Codicia e hipocresía. En estos momentos, estamos presenciando la mejor y más calificada y expresiva lección social, de lo que significa hipocresía. ¿Algún político con responsabilidades, tiene un discurso coherente?. ¿Un discurso que se corresponda, con aquel que manifestó de forma pública, y defendió de forma rotunda, sin titubeos, durante la campaña electoral ?.
¿Se parece en algo lo que dicen y defienden en la actualidad, con lo que dijeron y manifestaron tercamente, antes de la campaña electoral y durante ésta?. Las contradicciones, no solo, no son singulares, raras, o puntuales, protagonizadas por algún desaprensivo, son lo normal, lo cotidiano, incluso hasta lo correcto, lo que se espera, lo que tiene o debe de ser.
Se trata de subastas públicas, que se realizan sin pudor, de forma descarada, y que además responden de forma explícita a concretos intereses de persona o grupos. Todo se realiza en la plaza, está a la vista, chalanean sin recato, discuten el reparto de intereses con todo el descaro, nada camufla ninguna situación, el hecho es claro, cada uno defiende de forma apasionada, y hasta agresiva sus intereses, o los de su grupo.
Si uno analiza de una forma sencilla y horizontal, el estado de las diferentes discusiones a nivel de la totalidad del territorio nacional, bajo el paraguas de que el pueblo ha pedido …, o el pueblo espera…, o el pueblo demanda…, o el pueblo no nos perdonaría…, etc., se puede montar cualquier cambalache, artilugio, o circo, de tal forma que, lo que es ideal en un lugar del territorio, un pacto entre A y B, en otro lugar, puede ser considerado como un hurto a la sociedad, porque dependiendo del criterio marcado por la conveniencia, es mucho más útil y propicio el pacto entre, el C y la Z.
De aquí que nuestra sorpresa sea ilimitada, lo repudiado como inconveniente o desestabilizador, en la margen izquierda de cualquier lugar geográfico, pueda llegar a ser lo más eficaz, resolutivo y amable, en la margen contraria. No obstante, esta visión que puede ser de un lunes, de forma brusca, y siempre porque el pueblo lo requiere, puede cambiar el martes, el miércoles…, el tema está planteado bajo el siguiente epígrafe. ¿Quién da más ?, ¿quién es el que ofrece mas ?.
¿Cuál es el sillón más grande?, ¿cómo conseguimos más? claro, siempre pensando en el pueblo al que representan y quien les paga. La ambición es tan desmesurada, tan descarada, tan nada comedida, tan articulada en la convivencia política, que no tiene límite, la codicia, el deseo de ser, tener y ostentar, la necesidad de sentirse superior, el figurar o ser referente, el amor a los privilegios, la adicción al templete que me aúpe por encima de los otros, ciega tanto, que el comportamiento impresiona de natural, y todos lo interiorizamos como natural, hasta los menores.
Pero la enseñanza queda, nuestra conducta es diáfana a la vez de llamativa, la codicia y la hipocresía presiden todo tipo de manifestaciones, el engaño, la mentira, los intereses, están por encima de cualquier otro valor, y los niños y jóvenes lo observan, y lo que es peor, lo viven y lo sufren, y no es fácil explicarles porqué a media legislatura se cambia de alcalde, o tu coges aquella presidencia y yo esta alcaldía, o yo pacto con éste, a la vez que puedo pactar con el otro, o yo te apoyo aquí si tú me apoyas allí. De verdad, ¿cómo se le puede explicar a un niño de 10 años que pregunta y se interesa por el alcalde de su pueblo y observa que hoy parece que es uno, porque el otro es malo, y mañana es el malo, porque el bueno se ha vuelto malo?.
La democracia es el mayor de los bienes en convivencia, permite que ésta se articule, y con el menor número de fricciones, funcione, definiendo deberes y obligaciones de los diferentes individuos, es algo limpio, sencillo, útil, practico, y enormemente positivo, con ella se puso fin al desorden, y con esta a la destrucción.
Pero honestamente creo que la estamos desvirtuando, pues abusando de su positiva flexibilidad podemos justificar, lo injustificable, como la injusticia, el egoísmo, la hipocresía, el fanatismo, la ambición ilícita, la codicia, el nepotismo… y siempre utilizando como justificación, al que paga, al que se maltrata, y en el que nadie piensa, el estercolero del cambalache del político, el ciudadano
Con estas líneas, escritas cuando se están formando ayuntamientos y autonomías, cuando todo está en plena efervescencia, quedándose las noticias obsoletas en el transcurso de horas, por las apuestas permanentes, solamente , y como en otras ocasiones, quiero recordar al que ejerce la política, que piense cual es su papel, que medite seriamente cual es el significado de éste, y que sea coherente en su ejercicio, que se entregue con amor, constancia y perseverancia, en su ejecución , y si por circunstancias , no sabe, ( no responde a una oposición), o no puede, por los impedimentos que fueren , que dimita, que dé paso a otro, que no resquebraje su dignidad, porque además es mucho, lo que muchos esperan de él.
Fuente: Dr Baltasar Rodero. Psiquiatra. Junio 2019
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