A pesar de la familiaridad que todos mantenemos con este vocablo, hemos de manifestar para centrar el tema, que la palabra incertidumbre según una encuesta realizada por la universidad del País Vasco, ha observado en el último año, un incremento de su utilización entre nosotros del 78%, mientras que el 46%, se ha incrementado el sentimiento del malestar psicológico, ello significa que la importancia de aquella, se ha hecho más presente dentro de nuestro vocabulario, fruto de la expresión de nuestro estado emocional.
Pero además de este contrastado hecho, esta palabra rezuma, un sentido de connotaciones negativas, especialmente de inseguridad, e incluso agoreras, “algo no deseable va a ocurrir”, de aquí el temor que se observa frente a ella, la preocupación que esconde, y el miedo que enciende.
Sin embargo, es un vocablo que responde a nuestro estado natural, que define nuestra incompetencia, o mejor nuestra incapacidad, o nuestro común deseo de aspiración a la omnisciencia, porque nadie dispone de información de lo que va a ocurrir, ahora mismo o en el futuro, aunque en el fondo todos tenemos nuestras expectativas, pero literalmente, todos ignoramos nuestro itinerario y sus posibles accidentes.
No se trata por ello de un incidente, o de un hecho concreto o circunstancial, está enraizada en nuestra propia vida, de tal forma, que es un hecho más de sus singularidades, porque en el fondo, da cobijo a la búsqueda, al deseo o la necesidad, algo que implica la sustancia de nuestro comportamiento, de nuestros anhelos y deseos, o de nuestros temores, preocupaciones o inconvenientes.
Es en consecuencia uno de los fundamentos de nuestro estar, ella siempre está presente, es un algo con el que tenemos que llegar a entendernos, pues nos exige un proceso riguroso de discernimiento, de reflexión, previo a tomar una decisión concreta, nos demanda cierta adaptación, porque de ello depende el progreso, dilatada carrera de desarrollo o crecimiento.
Victoria Camps afirma, que vivimos con el interrogante de, cómo y de qué manera moriremos, donde estará nuestro fin, y el de todas aquellas personas cercanas, a las que nos une un mayor o menor afecto, esta pregunta siempre estará presente, aunque en el tiempo se desdibuje, pero en sus palabras, este proceso conlleva un atributo muy positivo, que es el de la compañía, el del acercamiento, el de la convivencia protectora y facilitada.
Los precipitantes de un estado de incertidumbre, son infinitos, al estar enraizado en nuestra toma de decisiones, en nuestros deseos, en nuestras expectativas, en nuestras esperanzas… pero su expresión va a estar siempre presente, cuando surja un desajuste, entre las expectativas que tenemos, y el significado de los distintos signos o imágenes que nos muestra la vida. “Me siento preparado para el ejercicio de un puesto de trabajo, me he formado a conciencia, he trabajado durante muchos meses, para poder entrar en la administración, de repente se señala, sin que nadie lo espere un cambio de gobierno y se anula todo el proceso”.
“La presencia inoportuna de una enfermedad en nosotros, o en algún familiar cercano, cualquier acontecimiento disarmónico y por ello no esperado, en la relación de pareja, un traspié en una oposición preparada durante años, un grave accidente que nos impida realizar un acto vital, esencial en la vida, son todos ejemplos de la presencia de la incertidumbre en nosotros”, y como en todos los actos injustos, individuales o colectivos, nuestro criterio recto y solidario amasa una esperanza, un deseo de mitigación del “hambre”, pero la presencia de depredadores lo contamina, y el sinsentido surge y nos invade.
La incertidumbre es realmente molesta, necesitamos respuestas de forma permanente para muchos hechos, y además en ocasiones de forma rápida, no obstante, a veces no las tenemos y hemos de bucear en nuestros sótanos, es como si tuviéramos que escalar hacia un pensamiento superior.
Pero en el fondo, cuando tenemos una dificultad, y nuestro esfuerzo se encamina hacia un pensamiento superior, proceso en el que consumimos más glucosa por el esfuerzo, siempre encontramos nuevas respuestas, aprendemos, por lo que la incertidumbre ha de verse como algo negativo. Es algo que nos invita a pensar, Daniel Kahneman, premio Nobel de economía lo llamó “pensamiento lento”.
Este solo surge cuando estamos en situaciones nuevas, no instalados en la rutina, en la que realizamos cualquier acto sin quemar energía. La construcción Europea, p.ej. el nivel de escucha no tuvo límites. De igual forma en el momento actual, la incertidumbre provocada por la presencia de la pandemia y sus efectos, está provocando una enorme riqueza de estudios, fruto de la aportación de miles de investigadores inquietos, buscado respuestas.
Autor Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2021
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