19 Sep 2018
J septiembre, 2018

Comienza el curso

Baltasar Rodero

Comienza el curso. Es un hecho que impregna a todos los ciudadanos en algún momento de sus vidas, y que les seguirá persiguiendo una gran parte de la misma.

Se inicia a los 3 años, época en la que aun no existe una conciencia clara de la realidad, y sigue  y sigue en ocasiones, hasta pasada la década de los 30. Es un camino, en el que aunque se haya golpeado uno con cierta frecuencia, la edad en la que se recorre, las experiencias ricas y plurales que uno tiene ocasión de vivir, las diversas y múltiples compañías, etc., harán que su recuerdo siempre esté presente.

Incluso, es tan importante que marca nuestro tiempo, de tal forma que el año natural, en vez de en enero comienza emocionalmente en octubre, hablamos entonces de cursos académicos que se corresponden con años naturales. Decimos me quedan tantos cursos para terminar tal o cual formación, cuando el equivalente es que me queden tantos años.

El objetivo es aprender

Y todo ello se suscita, por la obligación moral y legal de los padres, de aspirar a formar a sus hijos, para que puedan vivir en ausencia de ellos, o de otra forma, para que puedan emanciparse en algún momento, y realizarse como personas sociales, ser y ejercer como individuos libres.

Es un esfuerzo coordinado, en el que se implican varios actores, con el fin de conseguir ir desarrollando las diferentes capacidades del individuo, para aprender a ser, o a estar con los otros, dentro de un mundo civilizado.

A los gobiernos les compete, diseñar un camino, un itinerario claro, preciso, concreto y completo, por el que transitar cada individuo, cuya meta sea la de obtener la habilitación de unos conocimientos específicos, que le permitan participar e implicarse en el desarrollo social.

A los centros educativos, disponer de una metodología, que un cuadro de profesores haga operativa, propiciando, además de la impartición de conocimientos, la formación en convivencia, en estilos de vida, en dar sentido a los conceptos de: colaboración, cooperación, solidaridad, compañerismo, respeto, especialmente respeto al otro, entendiendo que es diferente a él, en las formas o aspecto físico, o en el fondo o intimidad, o ambos aspectos a la vez.

Convivencia en diversos entornos

Son la continuación y el complemento de la convivencia familiar, donde crecen y se forman como seres sociales, o seres que participan en el ser y estar con los demás.

La familia es el sillón vital, lugar donde nos solazamos y lentamente vamos interiorizando las diferentes formas de convivencia, a través de, hermanos, padres, familiares, vecinos, amigos, etc. Este es el primer y permanente ensayo para iniciarse en una participación activa, aprendemos a compartir, a aceptar, a tener iniciativas, a colaborar, a sumar esfuerzos, a observar límites, a vivir debilidades, o momentos tristes e incluso dramáticos, a compartir.

Su ambiente nos marcará, nos señalará, será como un molde que nos dará forma y contenido, sin querer reproducimos sus tics, aprendemos incluso a toser, a movernos, a disfrutar, a fantasear, a saber del sufrimiento y de la grandeza del amor, del calor humano y de la seguridad.

Actividades y formación

Es importante en este periodo de formación las actividades extraacadémicas, en ellas la socialización es más rica y diversa, al compartir actividades lúdicas, además que se producen mejores y más cálidos acercamientos, por el mayor grado de relajación, por la actitud más distendida, jovial y solidaria. En este campo han de implicarse las diferentes instituciones públicas, facilitando encuentros, colaboraciones, desarrollo de áreas complementarias de las especificas de los centros educativos, y en coordinación con ellos, etc.

La formación superior, profesional o universitaria, está implícita en los diferentes planes educativos, y ha de guardar estrecha relación con la formación básica. Ambas tendrán en cuenta la demanda social puntual, así como las líneas de desarrollo de las mismas, para su adecuación. Un hecho frustrante reiterado, y que venimos observando muy frecuentemente, es el hecho de finalizar un periodo formativo, incluso con éxito, y que éste carezca de demanda.

Toda actividad del tipo que sea, que tiene su desarrollo a lo largo de vida, exige de planes anuales, en los que a grandes rasgos, ha de tenerse en cuenta, lo que se ha hecho en el ejercicio anual, como se ha hecho, frutos y fracasos de lo hecho, que pretendemos hacer, y ensamblar lo que hicimos, con lo que demanda la sociedad, trabajemos siempre con objetivos concretos y precisos.

La constancia es la clave

Cada inicio de curso, en el caso que nos ocupa, nos exige a todos una reflexión, a cada uno desde las responsabilidades que le compete, ello y solo ello, conseguirá al final, ir desbrozando los diferentes caminos, para conseguir mejorar los objetivos, que en el fondo, es conseguir hombres y mujeres felices en su periodo formativo, además de cualificados,  productivos, justos, solidarios y colaboradores, en el desarrollo de una vida social, pacífica y esperanzadora.

Como colofón, la voluntad, el deseo de conocer, el sentimiento de la necesidad de saber, la motivación de superarnos, etc., tiene como base el esfuerzo mantenido en el tiempo, que se llama constancia, y que debe propiciarse desde un ambiente armonioso, desde la convivencia familiar. Combinemos pues, motivación y esfuerzo, junto a la perseveración.

Fuente: Baltasar Rodero. Psiquiatra. Septiembre 2018