Desde el siglo V a.C., con la destrucción de las personas mal formadas en Esparta, tratando de conseguir, además de la raza más pura la más fuerte, ágil y habilidosa, para el enfrentamiento en cruentas guerras contra Grecia, pasando por el fanatismos de algunos países, como el de la Alemania Nazi, que en la segunda guerra mundial pretendió purificar su raza, destruyendo los ciudadanos imperfectos, el camino de la discapacidad ha sido y sigue siendo pedregoso, aunque les hayamos visto celebrando una olimpiada, y exhibiendo con enorme merecido orgullo, sus cuantiosos premios, en este caso medallas.
Cuando hablamos de discapacidad, nos referimos a las personas que presentan algún tipo de limitación, no es por ello una enfermedad como en ocasiones se puede entender, son individuos, hombres o mujeres, que por diversas causas, nacieron con algún problema, que suponía una merma de sus facultades, o que estas han sido sobrevenidas a lo largo de su historia vital.
Estas situaciones se pueden referir a la esfera física, incidiendo especialmente en la deambulacion, fuerza o movimiento, a la esfera intelectual, en la que el aprendizaje o la ejecución de órdenes está dificultada, a la esfera psíquica, en la que el comportamiento, comunicación, y relación con los otros, está afectado, o al área sensorial, en la que con mayor frecuencia, se observa una limitación de las capacidades visuales o auditivas.
La historia de la incapacidad es realmente dramática, hasta bien entrado el siglo XV, se los consideraba como seres extraños, surgidos por poderes sobrehumanos o castigos divinos cargados de negatividad, y en consecuencia vivían como seres marginales, segregados por el resto de los individuos. Superada esa etapa de fantasía espiritual, surgieron las instituciones nosocomiales, donde son recogidos y almacenados, evitando la vivencia desagradable que provocaban al resto de las personas su presencia.
En el siglo XX se da un enorme paso tras la reconsideración de su asistencia, los estados se implican en este criterio mayoritariamente compartido, y surgen los primeros centros educativos con el carácter de especiales y protegidos, por lo que el paternalismo sigue subrayando el carácter de discriminación, por su dependencia.
Un paso gigante se da después de la segunda guerra mundial, por la presencia de un gran número de personas con limitaciones por heridas de guerra, su influencia social, su gran número, además de las singularidades de la secuelas, no solo físicas, con el tiempo van a exigir la formación de grupos organizados y fundaciones, demandando una terapia a nivel estatal, en la que se contemple desde la integridad, las características de las diferentes limitaciones.
En España en el año 1982 se publica la ley general de la discapacidad, estableciéndose entre otras particularidades, el que el 2% de incapacitados han de cubrir los puestos de trabajo en todas aquellas empresas que tengan cincuenta empleados, pero tiene que llegar el año 2000 para entender al discapacitado como una persona normal, necesitada de una formación especial, desapareciendo la actitud protectora y paternalista existente hasta entonces. Eldiscapacitado cuenta con capacidades residuales, que hay que considerar y valorar, para proceder a su potenciación, consiguiendo con ello, no solo su participación en el área laboral y con ello su emancipación, sino en cualquier actividad que sus limitaciones le permitan.
La OMS va a definir la discapacidad de forma amplia, señalando que es una condición del ser humano, que, de forma general, abarca las deficiencias, problemas que afecta a la estructura o función corporal, limitaciones de actividad, o dificultades para ejercer una tarea, y restricciones de la participación de una persona, o dificultades para relacionarse o participar.
El concepto tiene en cuenta al individuo y su medio, a la interacción entre ambos, se habla de un contexto social, que trasciende al individual en el que se da la discapacidad. No obstante a esta relación integradora, persisten los tics históricos, de protección, o de paternalismo, enfatizándose las políticas pasivas de empleo, subvenciones económicas, o subsidios, visión que perpetua la dependencia, de aquí que la tasa de actividad de la personas con discapacidad, sea de un 35%, o de otra forma, el 65% restante ni tiene empleo, ni tampoco le buscan por falta de formación o cualificación.
Esto no obstante significa, que se han dado grandes pasos, primero que son personas dotadas de capacidades propias, que son como todos nosotros, diferentes, siendo cada uno singular, que se está abriendo el área de formación en centros oficiales, dependientes de la administración, y que el fenómeno de inclusión social, es el arma más importante para conseguir ser y ejercer, desde sus específicas capacidades.
Autor: Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Septiembre 2021
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