La vida, o en su lugar, el camino que recorremos a lo largo de ésta, se puede afirmar que es un pedregal permanente de frustraciones, que nacen de nuestros deseos, necesidades, impulsos o fantasías… que en ocasiones no se cumplen, provocando una explosión emocional, llena de ira, irritación, ansiedad, malestar e inquietud, cuya intensidad va a depender, además de la importancia de las expectativas o esperanzas, del interés con la que la juzgamos. Las expectativas son, además de plurales, permanentes y constantes; solicitamos, esperamos, pedimos, deseamos, y la respuesta, puede ser aquella que en principio deseábamos, o se puede tratar de alguna otra no esperada, y contrariarnos. En este momento se registra en nosotros un estado emocional, que además de, inesperado, incide sobre nuestro equilibrio emocional, pudiendo llegar a, “alterarle, de forma ostensible”.
Esta situación, forma parte de nuestra cotidianidad, está presente de forma permanente dentro de nuestra esfera emocional, y puede ser la causa de la presencia, dentro de nuestro itinerario vital, de un ramillete bien nutrido, de sensaciones dolorosas, que necesitan en ocasiones, una valoración profesional y tratamiento.
Es importante entender de forma adecuada, los comportamientos infantiles, podemos pecar los educadores, tanto de permisivos o excesivamente amables, como de fríos, lejanos y negativos, lo normal, o la aspiración del niño, debemos de situarla en el diálogo, de tal forma que, ante una petición del tipo que sea, tendremos que valorarla de forma objetiva y amable, es su deseo y lo merece, teniendo en cuenta todas las circunstancias que conlleva nuestra respuesta, y de acuerdo con el resultado de esa reflexión, dar la respuesta, en nuestro criterio, más adecuada de forma dialogada, sin imposiciones ni críticas, tampoco envuelta en un formato de formulismo, se trata de algo sencillo, pedagógico, y por tanto formativo, que repercutirá en el estado de ánimo del niño, y por ello ha de ser rectilíneo. El criterio serio y cercano, la amabilidad en la relación, el cariño, el buen entendimiento, van a suponer unas herramientas muy valiosas en el comportamiento y carácter del niño, que se está gestando.
No hay tema del que no se pueda hablar, ninguna pregunta ha de quedar sin respuesta, toda petición ha de ser atendida, siempre teniendo en cuenta, la edad, formación, y circunstancias; amigos, familia, pues lo queramos o no, no podemos ni debemos ir contra corriente. Recuerdo cuando mis hijos eran niños, era la moda de las marcas, y los niños soñaban con éstas, si todos los niños van en una dirección, nosotros no podemos ir en la contraria, sería como sacar al niño del raíl que le corresponde, otra cosa es explicarle de forma clara, lo que supone cualquier compra para la economía de la casa, amén de lo que significa el consumismo en la sociedad, pero sin exagerar, no olvidemos que forma parte de un grupo, y la pertenencia a este requiere determinados compromisos, incluso no estando de acuerdo con ellos.
Con la edad, las expectativas van cambiando, en la adolescencia quizás las más importantes sean, la educativa; esperamos obtener una nota en un examen, o la pretensión de ser admitido en un grado determinado, o en otro momento superar una oposición. Hemos trabajado mucho, hemos perseverado, hemos respetado cada día nuestro quehacer, y sin embargo, el resultado no se corresponde con la esperanza. Es el momento de la ira, la rabia, la desestabilización emocional, el enfado,…respuesta siempre compleja y dolorosa, que en ocasiones se necesita ayuda profesional para superarla. Las frustraciones amorosa y sexual; son propias de esta edad. Aquella chica en la que teníamos puestas tantas esperanzas, con la que manteníamos cierto contacto, éramos amigos, nos tratábamos con afecto y cercanía, pensábamos que nos guardaba en el rincón de su alma, y sin embargo, ante la propuesta de iniciar cierto tipo de convivencia más cercana, nos rehusó. Estas, y otras situaciones afines, son muy comunes, por lo que es bueno que estemos preparados, sabiendo que nuestros deseos en ocasiones, son tan grandes, que nos vuelven ciegos, interpretando de forma incorrecta lo que vemos o sentimos.
Las frustraciones más tardías, como el encuentro de trabajo, el cambio de turno en el mismo, el despido por causas justificadas o no, la compra de una posible vivienda, en la que crecer como ser social, el fallecimiento de un ser querido, de forma inesperada o no, el que tu pareja te traicione, la separación con o sin motivos, o por motivos penosos, se ha ido con otr@. La asistencia, después de recorrer muchos caminos, a los hijos… Las frustraciones forman para sustancial de la vida, aceptémoslas, y gestionemos sus repercusiones emocionales, sin desvirtuar la realidad.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023
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