El efecto más frecuente del trabajo diario por cuenta ajena, sobre la salud mental, es el cansancio, y de forma especial cuando éste se realiza en turnos, dado que, el efecto de cambios de ritmo es en ocasiones devastador. Generalmente, un trabajo realizado en cadena, requiere altas dosis de atención y concentración, para dar salida al mensaje del operario que nos precede, además de altas dosis de esfuerzo, por lo que la fatiga mental generalmente siempre está presente, traducida en cierto comportamiento irritante, impaciente y agitado, con dificultad para dormir. Esta dicotomía entre trabajo, y actitud del trabajador frente al mismo, en ocasiones va a manifestarse por, la ambición de hacerlo todo bien, incluso perfecto, junto a una autoexigencia, cada día más exagerada, de tal forma que obramos como robots. Cuando se da la presencia de esa, obsesión, enraizada en el afán de la ambición, autoexigencia y perfección, estamos sufriendo sin darnos cuenta, un trastorno que se denomina sisifemia.

El individuo vive para el trabajo, está casado con él, se da una alianza especial, que es sinónimo de dependencia, no sabe  alejarse del trabajo en sus días de descanso, al estar permanente rumiando, lo que ha hecho, como lo ha hecho, que es lo que podía haber hecho, como tendrá que enfrentarse el día que se incorpore, que estará ocurriendo en el trabajo, si le estarán alterando algún dato, o quitando o poniendo algún artilugio, como lo podrá hacer mejor, como conseguirá la perfección… esta actitud le roba el sueño reparador, pasando noches pensando en todo lo que hemos comentado, incluso come con menos apetito, su alimento es el de trabajar, ello implica que el cansancio se va acumulando, además, está solo, siempre pensando, estando bordeando al ser antisocial, obviamente aunque le guste el deporte, fútbol, tenis, senderismo, bicicleta,… carece de tiempo para ejercerlo, ello en sí, se convierte en un bucle, que se comporta como una batería que alimenta su vida, pero como las fuerzas no llegan, comienza a tomar los compuestos que toma el compañero, primero  vitaminas de todos los colores, y después acude a ansiolíticos, porque el deseo de perfección es insaciable, como la hiperpuntualidad, y la autoexigencia, así como el alto nivel de perfeccionismo, llegando a olvidar, quien es, esposo, padre, hijo, amigo, vecino, compañero, la identidad se diluye tanto, que anda perdido.

Este drama humano, esta actitud insana, al final obviamente va a provocar cuadros mentales más importantes. Tanto es la exigencia, la ambición, los deseos de perfección… que el cansancio mental y físico, pueden cristalizar en un estado depresivo, por el que el humor lentamente va desapareciendo, surgiendo peor humor, irritación fácil, impaciencia, enfado, contrariedad, sensibilidad al rechazo, o ante cualquier adversidad; sufrimiento intenso por no poder hacer nada, porque le invade la apatía, la desgana, incluso puede llegar el deseo o la esperanza de desaparecer, dado que está muy lejos de lo que era, y mucho más de lo que podía. Puede sufrir un estado de ansiedad, que nace del querer y no poder, de las limitaciones que está observando, del miedo que va surgiendo ante la duda de no poder, de no llegar, de no saber, el miedo le atenaza, le congela y le hace temblar, dándole en ocasiones sacudidas de dolor en el pecho, con palpitaciones, que aumentan el miedo y le incapacitan para ejercer el trabajo. Puede que en principio, se quede el sufrimiento en un trastorno del sueño, o en su pérdida, por ocupar toda la actividad cerebral el miedo, por lo que sutil y lentamente, disminuye su responsabilidad frente al trabajo que realice. Puede tardar en coger el sueño, después de rumiar horas en la cama, o despertarse muy pronto, porque el trabajo nos reclama. Además, a estos cuadros emocionales, les pueden acompañar cuadros físicos, no se nos olvide que ambas caras, física y psíquica, representan las dos caras de la misma moneda, de aquí que cada día, es más frecuente encontrar, cuadros de hipertensión mantenida en el tiempo, que pueden ocasionar cuadros de infartos cerebrales o cardiacos, la tensión se acelera, y no es difícil que falle mecánicamente; podemos ver trastornos del ritmo cardiaco, se  quejan de palpitaciones ocasionales, que cada día van a más, no faltan la presencia de dolores físicos, al observarse una discordancia, entre cerebro y respuesta corporal.

Es importante que aceptemos, nuestras capacidades y valores, a la vez que respetemos nuestra dignidad, no ofreciendo más que lo pactado, dentro de la relación trabajador empresa, teniendo presente quien somos, y con quien y como nos identificamos.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024