El afán de tener, poder y dominar, es el fuego que alimenta especialmente la ira, venganza y violencia de las personas, encendiendo de forma permanente desencuentros violentos, que se continuarán en el tiempo, alimentando los unos con los otros mediante la aportación de argumentos, y a pesar de la conciencia de la destrucción que cada uno de los mismos ocasiona, el deseo de llegar a un momento de concordia no llega, uno es la mecha que enciende el siguiente, quedando siempre  un rescoldo, que cualquier viento puede encender dando comienzo al siguiente.

Hasta el día de la fecha ha sido así, se podría diseñar un largo camino, salpicado de movimientos destructores con mayor o menor gravedad, pero que siempre se han dado motivos reales o imaginarios, fruto de una  fantasía retorcida, desde donde surge el fuego que de nuevo vomitará un episodio triste y sórdido, de aplastamiento devastación y asolamiento.

Pero la ciencia, que ha conseguido tan grandes y generosas aportaciones a nuestra convivencia, también se ha encargado de traer al presente diverso material, cuya utilización engendra enormes peligros para la vida humana, tanto en la posible reproducción de graves pandemias, como en la elaboración de sustancias mortales de fácil diseminación, como armas cuya capacidad de ruina, desolación y muerte, es inmenso o descomunal.

En plena invasión de Ucrania por Rusia, en pleno fragor bélico teñido de sangre, desolación infinita y muertes, la respuesta del resto de las naciones ha sido, aportar a Ucrania más armas para que la destrucción sea mayor, al poder continuar más tiempo el enfrentamiento, además de rogar al soberbio invasor, que permita corredores humanitarios por los que los civiles puedan encontrar la vida que tienen hipotecada. Obviamente nada más se puede hacer, y aún así, el prepotente dictador, desliza la posibilidad de la utilización del armamento nuclear, ¿se podrá verbalizar insensatez mayor? Incluso se permite hacer una prueba con un cohete que puede trasportar ojivas nucleares, a más de 15.000 km de distancia.

Este episodio, que yo no he visto que se haya analizado debidamente, engendra una dosis de gravedad inusitada, porque no se trata de tomar una colina, o de destruir una barriada, o de una matanza con enterramiento clandestino, en mi criterio estamos hablando de ocasionar tal estrago mundial, que pueda ocasionar la finitud de la totalidad de la humanidad.

Porque no es solo las ojivas o bombas que hoy están en la mano del hombre, para poder ser utilizadas en estos momentos, a esta situación hay que sumar aquella que de forma urgente se podrían construir, contando con material que existe y con una capacidad que hoy y ahora no es fácil determinar, el peligro es real, peligro en cuanto a la posibilidad de seguir con vida, no peligro de ruina económica, y es este, el que ya Reagan y Gorbachov, sintiéndole cercano y peligroso, comenzaron a estudiar iniciando la limitación progresiva de la capacidad nuclear de cada país, este ha de ser el camino a seguir, cualquier otra alternativa es añadir más leña al fuego.

Claro que no es fácil, pues de serlo se habría realizado, se trata de creer en la vida, de alimentar nuestra estancia haciéndola más confortable, hemos venido, y hemos de esperar que la muerte sea nuestra etapa final natural, el camino a recorrer tiene un fin asegurado, no le adelantemos artificialmente, y menos aún, no suspendamos al planeta tal y como le conocemos, salvémosle, y salvémonos. Pero hay que añadir, que en ocasiones la energía emocional fruto de la soberbia de obtener, ser o figurar, junto al ansia de hacer desaparecer al que calificamos de enemigo, que no más que el que se interpone en nuestros egoístas deseos, son los dos hechos que pueden oscurecer nuestra conciencia, y con ello la capacidad de discernimiento, momento en el que se pueden realizar los actos más repugnantes, viles y mezquinos, apretando un botón.

Esta es nuestra tarea actual, que ha de contar con todo nuestra dedicación, de la totalidad del mundo civilizado, iniciamos un nuevo camino, que una nueva actitud se suscite entre todos nosotros, y así como después de la segunda y aterradora, segunda guerra mundial, se sembraron administraciones que trabajaran por la paz y el bienestar de todos, ONU, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial de la Salud… luchemos por la suspensión de bloques como medida de defensa preventiva, y cultivemos el resurgir de grandes espacios de concordia y solidaridad.

 

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2022