14 Nov 2022
J noviembre, 2022

La intuición

Baltasar Rodero

Después de un tiempo, sin pretenderlo, de forma casual me volvió a sorprender el contacto de mis manos sobre un libro, “el poder de la intuición”, que me había dejado en su día cierto rescoldo, y que de nuevo he releído, permitiéndome caminar de sorpresa en sorpresa, aunque reflexionando, analizado desde el fenómeno halo, no lo han sido tanto, pues todo ello ha sucedido, sin desearlo, esperarlo o  saberlo explicar, como ocurre con todos los hechos emparentados con el mundo arcano, algo que se le escapa a la razón.

¿Alguien puede decir que, en alguna ocasión no ha tenido una corazonada?, ¿alguna persona puede manifestar que, en algún momento de su vida no ha obedecido una intuición?, ¿Quién en alguna circunstancia no se ha doblegado a un impulso, a un pálpito?, la historia está llena de grandes hombres, cuyas obras, en ocasiones tan importantes como imperecederas, Arquímedes, Newton, Galileo, Fleming… son ejemplos, en los que la intuición algún día les iluminó, y con ello el mundo dio un paso gigante, gracias a sus descubrimientos.

Y es que la intuición, más que estar cerca de una revelación súbita, instantánea, que nos sorprende, se trata de un proceso de toma de decisiones. Al disponer el cerebro de dos sistemas cognitivos, uno consciente, analítico, y dirigido de tal forma que nos exige un esfuerzo mental, y que se pone en funcionamiento cuando realizamos cualquier acto intelectual, y otro sistema que es inconsciente y automático, como respuesta espontánea e inesperada, en resorte, que no requiere esfuerzo alguno, es asociativo, y requiere la percepción. Observo, oigo, toco, comparo,… y explosiona sin reflexión ni análisis previo. El primer sistema es lento, pausado, el segundo es como un fogonazo, aunque ambos se acompañan sumando sus esfuerzos en la toma de decisiones.

La intuición está conectada con el hemisferio derecho del cerebro, lugar donde se recibe la percepción inmediata de todo lo que nos rodea, cualquier cosa aprendida, pensada, interiorizada, experimentada crea un poso, hecho que es totalmente inconsciente, de aquí que sea la base del proceso de las rutinas, actos que nacen de esas percepciones que se encadenan vía atajos mentales, en el desarrollo de un proceso concreto, y que realizamos de forma automática , “coger un objeto, cerrar una puerta, comer”… esta suma de percepciones inconscientes nos evitan el estrés, al no tener que pensar en cada acto de un proceso.

Los atajos que hemos citado, simplifican los caminos de la concepción de un concepto, y uno de los que más se utiliza es el fenómeno halo, que se basa en que las percepciones están emparentadas, de tal forma que al percibir un rasgo cualquiera, evocamos aquellos otros rasgos, que sin estar presentes, de acuerdo con nuestros almacenes de conocimientos, son afines, observamos una persona elegante, seria y con porte adecuado, y nos impresiona de inteligente, adecuado, y en buena posición social. En este proceso utilizamos el atajo mental sin crítica, inconscientemente, de forma espontánea.

En ocasiones, utilizamos sin ser conscientes la función de probabilidades, algo quiere decir, que mi cerebro toma un boleto de lotería con un número determinado, al asociarlo a un hecho o circunstancia, que creemos favorable, “es viernes, termina en cinco, son las seis de la tarde en punto, estoy rodeado de tres personas que portan prendas negras, o verdes”. Ambos atajos mentales jamás alcanzan el plano consciente.

La intuición es alimentada desde fuera, desde fuera nos llegan estímulos cuya percepción ignoramos, no tenemos conciencia de su realidad, pero nos llega, se somete a los atajos descritos, y puede cristalizar en una dirección concreta, ante una circunstancia que requiera un respuesta consciente o no consciente, naciendo de forma explosiva sin saber porque, sin darnos cuenta la aceptamos como la ideal en ese momento, este es el entresijo de la corazonada, intuición o pálpito.

Es un hecho que la intuición es universal, no es propiedad de nadie, todos disponemos de esta facultad aunque unos más que otros, ocurre en ocasiones, que la educación o creencias, la pueden reprimir, por sus reiteradas críticas, a la vez que se puede desarrollar mediante una cuidadosa atención, escuchando atentamente, cultivando la empatía, y examinando nuestras emociones desde la reflexión.

La mujer no es más intuitiva que el hombre, ocurre que ella cuida más los detalles, presta más atención, y es más empática y paciente, y por ello más humana, aunque estamos en una sociedad en la que tiene preponderancia el razonamiento y el análisis, no dejando espacio para la observación de los sentidos, aunque la tendencia actual es la de conseguir aprovechar todas las energías.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2022