Se trata de una mujer joven, que tiene un trabajo precario, con el que se mantiene ella y su hijo. Cuenta con la ayuda de sus padres, aunque la relación con ellos últimamente ha sido tormentosa, de aquí que sea ella la que rehúse su protección, aunque en ocasiones, ha de aceptarla, obligada por las circunstancias.
Es hija única, cuyos padres trabajan, y viven de forma holgada económicamente, y cuentan además con cierto reconocimiento social, especialmente por el carácter universitario de su trabajo, en un área de conocimiento de cierto prestigio.
Educada, correcta en la presentación, refiere una historia en la que destaca un enorme fracaso en su vida. Buena estudiante, bien adaptada, con positivas relaciones sociales, y con cierto éxito en sus estudios, conoce a un joven. Éste no estudia, trabaja, dispone de dinero y de tiempo, circunstancia que le permite estar pendiente de ella de forma permanente.
La joven comenta que, al principio fue una amistad, incluso graciosa. Pero el tiempo fue transcurriendo, y la relación madura y trasciende, llega a oídos de sus padres, que al principio se sorprenden, pues se trataba de una hija ejemplar, pero el tiempo les demuestra que, la relación es más consistente que lo que pensaban, y dan comienzo los desencuentros, en una familia en la que siempre había reinado la paz.
Discusiones diarias, baja el rendimiento escolar, y los padres muy preocupados, utilizan todas las amistades para revertir la situación, no tanto porque el joven carezca de la formación adecuada para ella, y no le pueda ofrecer el futuro que potencialmente podría tener su hija, ocurre que se habían informado, del tipo te vida que llevaba el joven, y no era nada ejemplar.
Por la información de la que disponían, el joven no era el mejor trabajador, no tenía las mejores compañías, consumía tóxicos, y bebía de forma excesiva los fines de semana, y había tenido dos relaciones de pareja previas, con el calificativo de tormentosas.
La joven, a pesar de la información obtenida por los padres, decidió seguir con la relación, y quizás como respuesta a la presión recibida, la intensificó, enfrentándose frontalmente con la opinión de los padres y de la totalidad de la familia, quedándose desprotegida y vulnerable. Llegó a no hablarse con los padres, viviendo en el domicilio familiar, haciendo de mediadora una tía.
La joven queda embarazada, y el caos se adueña de la situación. El joven se aleja, no quería saber nada del embarazo, los padres transitan en un espacio de titubeos, y la tía sigue protegiendo a la joven, llevándosela a su casa.
La realidad dramática, la joven abandona los estudios en segundo de bachiller, vive un tanto desorientada, sin saber muy bien cómo y por donde seguir, los padres van madurando la situación, se dan cuenta de que sólo tienen una hija y no están a su lado, y mientras, la tía la apoya, le da comprensión y ánimos.
La joven siguió con el embarazo en casa de su tía, los padres cada día se mostraron más cercanos, manifestando el deseo de participar, expresando al final la necesidad de que su hija regresara a su casa, llegando de esta forma la hora del parto, en el que participaron todos, no obstante, la hija siguió en casa de su tía, hasta que encontró un trabajo, que le permitió cierta independencia.
Actualmente vive con su niño, en un apartamento, tiene un trabajo no bien remunerado, su tía sigue ejerciendo de protectora, pues no tiene hijos, y sus padres cada día más ansiosos, buscan la posibilidad de atraer a la hija a su casa, donde tendría una mejor atención el niño.
La joven, superando todas las adversidades, y han sido muchas, sigue con cierta desconfianza frente a los padres, y no solicita ayuda, desea encauzar su libertad por sí sola, pensando especialmente en su hijo, pero sabe que es difícil.
Analizamos su realidad, tanto del pasado, como el deseo que ella expresaba de seguir formándose, estudiando, aspirando a la obtención de un título, del que poder vivir en familia con su hijo. Sabía lo que significaba la formación, y se sentía plenamente identificada con esta aspiración.
Hablamos con los padres, a los que les expusimos el deseo de la hija, y su acogida fue muy cálida e ilusionante. Su deseo fundamental era, que la hija volviera a casa con su hijo, desde donde prestarle todo tipo de ayuda y cariño, tanto a ella como al nieto. Temían en principio el encuentro, aunque tenían la esperanza de que, el amor, la paciencia y el diálogo, dieran sus frutos.
Con esta actitud por parte de los padres, le propusimos aceptar su ayuda, y recomenzar su formación académica que tanto deseaba, todo ello lo podría hacer efectivo desde el domicilio familiar. A esto había que sumar una mejor atención del niño. Obviamente, la respuesta que dieron los padres en el momento crítico, no fue la más correcta, pero ésta se hace compresible, si tenemos en cuenta, el grado de desorden mental en el que vivieron el proceso.
Actualmente, todo ha pasado, y todos se han enriquecido, primero, con la llegada de un nuevo ser, que será la alegría de la casa, segundo, la joven podrá seguir sus estudios donde los dejó, no tiene prisa, no tiene plazos que cumplir, y podrá conseguir el título que deseaba, jamás es tarde para empezar, y tercero, los padres con el nuevo encuentro, encontrarán la paz que perdieron.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023
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