03 Oct 2022
J octubre, 2022

La cara penosa de la vida

Baltasar Rodero

Hoy domingo, como todos los días de la semana suena a la siete en punto el ascensor, llegan mis periódicos que espero desayunando, me siento con buen estado de ánimo, entre otras cosas porque hace un día espléndido, soleado y con mucha luz, y además es el día que nos encontramos con la familia, especialmente con los nietos, que añaden más luz al día, además de más fuerza y esperanza, en esta ocasión lo deseo más, porque el pequeño ha sufrido una infección respiratoria, además de una luxación de primer grado, jugando futbol, su pasión. Sé que ha superado todo, pero deseo darle un abrazo además de los besos que me permita y ver, y observar que todo está bien.

Después del desayuno abro el periódico, y hojeándole enseguida observo una imagen que congela el corazón, se trata de una familia normal, una pareja de jóvenes con sus hijos, en un ambiente algo desordenado y oscuro, aunque se nota que era una casa normal en la que había un ambiente normal, y cada cosa estaba en su sitio, mirando la expresión de los padres se observa tristeza, pena, retraimiento, confusión, ensimismamiento, desconcierto, apatía, falta de vida, de ilusión y esperanza. Los hijos, que normalmente se les ve sonreír porque no conocen problemas, se presentaban sentados, en actitud estática, mirada triste y humillada, expresando un enorme dolor profundo, interno, que cortaba la respiración, en definitiva un “todo” de amargura, de entrega, de aceptación de su camino de sacrificio, esperando un desenlace doloroso.

Que amargura tan enorme, cuando aquello que más quieres, o deseas, la vida, la esperanza, el seguir adelante con los tuyos, luchar, y gozar de todos los bienes que el mundo nos proporciona, y que además lo hayamos conseguido hasta ayer, el capricho de un individuo codicioso, egoísta y con rasgos sicopáticos, te lo arrebate, te quite todo, te deje sin aliento, te pode la vida, te congele la respiración, y nadie, ni nada, se pueda realizar para revertirlo, es algo tan injusto, tan alejado de la norma, tan singular, que carece de explicación que no sea un acto fruto de un enfermo, al carecer de aquellos sentimientos que normalmente están en posesión de todos, y que se corresponden con el respeto, con la conservación y apoyo a la dignidad, con la solidaridad, con el amor al prójimo.

En la siguiente página del periódico, se relatan los cánticos, la alegría de todos aquellos responsables de la anexión, de las cuatro repúblicas de Ucrania a Rusia, después de haber procedido a la celebración de un referéndum, que dio la razón al dictador en más de un cien por cien de votantes, nadie pudo decir que no, y cada uno voto por varias familias, además a punta de pistola, este fue el acontecimiento a celebrar, en el que también estaban presentes varios sacerdotes ortodoxos rusos, sonriendo, contentos con las matanzas, atropellos destrucciones, desapariciones y crímenes de guerra, realizados hasta la fecha, portando además un crucifijo, cuanta hipocresía e ignorancia, cuanta maldad sin escrúpulos, cuanta codicia, cuanta avidez, cuanto deseo de mantenerse en el poder, y disfrutar de privilegios sin escrúpulos, en cualquier religión, el destrozo humano, el abuso y matanza de inocentes, suena a repugnante.

Pero al final como respuesta llega la burocracia, lenta y roma, en ocasiones casi se hace inexplicable, porque si algo está demostrado, a pesar da la lucha que al principio del suceso se abrió, es que el diálogo en este caso es esterilizante, y ello nos exige el ir hilvanando que consejo de seguridad necesitamos, para que podamos confiar en él, es decir, que ofrezca soluciones lógicas, objetivas y legales, además de abiertas al mundo, con la obligación de implicarse. En este caso solo nos resta la línea que se sigue, restricciones las que se puedan en el intercambio comercial con el dictador, imposición de penas las que se puedan, a todos los responsables, y búsqueda de apoyos a nivel mundial para su aislamiento, aunque todo ello tenga sus dificultades en su aplicación al carecer de quórum, y además se persista en la destrucción de vidas, y todo lo que ésta requiere, para su desarrollo en la sociedad.

Soy enemigo de las armas y más de la guerra, jamás pensé como creo que la mayoría de la población en que tuviéramos que asistir a este penoso drama, en el que los niños, mayores, mujeres, enseres, viviendas son destruidas sin piedad alguna, en esta caso una nación pisoteada caprichosamente, necesita ayuda para minimizar en lo que se pueda tan dramático espectáculo, ayudémosla en todo lo que se pueda.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2022