Sorprendentemente, observo un momento en la T.V, como un grupo de mujeres disfóricas, hacen un pasillo al núcleo de las personas que se han encargado de la elaboración de la ley, “solo sí es sí”, henchidas de alegre expresividad insípida, se observa que están satisfechas de su obra, algo que nadie pone en duda, pero que a pesar de buscar los mejores logros, ha presentado unas grietas, por las que centenares de delincuentes, abusadores, violadores o asesinos, han visto disminuidas sus penas, o en su defecto, han sido puestos en libertad, circunstancia que exige, que un grupo numeroso de familias, mujeres, hijos y demás allegados, estén en estos momentos, angustiados, y en guardia, porque lo normal es que, el individuo matón, saldrá como sale el toro picoteado de los corrales, e investirá derrotando a ambos lados.
No obstante, el enquistamiento o encapsulamiento, del grupo, es la forma más indicada para el ejercicio de cualquier tipo de defensa, al escucharse su propio discurso, sin que tengan acceso a otras opiniones, siguen jaleándose, manifestando que esta responsabilidad no es suya, que es de los que aplican la norma, que no lo hacen con sabiduría, o que en su defecto, son un atajo de machistas, y es una pena, porque es acertado el concepto de prevención, esencial en este caso, así como el tratamiento rehabilitatorio, que ha de realizarse desde la sociedad en general, pasando por la policía y personal especializado, donde en un centro específico se las rehabilite junto a sus hijos si los tienen, y las preparen para ejercer en libertad, haciéndolas saber que son libres, y que desde esa dignidad que impregna la libertad, han de ser útiles para la sociedad.
En cuanto al lema por la que se conoce a la ley, “solo sí es sí”, si bien manifiesta un deseo lícito e ilusionante, en mi criterio no es fácil de llevar a buen término, lo explicaré con un ejemplo. Recuerdo cuando llegué por motivos de trabajo a Santander, después de superar una oposición, no conocía a nadie. Pasados unos meses fueron surgiendo amistades, y un amigo y colega, me habló del mercado o feria de ganado vacuno de Torrelavega, algo sin igual, me comentó, “cientos de vacas y chotos se compran o venden en horas”, era todo un enorme espectáculo. Bullicio, conversaciones varias, movimiento de reses, ofreciendo la mejor cara de las mismas, y lo más importante, la venta. Me quedé estupefacto, no entendía nada. El diálogo recorría los siguientes términos, “Lo que te dije, y es barata, le falta algo de ubre, – no sabes lo que llevas, entonces, dos menos… uno y medio”. Se daban la mano, y nadie sabía nada, ni de lo que hablaban, solo ellos, y de esta forma de soliloquios, de espalda en ocasiones, de retos, de intervenciones verbales intempestivas e ininteligibles, llegaban los acuerdos, sellados siempre con un apretón de manos.
Podría ser, un tema Almodobariano, lenguaje singular, recortado, iníciales, algún verbo, miradas cruzadas, una tercera persona manifestaba, “yo creo que está”, y seguía el balbuceo, las insinuaciones, las sonrisas, los acercamientos, las miradas, los movimientos de la vaca, buscando diferentes perfiles, uno, dos o más amigos, manifestaban, bien, es de la línea de… y al final de forma casi espontánea, y sin esperarlo, por lo menos yo que no entendía, un cruce de manos, que significaba una firma notarial. Acto lleno de sobriedad, singularidad y recio, resuelto y definitorio, que impresiona de inconexo, sorprendente, espontáneo, brusco, vibrante, repleto de miradas, gestos, medias sonrisas, movimientos… con una estrechez de las manos. Como situaríamos aquí ¡el solo sí es sí!.
Hay estudios que nos demuestran, que disponemos de más de 43 músculos en la cara, que incluye, boca, labios, lengua, mejillas, miradas, párpados, frente… a lo que tenemos que sumar, el resto de todos los aparatos y sistemas corporales, en definitiva, todo aquello que indique movimientos, gestos, fuerza… de tal forma que, la suma de combinaciones de cuánto hemos sucintamente descrito, pueden llegar a conseguir más de 250.000 expresiones, teniendo cada una de las mismas, un significado específico, que determina un hecho, que significa algo, déjame, vete, estoy bien, no… Nuestro grado de comunicación gestual, es enormemente rico y plural, se podría afirmar que carece de límites, deduciéndose de todo ello, que el lema tantas y tantas veces bendecido, de, si no ha habido un “sí” hay delito, a la vista de lo expuesto queda debilitado, de aquí la esencialidad del juzgador, que deberá de ser determinante, teniendo en cuenta cuantas circunstancias se susciten en el contexto del acto.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023
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