Ejercer influencia en nuestro puesto de trabajo es una aspiración personal habitual. Un alto porcentaje nos esforzamos en ser cada día mejores y aportar lo mejor de nosotros. Es verdad que no siempre la oportunidad de crecer y ascender es posible pero sí hacer las cosas mejor. En muchas ocasiones los obstáculos nos los ponemos nosotros mismos con nuestras inseguridades pero, ¿qué ocurre con los jefes y compañeros de trabajo tóxicos? ¿qué quieren de nosotros? ¿son buenas sus intenciones?.

Muchas personas se sienten amenazadas por sus compañeros de trabajo. Los jefes y compañeros de trabajo tóxicos limitan el desarrollo profesional de las personas. Su manera de reaccionar no es mejorar y luchar si no intentar destruir a los demás.

Estas personas normalmente se sienten inseguras o carentes de destrezas. Ante cualquier riesgo de ser superados, atacan haciendo daño sin remordimiento alguno. Su puesto de trabajo, su ego y su relevancia debe estar por encima de cualquier otra persona que destaque más que ellos.

Este fenómeno se conoce como Síndrome de Procusto. ¿Sabes de qué se trata?. Te lo contamos. Proviene de la mitología griega y cuenta que Procusto, hijo de Poseidón, mataba a todo aquel que se alojara en su posada y no entrara en la cama que él ofrecía a sus huéspedes para dormir. Tanto por exceso como por defecto, era capaz de amputar partes del cuerpo o de matarles. Era un hombre fuerte y terrorífico. Murió de la misma forma que sus huéspedes. Fue retado por Teseo a medirse en su propia cama.

¿Es tu jefe o compañeros de trabajo una especie de Procusto? ¿Notas que tratan de deshacerse o de menospreciar a los que son más brillantes que ellos?. A continuación te ayudamos a identificar a este tipo de personas:

SON INSEGUROS Y SE SIENTEN INFERIORES

Para este tipo de personas una amenaza significa un alto riesgo de verse menospreciado. Que alguien ponga de manifiesto su superioridad frente a él/ella, provoca gran dosis de inseguridad. La pérdida de poder, posición o jerarquía les hace sentirse más inseguros y por tanto vulnerables.

ESTÁN A LA DEFENSIVA

Cuando no existen recursos propios de creatividad, iniciativa, resolución, etc. y un tercero se convierte en una amenaza, la solución que buscan los jefes y compañeros de trabajo tóxicos, no es unirse a esta persona y complementarse con las capacidades más positivas. Sus esfuerzos se concentran en adelantar a su rival y tratan de limitarles. Piensan que así terminarán siendo todos iguales.

ACAPARAN TAREAS

“Antes de que se lo asignen a mi rival, lo hago yo!!”. En este tipo de personas existe la necesidad de tener el control de las cosas. Para ellos, lo importante es ganar a los demás a toda costa. Por eso, se cargan de tareas para ser imprescindibles en su puesto de trabajo. Su pensamiento es simple: “si lo tengo que hacer yo, no puedo faltar aquí”. Lo que ocurre muchas veces es que ni su talento y su tiempo para realizarlo están de su lado, creándoles así una mayor presión.

REALIZAN ATRIBUCIONES IRRACIONALES

Es muy habitual que realicen atribuciones irracionales y lleguen a pensar que el hecho de que otros sean brillantes implica necesariamente que ellos no lo son. Pero la creatividad, la habilidad, la capacidad o el entusiasmo se dan por doquier, no se agotan porque alguien los posea.

RECHAZAN EL CAMBIO

Para los jefes y compañeros de trabajo tóxicos su lugar preferido es la “zona de confort”. Por si no la conoces, es una zona donde nada cambia, todo está bajo control y nada se sale de lo esperado. Provoca tranquilidad y una falsa confianza y control de la situación.

Habitualmente las personas reconocidas como amenazas suelen mover los cimientos de la zona de confort. Causan un cambio de ritmo en el trabajo; implantan nuevas ideas y sistemas de trabajo; les mueve la motivación y el entusiasmo; etc.

Para los Procustos esto supone un cambio y una adaptación a la que siente que no están capacitados de alcanzar.

JUZGAN BAJO SU PUNTO DE VISTA

Vivir anclado en una “zona de confort” conlleva tener ideas fijas y muchas veces obsoletas. Para ellos son las únicas opiniones válidas y todo lo que difiera no tiene cabida. Son intransigentes y poco abiertos al cambio.

Para ellos sus métodos son “tradiciones” y las cosas se deben hacer como ellos piensan. De esta manera boicotean el pensamiento creativo y las ideas del grupo, dificultando el trabajo en equipo.

Podemos encontrar huellas del síndrome de Procusto en todos los ámbitos, desde la empresa a la política, el deporte o la educación. Está presente en cualquier organización, pública o privada. Son muchos los que ansían el poder, ya sea tratando de alcanzarlo por méritos propios o degradando a los que pueden competir con ellos.

Posiblemente tengamos cerca de nosotros un jefe y compañero de trabajo tóxico.. Como ya sabemos que el diálogo con ella no es posible, es mejor alejarse y desarrollar nuestra mejor faceta profesional con esfuerzo, responsabilidad y perseverancia!!.

Fuente: El País Semanal. Patricia Ramírez.

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