En principio es una fiesta mundial, en la que conmemoran millones de cristianos el nacimiento de Dios hecho Hombre, ocurrido dentro de la pobreza y precariedad más absoluta, además de en la soledad fría de una noche, y para más abundamiento arropado por una familia de emigrantes, Lucas 2: 1-7, circunstancias todas que no han servido de ejemplo, ni han sabido interiorizar y defender todos sus seguidores, desde el máximo representante de Él en la tierra, hasta el último pecador que se incorpora a la celebración.
Este aspecto de la festividad se ha ido coloreando, con la suma del significado del solsticio de invierno, desde el inicio de los tiempos, fecha en la que el sol presenta la máxima inclinación sobre su eje, provocando la mínima luz de todos los días del año, por lo que estamos en el día más corto, en cuya celebración se encendían velas y antorchas, hoy representadas por luces, y que significaban el fin del periodo oscuro del año, a la vez que se daba la bienvenida al nuevo año, es el momento que coincide con el nacimiento de Jesús en Belén, como signo de amor, humildad y solidaridad.
Todo ello se ha ido en el tiempo enriqueciendo y mezclándose, suponiendo en su conjunto una fiesta que combina todas las inquietudes, sentimientos y fantasías, es el fin de una época, supone el punto y final de un periodo de tiempo, suena la música, el eco de la misma llega a todos los rincones, el bullicio se hace ensordecedor, la alegría nos embarga, todo se dulcifica, hasta el estado emocional que se permeabiliza, sensibilizándose, la sonrisa hace constante su presencia, junto a la solidaridad, y amor, sumándose la esperanza de forma inconsciente, todos apostamos por algo mejor, que termine la oscuridad, que aparezca la luz que es vida vibrante y gozo, sigue el baile, hasta el éxtasis que culmina a altas horas de la noche.
Es hora de las reflexiones, de analizar el pasado, de observarle más de cerca y de entenderle, le miramos más detenidamente, penetrando en su contenido, y de él extraemos aquellas notas que nos servirán para proyectar nuestro futuro, para seguir o no el camino elegido, para rectificar si fuera necesario, o segur redoblando esfuerzos, es la hora del diálogo interior, de nuestra lectura íntima, de la escrutación de nuestras conciencias, así como de la valoración de las relaciones con los otros, cada individuo joven, adulto o mayor, tiene su proyecto, más o menos largo y más o menos rico, pero cada uno dispone de una vida propia que analiza, reflexiona, a la vez que observa el camino recorrido, y el carácter del mismo, liso, rectilíneo, pedregoso, con curvas, hay pues que intentar allanar en lo que se pueda los obstáculos, diseñar correctamente la meta, y perseverar hasta conseguirla.
Es el momento simultáneo de una despedida, que puede ser amable para unos tanto como triste para otros, y de un encuentro, de la recepción de un tiempo nuevo, que es lo mismo que la esperanza, todos trataremos de gestionar mejor los diferentes problemas que dejamos atrás, a la vez que agudizaremos nuestro estado cognitivo, para que el camino que iniciamos sea los más productivo, sano y grato posible, cada uno en su campo, cada uno desde sus circunstancias o vida, cada uno desde su personalidad y responsabilidades, ha de saber que cuenta con los suyos, pero es el artífice de su vida, es él, el verdadero protagonista y que depende de él el proyecto a diseñar, visionando siempre, si cuenta con una familia, cual es su verdadera responsabilidad frente a la misma, y desde aquí, desde la suma de la opinión de todos, ensamblar el conjunto de intereses.
En este día, en el que se mezclan sentimientos, deseos, inquietudes y esperanzas, en los que los conocidos son más cercanos y amables, los amigos, más compresivos, solidarios y cooperadores, y en los que la agregación de las familias es más compacta, más rica, porque los sentimientos ancestrales se revitalizan, trayendo al presente recuerdos y vivencias generalmente llenas de ternura, día en el que a los cristianos les inspira amor, bondad, humildad y solidaridad el Niño Jesús, y a los que no los son, también beben de estos sentimientos, en la medida que son universales, y nacen de un espíritu escondido en nuestros corazones, todos en su conjunto tenemos que hacer votos, en principio por la paz, porque nadie desde la soberbia o ignorancia atropelle a nadie, de tal forma que aquella plaga de caminantes desarropados, frágiles, hambrientos y sin apoyo, en busca de una tierra mejor desaparezcan, como la soledad y la pobreza.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2022
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