29 Oct 2020
J octubre, 2020

El Ictus

Baltasar Rodero

Todos nacemos dotados de una red vascular, que contiene aproximadamente de 4,5 a 5,5 litros de sangre, compuesta por dos circuitos independientes, arterias y venas, cuyo funcionamiento es regulado desde un motor exclusivo y esencial, el corazón, alimentando todo nuestro cuerpo, mediante el transporte de sangre oxigenada por las arterias, para regresar vía venosa a purificarse en los pulmones. Su mecanismo, perfectamente articulado y dirigido, se desarrolla en ausencia de nuestra voluntad y en perfecto equilibrio.

El día 29 de Octubre celebramos el Día Mundial del Ictus, un problema de salud, que hoy supone la primera causa de muerte en mujeres, la segunda causa en varones, y es la segunda causa de demencia, (después de la Enfermedad de Alzheimer), y la primera causa de discapacidad en el adulto. Actualmente el ictus afecta a unas 120.000 personas al año en nuestro país, y hasta un 50% de los afectados presentarán secuelas discapacitantes. En el momento actual, la sociedad española de neurología nos indica, que existen más de 330.000 personas, que presentan alguna limitación, como consecuencia de haber sufrido un Ictus a lo largo de su vida.

El Ictus es un accidente cerebro vascular agudo, o de los vasos sanguíneos del cerebro, cuyas causas principales pueden ser la hipertensión arterial, la Diabetes Mellitus, niveles altos de colesterol, arritmias de corazón entre otras. El Ictus se produce por la obstrucción de un vaso sanguíneo cerebral, por un trombo o un émbolo procedente del corazón, provocando una zona de isquemia cerebral carente de oxígeno, o por la rotura de un vaso sanguíneo cerebral, por lo que la sangre se extravasa, se va acumulando, y al final provoca una hemorragia.

Es importante conocer los síntomas del ictus para acudir precozmente a urgencias. Estos síntomas pueden ser, cefalea severa, desviación de la comisura labial, dificultad para hablar o expresarse, inestabilidad súbita, pérdida de fuerza o sensibilidad de las extremidades, falta de equilibrio, y alteraciones visuales, embotamiento, incapacidad para discernir…

Se trata de una emergencia sanitaria, un caso cuya urgencia es vital, porque dependiendo de la rapidez de la administración del tratamiento, el pronóstico será distinto, aunque también hay que tener en cuenta otros factores como la edad, y el tamaño y la localización de la lesión cerebral, los síntomas serán más o menos graves.

En ocasiones puede tratarse de una isquemia transitoria, en este caso, el paciente se recupera en unas horas, y en otras, de un Ictus establecido cuando ha transcurrido más de 24 horas, entonces pueden surgir secuelas, que pueden ir, desde la dificultad para hablar, comer, andar, moverse, hasta la presencia de una afectación cognitiva y de la conducta, que producirá alteraciones en atención, memoria, concentración, estados depresivos, irritabilidad, e incluso cambio de personalidad con agresividad.

Ante la gravedad de las secuelas del ictus, que abarcan desde síntomas físicos hasta alteraciones cognitivas y de la conducta, se hace esencial la prevención del mismo, además de un tratamiento precoz y adecuado en los servicios de urgencias, así como la rehabilitación precoz y multidisciplinar de las secuelas neurológicas, en un centro “específico”, que cuente con un equipo multidisciplinar en su plantilla, de personal especializado en el daño cerebral y sus secuelas neurológicas, formado por: médico neurólogo y rehabilitador, para realizar una valoración y diagnóstico de las secuelas neurológicas y de su gravedad, neuropsicólogo, para el tratamiento de las secuelas cognitivas, y para las alteraciones de la conducta, fisioterapeuta, para tratar la movilidad y el equilibrio, logopeda, para recuperar la expresión y compresión del lenguaje, y mejorar la deglución del paciente, y terapeuta ocupacional, para entrenar y recuperar las actividades de la vida diaria, perdidas tras sufrir un ictus, como comer, asearse, vestirse o manejar dinero.

En cuanto a la prevención del Ictus, tan frecuente como letal o incapacitante, debemos llevar un control riguroso de la tensión arterial, que es el principal factor de riesgo, así como tener unos niveles adecuados de azúcar y colesterol, abstenerse de fumar, llevar una vida activa, caminando regularmente de forma diaria, o practicando algún tipo de deporte.

Es importante tener un sueño reparador, y en caso de padecer apnea nocturnas, acudir a su médico de atención primaria para tratarlas. Así mismo, otra fuente de ictus son las embolias de corazón, en casos de arritmias, por lo que en estos casos es necesario, la valoración de un cardiólogo, para establecer el tratamiento más adecuado.

El abordaje terapéutico ha de ser inmediato, es una urgencia vital, pues se da una relación entre la muerte, o la cantidad o intensidad de las secuelas, y la rapidez de la primera intervención, que es asegurar el flujo sanguíneo perdido, bien por la presencia de un émbolo o de una hemorragia, y posteriormente, después de este proceso agudo, iniciar lo antes posible el tratamiento rehabilitador, que también su eficacia depende de la inmediatez con la que se inicie.

Autor: Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander Octubre 2020