En la tribuna de fecha 25 de mayo de 2023 afirmaba, con riguroso criterio, que ninguna ofensa, de tipo racista, xenófobo… ha de quedar impune. Añadiendo que, todos somos únicos, pero iguales en derechos y obligaciones. Hoy siguiendo una segunda parte de la tribuna, quisiera ampliar este criterio, conceptualmente de forma inversa, al que expuse en la tribuna aludida, manifestando que, “no ha de quedar impune, cualquier insulto, vejación, desprecio, abuso… del extranjero, hacia los nativos”. Es algo, que impresiona de impensable, pero que cada día ocurre con más frecuencia, que al ejercer con igualdad de condiciones frente a la ley, se puede dar la paradoja, de que al ser extranjero, y habernos sembrado a nosotros, nativos, con el sentimiento de la igualdad, frente aquellos más débiles, por el temor de las autoridades, por no abrir sentimientos de marginalidad, o segregación, se pueden aceptar conductas insolidarias o injustas, o incluso de abuso, por parte del individuo que surgió desde la marginalidad. Sabedor de esta situación, el extranjero cada día se siente más fuerte y puede abusar, y por no retorcer el sentimiento de solidaridad, la autoridad se lo permite.
Recuerdo mi pueblo en mis primeros años, cuando la pobreza impregnaba toda la sociedad, caravanas más o menos numerosas de familias pobres, cuyo origen fundamental era la Europa oriental, formadas por varios carros entoldados, tirados por mulas o burros, a los que se ataban otro tipo de animales, caballos especialmente y algún burro o pollino, con galgos sueltos, supongo que para cazar alguna liebre o conejo campero por el camino, y que se situaban en extramuros de los pueblos, generalmente junto a los ríos, de donde tomaban su agua y leña para todo. En aquellos momentos de escasez, se robaba todo lo que se podía, y una noche desaparecieron dos mulas. “Los culpables los nuevos pobladores de la rivera”, se decía, de esta forma se abrió un frente perverso, que entonces mi padre, Presidente de la Hermandad de Labradores y Ganaderos, organismo público al que se accede por votación de los vecinos. Lo zanjó, dando empleo a un componente de la comitiva, mostrando así su confianza. Todo se apaciguó, pero no duró mucho, porque la costumbre de los visitantes era el de la itinerancia.
Recuerdo la película, “salir del armario”. Se trata de una empresa en la que disminuyen las ventas, y hay que proceder a un ajuste de plantilla, se piensa en un operario, este llega triste a casa, pero tiene un vecino inteligente y conocedor de los modelos sociales, le dice que no se preocupe, que desde ya, haga saber que es gay, no fue fácil convencerlo, pero lo aceptó. Desde entonces se fue manifestando como gay, y haciendo saber que por eso le despedían. La confusión estaba servida. La dirección de la fábrica ve que no puede seguir adelante, por el problema social que plantea, y se diseña un itinerario para recuperar al gay, en el que participa el jefe personal, hombre que presume de, hombre, fuerte y decidido, para él, que no caben flaquezas, al final se hace su amigo. Rentabilizó inteligentemente su orientación sexual falsa.
Hoy he conocido un hecho insólito, se trata de unos niños de 11 años, matriculados en un colegio religioso, cuyo lema es, el amor, la equidad y la justicia. En un grupo de niños, entre los que sobresalen las risas, unos cogen, de una bolsa de chuches de otro, un puñado, “comportamiento cotidiano”, este responde violenta y groseramente, “hijo de p… me cago en tu p… madre”, los otro le dicen, anda, cállate y vete a tu país, este niño es español, hijo de extranjeros. Sin escuchar a los niños que cogieron las chuches, formales y generosos, sus padres han recibido, por parte de colegio, una orden de expulsión temporal de los niños. Respuesta claramente desproporcionada, y que no hay inteligencia que digiera, además los niños que cogieron las chuches, pidieron perdón al amigo, y éste no les perdonó.
Estos comentarios, que respetan un guion equivalente, realmente me han obligado a pensar. ¿Será qué nos sentimos hipotecados por nuestra actitud histórica frente al emigrante? ¿Puede ser, qué nuestro sótano emocional se manifieste de esta forma, como purga de sus pecados? Aunque esta visión no la veo clara, porque no se corresponde con nuestra realidad histórica. Más bien se trata de una debilidad de la autoridad, frente a la exigencia de un determinado comportamiento, por temor a la ola de opinión; la inseguridad es tan grande, que nos falta la capacidad de hacer operativa, una decisión justa.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023
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