pirámide de Maslow, me alimento, me abrigo y lucho por encontrar un techo que me de cobijo, dependiendo de las circunstancias en las que se desarrolle mi vida, se abre un largo camino, en el que voy tratando de responder a cada expectativa, luchando por conseguir cierto equilibrio emocional, desde el que pueda ser con los demás.

Eso puede ser un camino complejo, difícil, lleno de obstáculos, o algo más simple e insignificante, todo ello va a situarse alrededor del medio en el que me alumbren, me desarrolle, y crezca, pero todos los caminos sean más fáciles o tortuosos, se superaran siempre movidos por deseos y expectativas, que por otra parte son ilimitadas, desde el ambiente en que me mueva.

De aquí que su simpleza y sencillez, se haya ido con el tiempo volviéndose más barrocos, e incluso laberínticos y enmarañados, al adquirir el conjunto, el grupo, la sociedad en general más relieve, a costa de la individualidad y libertad del individuo, Tockeville. Los escaparates, la luminosidad, los flashes permanentes, los continuos mensajes, nos van acunando, consiguiendo al final condicionar nuestra estancia, al hacernos engañosamente un cómodo lecho, desde el que aspiraremos a otro más cómodo.

Nuestro origen es la simpleza, la horizontalidad, el limpio surco, la ausencia de complicaciones por falta total de estímulos. Solo 70 años atrás, nuestras identidades esenciales tenían una limpia respuesta, no había alternativas, solo el circuito disponía un puerta, que además tenía el carácter de universal. La identidad religiosa, o ese sentimiento que nace con nosotros de la trascendencia, tenía una sola respuesta, y la daba solo la iglesia católica, no existía otra confesión, ese problema no existía como tal.

De igual forma ocurría con la identidad sexual, el comportamiento social te aportaba la solución sin tener que elucubrar, fantasear, o dudar. Normalmente, antes del servicio militar se daba un comportamiento consciente y deliberado, la norma era la de tener novia, incluso con la ayuda de los progenitores, directa o indirecta, cumplías el servicio militar, regresabas a tu domicilio, y era la hora de dar un paso en la sociedad, crear una familia, eso era lo normalmente esperado, y la respuesta era clara.

La identidad social, también estaba predeterminada, no te preguntaban, ¿tú que vas a ser?, porque todos tus conocidos y no conocidos, sabían que heredabas la profesión del padre, de tal forma que el obrero, habría de ser obrero, y aquel cuyo padre disponía de un comercio, o era funcionario, o profesor de universidad, lo normal es que el hijo cumpliera con esa obligación social, era como una carga, como una mandato al que nadie se oponía.

Estos caminos tan facilitados y dirigidos, con el tiempo se han ido volviendo más difíciles de transitar, porque se han ido abriendo mas sendas, se dan más posibilidades, incluso asistimos a cruces de caminos, se dan más nexos de unión, de tal forma que uno vive frente a un modelo laberíntico, que en ocasiones es asfixiante, naciendo así el condicionante social de la publicidad, de los mensajes que se reiteran machaconamente, y que al final te llevaran, queriendo o no, al lugar que convenga al espíritu ambiente.

Abierta esta ventana, desde la que se dirige al mundo, las manipulaciones crecen, se desarrollan y nos invaden, de tal forma que en ocasiones cuando pensamos en lo que estamos haciendo, o no lo sabemos, o no somos consciente de sus consecuencias, al estar situados en un engranaje, en una cadena, de la que además no te puedes liberar, serias entonces el raro de la familia, del grupo, o el loco de la sociedad.

Esto permite observar por ejemplo, algo tan raro, que nieve o granice en verano, o que haya días en invierno verdaderamente primaverales. Siempre se dijo, por San Blas la cigüeña verás, recuerdo en mi niñez el nido de cigüeña en el campanario, y el vacio del mismo en los días fríos de invierno. Hoy la cigüeña jamás se ausenta del nido, donde con su pareja, pasan un año y otro sin abandonarle.

Todos hemos visto en ciudades, la visita de jabalíes, de corzos, de cocodrilos, de zorros o raposos, de osos escarbando en basureros, o de la impetuosidad del mar visitando torrencialmente muchas cocinas, estas situaciones ya cotidianas, en las ciudades cercanas al ambiente respectivo de los animales citados, o en las costas, y es lógico, se nos olvida que la propia naturaleza tienen su propia vida, que se desarrolla en el tiempo, y al ser destruida o alterada por el hombre, al destruir o desordenar este los ecosistemas, al alterar el ambiente natural, los animales se despistan y van en busca de lugares donde sentirse a gusto, les pasa como a nosotros, si nos quitan la casa, seguro que buscaríamos otra que nos permitiera seguir en la vida, esto en ocasiones le ocurre al mar.

Esta situación que es normal o se ha normalizado, y que nadie critica, que nadie tiene en cuenta, que está socialmente aceptada, es el fundamento de las zoonosis, de todas aquellas enfermedades que trasmiten los animales al individuo, como el covid-19. Nos estamos jugando no solo nuestra felicidad o bienestar, sino nuestra propia vida.

Fuente: Dr Baltasar Rodero. Psiquiatra. Mayo 2020