La sonrisa es una expresión sutil casi imperceptible y silenciosa, generada por los músculos que regulan los movimientos de la boca, de la cara, y de los ojos. La risa supondría un tono mayor, mucho más expresivo y ruidoso, tanto que puede llegar al estruendo.
En el fondo, ambas son respuestas a un sentimiento de placer, de bienestar, de satisfacción, de agradecimiento o de conformidad. Son ambas innatas, no se aprenden, y surgen de forma espontánea, existiendo en los bebés e incluso en los fetos.
Forma parte de nuestras señas de identidad, son como nuestra carta de presentación, por ello cuidamos tanto la dentadura y los gestos, dado que es la parte sustancial del relato, en el que es importante lo que se dice, pero lo es más, “como se dice, lo que se dice”.
Esta singularidad observada en el relato, o comunicación, ha exigido el estudio de su verdadera génesis y significado, así como de su trascendencia individual y social. Así en la universidad de Maryland, se estudiaron las sonrisas en 300 personas, en las que observaron el comportamiento de los vasos sanguíneos, en los que se observó un aumento de su calibre, disminuyendo en la ausencia de ésta, y con ello la del flujo sanguíneo.
En la universidad de Wisconsin, se ha observado que, después de un proceso de risa, disminuye la tensión arterial, y se desacelera el ritmo cardiaco.
Un estudio reciente, ha estudiado porqué enseñamos los dientes cuando sonreímos, y la impresión es que se trata de algo heredado genéticamente de los gorilas, pues una de las señales de que van a recibir un ataque, es la de mostrar su dentadura a sus compañeros.
La sonrisa y la risa es como un virus bueno, que se contagia de forma espontánea, permitiendo disminuir las tensiones entre los interlocutores, con lo que provoca un acercamiento emocional de los mismos, desapareciendo todo tipo de pensamientos negativos.
Con la sonrisa trasmitimos sentimientos de afecto, respeto, calor, compañía, etc., esto significa que el otro, o los otros, espontáneamente dejan de verse aislados y solos, para observarse acogidos y más cercanos, algo que recogemos como respuesta nosotros como interlocutores, consiguiendo disminuir las distancias. Es como un puente fluido en términos de comunicación.
Además la sonrisa, proyecta una imagen más segura de quien la ofrece, ello implica un incremento de la autoestima y de la confianza, así como del optimismo, que nos permitirá un mejor y más eficaz manejo de la interlocución.
Por otra parte, es un analgésico poderoso para el que sonríe, desde la aceptación de cualquier situación por negativa que sea, y para el que escucha, al sentirse más cercano emocionalmente, y al centrar su atención en el momento.
Sentirse aceptado, respetado y querido, nos sitúa mas lejos de la fuente del dolor. En este caso se habla de la magia de la sonrisa, en la que todos nos implicamos aislándonos del interior.
La sonrisa en sí, es enormemente cautivadora y expresiva, además de contagiosa, se puede decir que remueve todos los cimientos afectivos, conecta con toda facilidad espontáneamente, aunque no siempre expresa emociones positivas, pues en ocasiones nace de la ira, la rabia, la frustración, el miedo, la destrucción, etc.
Fue el neurólogo francés, Duchenne en el siglo XIX, el primero que se preocupó por el estudio de la sonrisa, observando primero que, es fruto de los movimientos de los músculos situados alrededor de la boca y de los ojos, y que su combinación puede ser diferente, de tal forma, que se definieron 6o expresiones faciales diferentes, o lo que es lo mismo 60 formas de sonreír.
Destacan singularmente tres tipos diferentes de sonrisa. Aquella que se extiende de oreja a oreja, con levantamiento de pómulos, es la sonrisa de la felicidad. La sonrisa sincera, que es la que marca sobremanera las patas de gallo alrededor de los ojos, y la sonrisa falsa, en la que solo se mueven los músculos de alrededor de la boca.
La universidad de San Francisco describió 18 formas de reír, aunque sólo pudo identificar plenamente seis.
Actualmente se han identificado tres tipos básicos de sonrisa, la canina, en la que se eleva el labio superior enseñando los dientes y encías, parece que es la sonrisa elegida por el 35% de los individuos, la sonrisa compleja, en la que eleva el labio superior, y se relaja el labio inferior, es una sonrisa abierta que la practican el 21% de la población, y la sonrisa Mona Lisa, en la que se observa la elevación de la comisura de los labios, adquiriendo la boca la forma de arco, es una sonrisa seductora, como sumisa y amable, llena de ternura y a la vez muy simple, dando la impresión de fría y aséptica, o inexpresiva.
La sonrisa es innata y personal, propiedad de cada individuo, su interpretación o lectura no es uniforme, p. e.: para los rusos, el sonreír sin causa real, es simplemente una estupidez, y para los japoneses, no existe, en la medida que son estrictos en la expresión de cualquier tipo de sentimientos, o emociones.
Se ha especulado mucho a propósito del significado de la sonrisa, y las interpretaciones son varias, no obstante todas tienen en cuenta nuestros antepasados en el tiempo remoto.
Se cree que la sonrisa humana está emparentada con las muecas que los primates utilizan, para demostrar a sus congéneres miedo y sumisión. Observando a estos animales se evidencia que, cuando quieren mostrar un ataque, enseñan los dientes con la boca totalmente abierta, demostrando así su superioridad.
Por el contrario, cuando desean mostrar sumisión, repliegan los labios y muestra las encías. En contra de lo que se supuso, no hay rastros de sumisión en la sonrisa humana, lo que si se ha podido comprobar, es que sonreímos más, frente a personas que situamos por encima de nosotros.
Parece que las personas risueñas viven más y disponen de mejor salud, sus relaciones sociales son más amplias y positivas, disponen de un mayor grado de habilidades, y además disfrutan de un mayor equilibrio emocional, al no reprimir las emociones, su sonrisa básica, fácil y espontánea, contagia confianza y aceptación.
Obviamente, no todo tipo de sonrisas trasmiten estos efectos, pues su génesis hemos dicho que puede ser diferente.
Un estudio neurológico ha demostrado, que la más positiva es aquella en la que se eleva la comisura de los labios, abriendo levemente la boca, y elevando las mejillas, enseñando los dientes, junto a un cierre suave de los ojos, es la sonrisa genuina, y la que provoca el mayor grado de felicidad.
Para terminar hemos de aceptar que, la sonrisa es nuestra mejor carta de presentación, al generar espontáneamente cercanía, confianza y gratitud, por esto los niños ríen, entre 300 o 400 veces al día, y los adultos entre treinta o cuarenta.
También es enormemente importante para la salud, propicia un mayor equilibrio emocional, aumenta nuestras defensas, mejora nuestro desarrollo y evolución posterior, la comunicación la hace más fácil, fluida y positiva, por lo que tenemos que intentar sonreír, incluso en la soledad.
Autor: Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander, Julio 2020
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