Con el antecedente de aquellos conseguidores, personas que como el sr Conde, presumía desde los escenarios que le ofrecían las diferentes TV, de su facilidad para hacer dinero y vivir en el cielo de la tierra, o el Sr Rato de ser y ejercer los cargos más importantes en el mundo, en el campo de la gestión económica, amén de muchos otros de segunda o tercera fila, pero todos ellos, o casi todos, con pelo engominado, trajes a medida con rayas impolutas, amén de unos mensajes rotundos, claros y transparentes de gente, superinteligentes, que han sabido situarse en un escalón social envidiable… como postre, y siguiendo aquel penoso exhibicionismo, últimamente han surgido otro tipo de personajes, que siguiendo una estela parecida de mentiras, impregnadas de egoísmo, populismo, e intereses bastardos, cuyo fundamento, es el de aquel charlatán, que se situaba en las esquinas de los mercados de abastos, impresionando a los viandantes, con dos bolígrafos por uno, además añadiendo una goma de borrar para los menores, y así hacían su agosto.

El hilo conductor de todo ello es la mentira, la venta de humo, o la compra de intereses encubierta por algún premio, jamás explícito, pero que a todos nos sirve en ese momento, esto, como consecuencia de no poner pie en pared, ha permitido un juego, en el que están participando pasivamente la totalidad de los ciudadanos, cada uno desde su nivel cultural o posición social; se trata de una respuesta espontánea y por ello visceral, carente de crítica, por lo que en ocasiones sin quererlo ni desearlo, nos implicamos en el tinglado, y al estar el caldo de cultivo cada día más perturbado, como normal vertedero, éste se convierte en receptor, de la abundancia cada día mayor de detritus.

Comenzamos por el Presidente del Gobierno, donde “siempre defendió que aquello no cabía en la Constitución, que jamás podría ocurrir”, pues ha ocurrido, sin que pase nada; por el presidente de la oposición, “yo vengo aquí a serenar, tranquilizar y propiciar una paz duradera”, ocurre entre otras cosas, que el Consejo del Poder Judicial, caducado hace más de cinco años, sigue y sigue operativo, sin que muestre interés en su renovación al serle favorable; la presidenta de Madrid, que “entiende mucho de fruta, pero muy poco de personas mayores”, que como demandadoras de cuidados sanitarios, en su día fueron completamente olvidadas; el ministro de fomento, dando réplica a los dos anteriores, al tener la mayoría absoluta en las municipales y no poder gobernar, y al tener que dedicarse a la rehabilitación de las líneas ferroviarias cercanas, que no se hicieron en su momento; al sr Abascal o al Sr Tellado, manifestando “barbaridades propias de patio de colegio”, una y otra vez, sin que les tiemble la voz, y así podríamos seguir y llenar varios folios, si nos dedicáramos a seguirles.

En esta línea se sitúa, “la dedicación de aquellos que cobran de nuestros impuestos”, para luchar por nuestro bienestar, “esta es su labor”, la de tener cargada la escopeta de la dialéctica, para competir por la tontería más grande, a ver quien acierta con el insulto más sonoro, a ver quién es más original, frente a Europa o frente a los votantes. Es realmente penoso, triste, a la vez de una enorme desgracia, el que tengamos en sus manos la gestión de nuestros intereses como nación, cuando a nadie le preocupa más, que la derrota del enemigo, no contrincante, o formular una boutade más abultada que la de él. La mentira, como acto obsceno, como negación de una verdad objetiva, es la protagonista en la dialéctica política; primero surgió un postureo barato, superfluo y estúpido, para ir girando hacia el desprecio, la desconsideración, el insulto y las amenazas del enemigo, ya no es un contrincante, y la población sufrida, esperanzada, dando balones de oxígeno, al ser incapaz de ejercer un mínimo de crítica, conecta con esa lucha sin cuartel entre “rivales”, y al final termina alineándose por puro contagio, para servir de leño en la hoguera, en la que se calientan los que cobran un sueldo por vender sus mentiras, estupideces u ocurrencias.

Se reitera cada día más, en un gravísimo error, al tomar el suelo de España como un burdo ring, donde se compite en dialécticas, desagradables, cuando no insultantes e hirientes, además de carentes de sentido por lo improductivas, cuando es un lugar sagrado, donde ha de tener lugar encuentros entre contrincantes, que sepan llegar a acuerdos, en beneficio de los intereses de la totalidad de los ciudadanos; abracen la cultura del perdón, además de la de, la solidaridad, y el respeto, impregnado de afecto, ese ha de ser su objetivo.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024