23 Mar 2022
J marzo, 2022

Las disputas entre hermanos

Baltasar Rodero

 

A los efectos de dinámica de grupo, una familia se acerca conceptualmente a un campamento clásico, niños de todas las edades, razas y culturas, dotados de singularidades de perfiles de personalidad, conviven un largo espacio de tiempo, dirigido o coordinado funcionalmente por unos monitores. Obviamente queda muy lejos, el amor, protección, el calor y cariño que reciben en la familia, pero su aprendizaje a propósito de su participación en grupo, de su comunicación, interacción o socialización, tienen mucho en común.

Los niños y niñas en la familia, empatizan lentamente con su crecimiento y desarrollo, se va produciendo un acercamiento emocional, comienzan pronto a apoyarse, a protegerse mutuamente, a confrontar con el tiempo sus ideas, deseos o necesidades, nacen pronto las discusiones y las peleas, en la que los padres han de intervenir lo justo, al ser un hecho natural y positivo, conocen su fuerza, su astucia, realizan emboscadas o complots que pueden sorprender, se golpean físicamente, o se besan como consecuencia del cariño que se profesan, nacen amistades sobre las que pueden descansar distintos grupos frente a distintos hechos, rivalizan a la vez que tejen apoyos, en definitiva, de acuerdo con las circunstancias podemos asistir a cualquier situación, cuya expresión sea del máximo respeto, admiración y cariño, o por el contrario, a la rivalidad más extrema, cuya culminación sea incluso el enfrentamiento físico.

Lo que estos hermanos han vivido a lo largo del tiempo transcurrido en grupo, les va a señalar la forma de entender las relaciones con los otros, la forma de observar la sociedad en general, los diferentes colectivos, los sentimientos y emociones que proyectan en la relación de pareja, el cómo se ven a sí mismo, su capacidad de crítica y análisis de las diferentes circunstancias, su autoestima, cómo enfrentarse a la adversidad, a los diferentes problemas y a la vida en general, en como diseñar ese camino siempre largo y pedregoso, que nos lleve al mayor bienestar posible, son importantes la visión de la equidad, solidaridad y justicia, así como la de la constancia, perseveración y sacrificio, algunos conseguirán el éxito, o el logro de la vida que soñaron, otros se quedarán en su añoranza deseando lo de los demás, porque la envidia es muy común entre hermanos, tanto como el odio y el amor.

En este camino a recorrer, el modelo que hayamos tenido, el monitor o monitores de nuestra vida es fundamental, de ellos interiorizamos todo los condimentos de nuestra dinámica vital, aprendemos la base de nuestra forma de entender el mundo, además del formato de nuestras relaciones, ellos nos van a estigmatizar para siempre, de tal forma que difícilmente tendrán ideales comunes aquellos nacidos en medios distantes, porque además de convivir en medios uno pacifico y amable, y otro tortuoso y violento, el aprendizaje posterior del medio, y especialmente de la escuela, será diferente, uno lo aceptará, escuchará y digerirá, y el otro sufrirá de atragantamientos permanentes.

Porque el medio social y la escuela en particular, siguen formando parte de la arquitectura de enseñanza, en estos medios vamos a reproducir aquel formato que adquirimos en la familia, ese molde será casi pétreo, y sobre ese actuarán el resto de factores, tratando de darle el brillo suficiente como para que se incorpore al grupo social, sin provocar fricciones, aunque estas en ocasiones, se cifran en el 25% de los individuos, no lo consiguen, son los rebeldes, los distintos o raros, los diferentes, aquellos que siempre plantearon problemas a los padres, y que fueron acusados por el resto de hermanos de que eran sus preferidos, les dimos más tiempo, cercanía y cariño, y ellos nos devolvieron más preocupaciones. Son los que en la vida caminarán en ambientes más complejos, más difíciles y más problemáticos, careciendo de grupo, desposeídos de amistades, como errantes, en actitud desafiante e irritada, impaciente y retadora.

Continúan en la vida adulta con el mismo comportamiento que en la niñez, disconformes, inflexibles, despegados, enfadados consigo mismos y con los demás, destructores, siempre con comentarios negativos, violentos, no se les puede, más que cuando ellos quieran, hacer una broma, impulsivos, impacientes, fríos emocionalmente, enfrentados a todos y de forma especial a aquellos que les culpabilizan de su fracaso, aunque este no exista, por lo que el odio es el alimento de sus vidas, junto con la envidia, que les impregna en su totalidad, trascendiendo en cada frase que formulan, viven en el fango de la violencia de la soledad, y en la ausencia de humildad y amor, acabando incluso en la violencia, especialmente frente a sus hermanos.

 

Fuente Dr. Baltasar Rodero, Psquiatra. Santander 2022