La relación del alcohol con el individuo es tan antigua como la edad de éste en la tierra, el código de Hammurabi que data del año 1.700 a.C. y ya recoge las normas que el individuo ha de cumplir frente al consumo de alcohol, recopilando entre otras,  el castigo de aquellos pastores que consumiendo hidromiel, permitían que su ganado comiera sembrados prohibidos, de igual forma, y como publicidad disuasoria, en el frontispicio de algunas tumbas, rezaban diferentes mensajes, relatando los castigos por el consumo excesivo.

Es pues algo que está incardinado en nuestra historia, que ha formado parte de ella, y que sigue en la actualidad, tanto, que es la protagonista indiscutible de todos los festejos, o celebraciones familiares, no asistiremos jamás a un encuentro social, donde el alcohol esté ausente.

Penetrando en el problema que nos ocupa, lo primero que tenemos que significar es que los adolescentes, o grupo de población situada entre los 11 y 19 años, se encuentran en un estado de tránsito, les mueve la búsqueda, el interés por todo, su inquietud es el motor de su vida, y el fundamento de su identidad, van acumulando, por su interacción con amigos, compañeros, familiares y especialmente padres y profesores, pautas de comportamiento, formas de estar en la vida, formas de estar con los otros, obviamente cada uno desde su perfil de personalidad, pero su viveza, lucha, movimiento, participación, inquietud, y especialmente amor a lo desconocido, e incluso al riesgo, es la esencia de su ser.

Ocurre que a lo largo de un año han estado recluidos, con escasos contactos con los otros, sujetos además a unas normas, respetando una disciplina que no entienden, que no ha sido explicada clara y sosegadamente, su energía, vitalidad, y rebeldía, permiten que el día que se les facilita un camino de liberación le aceptan, incluso le exijan, y le disfruten sin control, como cuando hacen puenting, no entienden de riesgo, incluso le persiguen por la gratificación que produce, los circuitos gratificantes se revitalizan, y la alegría, la desinhibición, locuacidad, impulsividad y bienestar, surgen.

No es algo que deba de extrañar, es una respuesta natural, ¿Qué han aprendido desde niños?, ¿cómo se celebraban las fiestas, o los encuentros familiares? Por otra parte, si se tienen que reunir para interactuar, algo que es lo natural, algo que forma parte del aprendizaje, algo que es su sello de identidad, nos hemos preguntado, ¿dónde se pueden reunir?, ¿qué lugar cumple con el requisito de dar calor, comprensión, empatía y sociabilidad?

No es cosa de aumentar la represión, sumando más policías a los que ya existen, la respuesta no es atar al necesitado de vida, pues el camino a recorrer es largo y duro, tanto, que otro de los factores que alimentan su rebeldía es, ¿qué les ofrecemos en esta vida?, el paro, que es desesperanza, y frustración.

Hemos de cambiar nuestro código de comportamiento, en los tres estamentos que en su conjunto componen el campo de aprendizaje como personas, la familia ha de tener en cuenta que no es un hotel, donde uno se alimenta y se duerme, es un lugar de convivencia, de compartir inquietudes y proyectos, lugar de cercanía, compresión y paciencia, en la que formamos un grupo homogéneo, y caminamos a la vez todos juntos. Si les digo que, un adolescente, se siente solo, y que cuando sale se encuentra en ocasiones con su padre bebido, y su madre alegre, ¿qué pensarían?, esto no tiene nada de rareza.

En el colegio, el voluntarismo ha de ser superado por un espíritu de responsabilidad, de exigencia, de control y de cercanía, el diálogo ha de ser fundamental, sin él no se conoce al alumno, hay singularidades enmascaradas que requieren atención, hemos de crear pensamientos críticos, armonizados por el profesor, y abierto al amplio campo de las múltiples y variadas capacidades que tienen los alumnos, restando importancia a la memoria. Que les parece que yo conozco un alumno, que ha suspendido, por no poner en la respuesta, el texto exacto que venía recogido en el libro de texto.

Y la sociedad en general, a través de sus representantes ha de crear ya, lugares donde puede la juventud interactuar, disfrutar de compañía, compartir vida con los otros, sentirse persona solidaria, sentirse uno más. Creen consejos municipales, que organicen redes de acogimiento de la juventud, cines, polideportivos, bibliotecas, estadios de futbol, u otros lugares que revitalicen el circuito de gratificación natural propio de cada persona. Islandia con este programa, ha pasado en 20 años de ser el país donde más se consume sustancias psicoactivas, al representar el lugar de mayor bienestar.

Autor Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2021.