Diálogo entre preadolescentes. Liset: mamá, hoy me toca ir a dormir con mi amiga Rudit, te lo dije hace más de una semana, y su madre lo sabe y me espera, hemos quedado sobre las siete, para estudiar, dar una pequeña vuelta por su urbanización, para regresar enseguida a casa.

Madre de Liset: recuerda que cuando me lo comentaste te dije que lo pensaría, entre otras cosas porque eres muy niña, solamente tienes 13 años. Liset: pero mi hermano tiene 12, y ya ha ido en dos ocasiones a dormir con su amigo. Madre de Liset: si, pero es niño, no compares, las niñas han de tener más cuidado.

Madre de Liset: tú sabes lo que pasa en la vida, lo sabes porque lo hemos comentado en varias ocasiones, y te falta experiencia. Liset: mamá yo sé todo, se lo que tengo y lo que no tengo que hacer, más que mi hermano que no sabe nada, y me lo pregunta a mí, así que explícale a él, porque todavía cree que los niños vienen de Paris. Te repito hija, el niño corre menos peligro, no tiene porque pasarle nada, sin embargo a ti sí que puede ocurrirte algo, cuídate y vete con tu amiga, pero se prudente, se lo conté a tu padre cuando me lo pediste, y no le gustó nada . Liset: no te preocupes, se lo que tengo que hacer, y tanto mi amiga como yo somos formales, nos preocupan los estudios solamente.

Liset lleega a la casa de su amiga Rudit: y  la recibe la madre de ésta, la saluda, le pregunta por sus padres, y le comenta que Rudit está en su habitación,  en la segunda planta del  dúplex, y la invita a subir. La habitación de su amiga se sitúa frente a la de su hermano, compartiendo baño. Sube y encuentra a su amiga Rudit, vestida de calle, arreglada y algo pintada, le comenta que casi no la dejan venir, pero que al final, se lo han permitido. Pasa después a llamar a su madre, para comentarle que ha llegado bien.

Hablan con la madre de su amiga, y se disponen a salir un rato. Hay una cafetería en el bajo del edificio, donde venden chuches, y además por allí rondan chicos, amigos y conocidos, del hermano de la amiga, que tienen 16 y 17 años. Al bajar se encuentra con una compañera July, ésta es amiga de Rudit, y que también vive en el mismo edificio, les comenta  que ha quedado con un chico, después sigue contando que, está muy nerviosa, porque le ha pedido tener sexo esta misma tarde, y aunque lo desea, porque aún no lo ha hecho nunca, tiene mucho miedo.

Liset, le dice que tenga cuidado, que su madre le ha dicho que a esta edad no está indicado, y que además no se siente nada al realizarlo, por lo que después quizá te deje de atraer. Rudit le comenta, que lo que sabe, lo sabe por su hermano, y lo único que le ha dicho, es que se tiene bastante dolor, por lo menos en las primeras ocasiones, y que además  hay que tener cuidado. De todas formas si lo hacían July quedó en comentárselo a ambas.

Liset y Rudit, se dirigieron a casa, pero en la terraza de la cafetería, estaba el hermano de Rudit con sus amigos, y entre ellos uno que le gustaba a ésta.

Rudit, contó a Liset, que en ocasiones el chico que le gusta va a buscar a su hermano, y que como sus habitaciones se sitúan una frente a la otra, deja la puerta algo abierta, primero, para escuchar de que hablan,  y segundo, para verle pasar, le dice con cierta sonrisa, que él siempre mira en ese momento, y que es muy guapo, y además que no le importaría salir con él, y hacerlo con él, porque le gusta mucho.

Llegan a casa, se instalan, siguen hablando de los estudios, de los exámenes y de los profesores y compañeros, y transcurrida una  hora y media aproximadamente, sonó el móvil de Rudit, llamaba July, que es de su bloque de viviendas, son muy conocidas y su trato es de amistad.

Le comentó que salió con el chico, que fueron a un botellón, que bebió pero muy poco, porque no se quería perder nada, y que pasado una hora, él le propuso ir al coche, situándose ambos en los asientos traseros, cerraron las puertas por dentro, él temblaba y sudaba, estaba muy nervioso, yo también, apuntó, nos empezamos a desnudar, y enseguida él se puso sobre mí, seguía nerviosa y no podía hablar, además había bebido, quiso penetrarme, pero no pudo,  y se sintió avergonzado, triste y deprimido.

Me tocó animarle, todo había salido mal, muy lejos de lo que habíamos pensado, todas las fantasías se redujeron, a un encuentro entre dos personas, que no podían ni hablar por los nervios, fue algo como irreal, algo que nunca pensé que pudiera ocurrir, lo pasé fatal por él y por mí, creo que nos precipitamos, que no estábamos preparados, y que cuando dicen nuestras madres que somos jóvenes, y no las creemos, hacemos mal.

Creo que tiene que ser bonito, hacerlo con un chico que quieras y que te quiera, pero a su tiempo, porque de no ser así, el recuerdo vergonzoso te separa de él, y es ahora lo que yo más temo. Ya os contaré más, cuando estemos nuevamente juntas.

Sería ideal, utilizar el mismo mensaje para ambos sexos, que los discursos fueran equivalentes, en forma y contenido, y que además éstos fueran, serios, formales y rigurosos, pues es la mejor  muestra de respeto a los hijos, por otra parte necesaria para aprender, para madurar, y para poder  tomar las decisiones más adecuadas.

Como epílogo, permítanme recordar que, a todos nos iguala en el recorrido de nuestro camino, el nacimiento y la muerte, luchemos por la equidad en el tránsito, haciéndole más amable y armonioso.      

Fuente; Dr Baltasar Rodero. Psiquiatra. Marzo 2019