28 Feb 2019
J febrero, 2019

Los celos

Baltasar Rodero

Los celos. En esencia, es una respuesta emocional, que crece y se expresa en una persona cualquiera, especialmente en mujeres, cuando sienten la percepción de una amenaza, hacia algo que consideran de su propiedad.

Los celos en ocasiones pueden tener un fundamento, un miembro de la pareja por diferentes circunstancias se ha alejado de la misma, su calor, ternura, cercanía ha ido disminuyendo en el tiempo, observando una lenta y más o menos discreta lejanía, del ejercicio de su perfil afectivo y emocional. Su estado en este caso, se hace más inestable, irritable, desaparece la paciencia  la serenidad y el compromiso, y en su lugar surgen las prisas, la falta de tiempo, e incluso las ausencias de difícil justificación, amén de quizás hábitos y costumbres nuevas.

En otras circunstancias esta realidad es imaginaria, y en la que juega un importante papel el perfil de la personalidad del individuo “sufridor». Es posible que el bienestar, la satisfacción, la alegría la serenidad, y la felicidad sea tan grande y sensible, que nos asalte, por ciertos recuerdos inconscientes de soledad o frustración, el miedo a perderlo, o simplemente las dudas a propósito de cuanto tengo, surgiendo como consecuencia la necesidad de atraerlo, de exigir, de demandar, de vigilar, de controlar, hasta llegar al ejercicio de una presión sobre la pareja,  que ahoga, asfixia, pudiendo hacer imposible la convivencia.

La persona temerosa, observa situaciones, circunstancias, movimientos, que interpreta de forma delirante o irreal, dándoles un sentido que no tienen, surgiendo un sufrimiento que aumenta paralelamente a la intensidad de la suspicacia. No obstante, duda frente al ejercicio del control porque se siente querida, amada, respetada, pero el miedo en ocasiones supera el umbral normal, haciendo patológica la interpretación, conversaciones, gestos, posturas, movimientos, demoras, el surgimiento de nuevas situaciones etc., y los conflictos, se hacen constantes, de forma sutil en ocasiones y otras, de forma ostensible e incluso explosivo.

¿Qué ocurre en el fondo?, ¿cuál puede ser el desencadenante de esta forma de pensar?, generalmente cuando no se da la presencia de motivos objetivables, es decir, la falta de fidelidad o lealtad, y en consecuencia los celos surgen dentro de una pareja en convivencia normal, la base suele ser, que la mujer entienda, piense, crea, que no es capaz de dar a su marido lo que realmente él necesita, y en consecuencia éste, no tiene más alternativa que acudir a otra persona, con lo cual , al sufrimiento de la ausencia, se une el específico de su propia incapacidad, haciendo del sufrimiento una constante muy dolorosa.

Es sabido, que somos irrepetibles, diferentes, distintos, nadie es igual a otra persona, de aquí que siempre pueda existir alguien que nos supere, que sea más perfecto, mejor, más amable, mas alto o más guapo, que nosotros, pero también es cierto que,  no todas personas tenemos las mismas necesidades o deseos, dado que no somos iguales, uno ama la soledad y otro el bullicio, uno ama la lectura y otro el deporte.

Esto parece obvio, como lo es, el que yo entienda por algún mensaje recibido de mi pareja que, le guste la puntualidad, el ambiente amable, el familiar, y como el comportamiento se aprende, puedo esforzarme en conseguirlo siempre que ello sea aceptable por mi parte, porque el amor cuando lo es de verdad, es respeto y aceptación, yo no puedo ni debo demandar o recriminar jamás a mi pareja, si puedo y debo, rogar desde un diálogo amable y productivo.

El amor es un sentimiento pleno, que nos invade e impregna, nos llena, nos provoca alegría, completa nuestra forma de ser y de pensar, nos da estabilidad, nos emociona, nos edulcora, y adecúa a cada instante, su fuerza. Todo es fluido, amable, tierno, cálido y cercano.

Se alimenta con el diálogo, en el que se implica, además del verbo suave y expresivo, las posturas, los gestos más variados y versátiles, el movimiento más adecuado y dúctil, todas nuestras emociones y sentimientos, nuestros estados de todo tipo, a la vez, que nos permite comprendernos, controlando nuestro estado emocional.

Yo digo, él me dice, yo comento, él me responde. Es una dialéctica desde el respeto, desde la igualdad, desde la aceptación de la libertad, desde la diversidad, pero desde el deseo de amar, de acordar, desde la admisión de que el otro disfruta de un código de conducta, que no es el mío, que es distinto, y que el deseo es el ensamble de ambos códigos, confundiendo un binomio en una unidad.

Es, sencillamente hermoso, porque en el fondo jamás dejamos de ser nosotros, cada uno con  su personalidad, y en consecuencia dotado de sus propias cualidades, pero sintiéndonos a la vez prolongación del otro, consustancialmente parte y esencia del otro. Por ello, desde el yo, libremente me regalo, me ofrezco permanentemente, sirvo desde la fidelidad, a la vez que me sirvo, en un alimento inmaterial, difuso e impermeable, porque no permite intrusismos, y  que además mantiene la complementariedad de nuestros deseos y emociones.    

Por falta de espacio,  no comento los delirios de celos patológicos, fruto de trastornos graves, que en esencia son discursos del pensamiento inteligibles, que gobiernan a la persona que lo sufre, urdidos por ideas falsas, irrefutables, e inamovibles, ante cualquier argumentación lógica, y que requieren tratamiento especializado.

Fuente: Dr Baltasar Rodero. Psiquiatra. Febrero 2019