El tiempo como magnitud, nos sirve para medir la duración de la totalidad de acontecimientos que van a ocurrir en nuestras vidas, desde que llegamos al mundo, hasta que nos ausentamos para siempre del mismo, mide además la duración de cada hecho, así como la duración entre la que acontecen los mismos, ello nos permite entre otras cosas, realizar una primera separación de su recorrido, el pasado, o tiempo, o conjunto de vida que ha transcurrida hasta aquí y ahora, el presente, que significa todo lo que acontece en este momento, y el futuro, representado por cuanto nos puede devenir a cada uno de nosotros.
Siempre está en marcha, no para, no descansa, no se acorta ni se prolonga, su medida física es siempre la misma, de tal forma que nos traen a este mundo, y ya se pone en marcha nuestro tiempo, aquel en el que van a ocurrir cada uno de nuestros actos, que si bien hemos dicho su velocidad física siempre es la misma, no lo es la vivida para cada individuo, en base a las sensaciones que mantiene en su interior, podrá observar velocidades diferentes, comenzando ya con el nacimiento, el embarazo es relativamente largo pero normalmente placentero, el parto enormemente eterno por lo deseado, o por el ansia de que se termine sin que ocurre nada patológico, el de la primera infancia, que se vive intensamente, al obligarnos a estar permanentemente al lado del bebe.
El de la infancia, es el espacio en el que surge una convivencia más activa, podemos interactuar con nuestros hijos recibiendo sus caricias, además de su calor mediante sus abrazos, besos, y no olvidemos sus travesuras, que requieren una permanente vigilancia. Más adelante va surgiendo el tiempo en el que se comienza a descubrir la vida consciente, preadolescencia y adolescencia, ya nos enteramos de las cosas, ya nos informamos, ya preguntamos, ya han nacido los diferentes intereses, siendo la inquietud infantil, la que proporciona a los padres y educadores, la más delicada atención, porque, aunque observen, vean realmente y razonen, al final todos, con excepción de los hijos de padres perfeccionistas e intransigentes, van a actuar de acuerdo con sus propias coordenadas, de tal forma que, en la mayoría de las ocasiones nos sorprenderán, no esperábamos su respuesta, cuantas veces comentamos el hecho, “pero él entendiéndolo y aceptándolo, pasados unos segundos, elije su itinerario”.
El tiempo en los adultos jóvenes, tiene otra pátina, es el tiempo de la formación en algo, periodista, electricista, calderero, informático, economista… de lo que poder vivir el día de mañana, es el tiempo, cuando por los años sociológicamente se busca la emancipación. Este periodo es distinto para cada uno, porque alguna persona, querrá trabajar pronto, otra no la importará tanto, otra no ha pensado en trabajar porque está bien como está…, diferentes pormenores, van a imprimir un ritmo diferente a nuestro tiempo en vida, deseando unos pasar página ya, otros no tanto, y otros haciendo nada para seguir como están.
Ocurre un periodo de serenidad alrededor de los cincuenta, “todos” hemos conseguido aquello que deseamos, a aceptamos lo que hemos podido atesorar, y seguimos, pero nuestros deseos futuros se pacifican, nos mueven menos, y en ocasiones casi se atomizan y congelan, viviendo junto a la familia conseguida a lo largo de la vida, es el periodo de la estabilización, que normalmente coincide con una nueva inquietud para todos, el vaciamiento del nido, ¿dónde irá cada hijo?, ¿qué época tan difícil? Es buen trabajador lo conseguirá, ¿es buena persona demasiado buena? ¿la engañarán?, ¿será demasiado confiada?, ¿su preparación será suficiente?, y en este instante, con enorme sorpresa nos requieren, esperada, pero al fin y al cabo sorpresa, ha nacido una nueva criatura, la alegría porque todo vino bien es inmensa, todos nos reunimos en el bautizo, es una fiesta familiar, además nos enriquecemos en relaciones, no nos conocíamos todos, y todos disfrutamos y lo pasamos muy bien.
El tiempo quizás más tranquilo, pero penoso en ocasiones, es la época de los 65 a los ochenta y cinco, los mayores en términos generales viven solos, los hijos en su mundo lleno de esperanza y disfrute, y los mayores llenos de añoranzas y recuerdos unos, y otros, llenos de vida, de la suya, y la de los suyos, hijos e hijas, pero cada uno en su lugar, este periodo puede venir señalado, por las limitaciones, marcando estas su futuro, además de por sus cumples, quizás estemos en el último, de aquí la expresión tan significativa, “es el cumple de papá”…
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023
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