En el siglo XVII, Europa bulle por motivos religiosos, países católicos y protestantes se enfrentan, corría el año 1618, y da comienzo la guerra de los 30 años, que si en principio se definió por un enfrentamiento entre religiones, acabó respondiendo a disputas entre los pueblos con problemas fronterizos pendientes.

Fue una historia prolongada de destrucción y muerte, en un porcentaje superior al de la segunda guerra mundial. La crueldad se incrementó por el uso de armas de fuego, así como por la utilización de la imprenta, no obstante la paz de Westfalia en 1648, sentó las bases de la Europa actual, (anticipo de la unión europea), con la  redefinición de sus fronteras, y el nacimiento del concepto de estado soberano, que permitía la libertad religiosa, así como la necesidad de diálogo entre los estados, único método para llegar a acuerdos (anticipo de la ONU).

No obstante, la insaciabilidad del individuo, su deseo de tener, conseguir, su codicia y ambición, junto a los resentimientos y las envidias, con múltiples cruces de casamientos entre familias, va a permitir la construcción de alianzas, la triple alianza, la triple entente, que van a culminar primero, en la primera guerra mundial, en la que desaparecen los imperios Alemán y Austrohúngaro, y la segunda, en la que se pone fin a los regímenes autoritarios, implantados en Italia y Alemania, con la aparición de una nueva Turquía, al desaparecer el imperio Otomano.

Parece que después de tanto fracaso, destrucción y muerte, nace la luz, y con ésta la esperanza, surgiendo una nueva Europa desde la suma y coordinación de intereses, primero con la creación del Comunidad Europea del Carbón y del Acero, año 1951,  para más tarde profundizar en esta línea, creado por el tratado de Roma, 1957, el Mercado Común Europeo, base de la Unión Europea.

Ha sido un proceso tortuoso, especialmente por las permanentes ampliaciones, teniendo momentos de incertidumbre, por recelos, disputas internas, intereses cruzados, que se han ido superando consiguiendo al final un periodo de tiempo, de paz y progreso inigualables,  sin precedentes.

El bienestar se ha incrementado notablemente, la calidad de vida ha aumentado, la higiene, educación, la formación e investigación, en definitiva la solidaridad, y el reparto de la riqueza ha sido una constante. No obstante, una de las mayores preocupaciones de este momento, superados los totalitarismos, son los nacionalismos, y su pretendida independencia, alimentados por los populismos, de los que tenemos ejemplos en la totalidad de los países.

El populismo es una estrategia política, cuyo proceso es la resultante de la suma de múltiples  propuestas políticas económicas y sociales, absolutamente convincentes, al recurrir a hechos, circunstancias y ofertas concretas comprensibles y aceptables, pero de forma manipuladora y demagógica desde un espíritu narcisista, cuyo objetivo es proponer respuestas falsas a problemas reales.

¿Quién puede decir no a una subida de pensiones?, ¿ó a una disminución de las horas de trabajo?, ¿o a un paquete de becas para que todos puedan disfrutar de una formación específica?, ¿o a una vivienda digna? ¿o a unos ingresos mínimos que aseguren cierto bienestar?.

Pero toda propuesta, debe de ser económicamente viable, para que no signifique venta de humo, y en el caso que nos ocupa, lo que normalmente se observa son propuestas de proyectos normalmente irrealizables, que socaban los proyectos oficiales realistas, de difícil o imposible operatividad, aunque contando con la identificación de una bolsa importante de individuos.

Este movimiento de la mano de Le Pen en Francia, penetró en el resto de las economías europeas, encontrando su granero en el ámbito de las poblaciones resentidas, especialmente por la marginación económica, carentes de lo mínimo necesario, e incluso de lo esencial, a la que se fue sumando, una bolsa individuos  de buena fe, que deseaban mejorar su precaria situación, y venían observando, una casta de “acomodados”, cada día más numerosa, y todo ello manipulado por intereses espurios.

En este momento, tenemos este movimiento gobernando en coalición en la mayoría de los países Americanos y Europeos, siendo su influencia cada día mayor, como respuesta al fracaso de la política clásica, que lentamente ha ido atendiendo especialmente a intereses elitistas, bien instalados en estructuras pétreas, luchando por sus intereses, más que por los de  sus votantes.  

Parece obsceno afirmar, que el 1% de los más ricos del mundo, acumulen el 82% de la riqueza global, o de otra forma, el 1% de la población más rica, acumula más patrimonio que el resto del mundo. Se puede añadir que España es el quinto país más pobre de la U.E. el tercero si nos referimos a los niños menores de 16 años, teniendo el 20,7% de personas, en riesgo de pobreza. En definitiva dos de cada diez personas son pobres.

El grupo de resentidos, de los que no tienen nada que perder, de los desgraciados y sin futuro, de los desfavorecidos sociales, de los marginados, de los que carecen de referentes, de los que están instalados en un presente oscuro, se les agudiza el oído, cuando alguien desaprensivo, voraz, y cruel narcisista, les habla de esperanza, en lugar de, resistencia, templanza, solidaridad y compromiso. Nuestro equilibrio es inestable, lo ha confirmado Norteamérica.

Autor Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander, enero 2021 (El Diario Montañés)