Desde la década de los setenta, en la que nacieron diferentes centros de rehabilitación públicos en algunos hospitales y mutuas, y también privados en clínicas privadas, este tipo de actividad, esencial para la recuperación y/o mantenimiento de nuestras funciones fisiológicas, han ido desarrollándose y especializándose en distintas áreas (reumatológica, traumatológica, neurológica, deportiva…) de tal forma que su presencia se sitúa a lo largo y ancho de nuestro territorio. Se trata de una actividad fundamental para la que han nacido los centros universitarios, con distintas menciones que permiten especializarse en distintas áreas, como instituciones que acreditan la formación de los diferentes profesionales, que tanta y tan eficaz labor vienen haciendo, especialmente en el campo de los accidentes de tráfico y laborales, amén de caídas y lesiones deportivas.
A este camino, hace ya más de tres décadas se fue sumando una actividad hasta entonces desentendida e ignorada, dando comienzo a la rehabilitación neuropsicológica, que abarca la rehabilitación de las funciones intelectuales, debidas a lesiones cerebrales, como traumatismos o patologías cerebrales, (tumores, ictus, Parkinson, Alzheimer…), cuya repercusión se manifestaba, especialmente en el campo de la cognición: memoria, atención, orientación, lenguaje, razonamiento, comprensión,… así como en las órdenes que nacen del cerebro para realizar nuestras actividades diarias como: deambular, actividades: comer, vestirse, conducir, usar dinero, móvil, electrodomésticos… produciendo importantes limitaciones en la vida del paciente y de su familia. Por todo ello, nacieron los centros de neurorrehabilitación o de daño cerebral, especializados en el tema, con una dotación de personal que cubría todas las posibles necesidades esenciales, y que han ido progresando, con equipos de profesionales multidisciplinares, para cubrir todas las diferentes áreas de los pacientes y de sus familias.
A pesar de este recorrido, la especialidad de la neurorrehabilitación, no deja de ser joven, y de seguir situada en los primeros estadios de su desarrollo, a pesar de los grandes beneficios que proporciona, en ocasiones espectaculares, en los campos del lenguaje, la movilidad, y de forma especial de la memoria, áreas que en el fondo nos hacen más libres, al permitirnos una mayor autonomía personal, para poder preservar nuestra independencia, hemos recuperado el lenguaje, la conversación con amigos y familiares, hemos conseguido deambular con o sin ayuda de algún producto de apoyo, (bastón, andador…) que nos permiten ser independientes para la obtención de útiles vitales, o nuestro comportamiento, antes irritable, impulsivo, y en ocasiones con escaso control de impulsos y flexibilidad cognitiva, ahora tras la terapia cognitiva, nos mostramos más estables e integrados en la familia y la sociedad.
De todas formas, las terapias neurorrehabilitadoras son actividades muy especializadas y poco conocidas, que no han trascendido suficientemente su importancia y trascendencia para nuestra vida cotidiana, además son poco espectaculares a medio plazo, en eso se diferencia del resto de actividades sanitarias, pero aun avanzando lentamente una rehabilitación del lenguaje, de la cognición y de la conducta, (control de los impulsos)… los frutos son muy importantes, para la calidad de vida de las personas, y también para sus familias.
Los centros de neurorrehabilitación, debido a su pluralidad de personal especializado, tiene una aplicación específica en el análisis del estado intelectual de un individuo, al poder conocer, el nivel de las diferentes áreas intelectuales, atención, razonamiento, memoria… y en consecuencia, poder detectar, si en algún área existe algún tipo de déficit, pudiendo con ello conseguir, su recuperación de forma progresiva.
Este tipo de rehabilitación, pluriprofesional es de enorme utilidad y eficacia, en aquellos cuadros en los que están afectados diferentes aparatos y sistemas, tanto a nivel cognitivo como a nivel físico y funcional, pensemos en una persona que ha sufrido un traumatismo cerebral o un ictus, y que va a presentar, trastorno del lenguaje, de la movilidad, dificultades para sus actividades diarias, (comida, aseo, vestido…), alteraciones del comportamiento y de las emociones, impulsividad, agitación, inquietud, pérdida de sociabilidad, y que además presenta trastornos del sueño, episodios de desorientación, y que además ha perdido algún movimiento. UN CENTRO, que cuente en su plantilla con: neurólogo, neuropsicólogo, psicólogo clínico, fisioterapia, logopedia y terapia ocupacional, puede, con trabajo simultáneo, rehabilitar todas las áreas de forma uniforme.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023
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